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domingo, noviembre 24, 2024

Eduardo Romano desde Barcelona: de Carlos Hugo Aparicio a Luz de invierno

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Eduardo desde Barcelona

«Es primavera en principios de junio

Yo soy como mi ranchito

debajo del aguacero

por fuera alegre ruido

sorbos de pena por dentro.

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Creo que para la mayoría de los salteños, que hemos leído sus cuentos o que de alguna manera transitamos el terreno de la escritura, Carlos Hugo Aparicio es un escritor con todas las letras, un escritor entrañable, emotivo, conmovedor y para mí, además, es un escritor extrañable. Porque es verdad; extraño, desde este lugar, verlo transitar por las calles, verlo en el café y también sentado, al fondo, en el colectivo que lo lleva a su casa.

Enumerar cada uno de sus libros, plaquetas, menciones,. reconocimientos y premios especiales no sería un error pero esa tarea se la dejo al que está a cargo de la publicación de esta página. Yo sólo me dedicaré a hablar de lo que significa para mí su escritura.
Empiezo con esa copla del poeta y quiero dejarme llevar por el rumor de la gente del barrio, por el rumor de la gente de la orilla, por el rumor de la gente que transita todos los días por la ciudad, en busca de una vida mejor. Cuando leo los cuentos de Carlos Hugo Aparicio veo: Chicos jugando a la bolilla, vagos en las esquinas, una luz sola (a lo lejos) en medio de la noche, un tiro que retumba en las chapas de la villa, un perro flaco, un hombre en bicicleta; todo el Barrio despierto.

Creo, y ahora hablando de la película “LUZ DE INVIERNO” , que es un gran logro y muy importante porque se viene gestando desde hace mucho tiempo; sin duda que Alejandro Arroz tiene un papel fundamental en ello además porque hace funcionar, desde un lugar que no es el centro, un CINE que va a traspasar las fronteras del país sin llegar a ser, la historia contada, totalmente desconocida para nuestros vecinos. Las situaciones que se narran en los cuentos no son sólo propiedad del autor sino de la piel de la gente que las vive ya sea de Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador o México.

Aunque no he visto el film, sé que tendrá las imágenes del maestro, el aire de sus cuentos. Mostrará seguro el barrio, la desnudez, el desamparo. Seguramente habrán pilas de ladrillos a la vera de las calles tratando de sortear las noches. También, veo en esa pantalla grande del cine, a ese “Ultimo modelo” quieto y solo esperando que sus dueños de una vez por todas se suban a él, sin embargo, allí continúa viejo; su esqueleto le reza al universo.

Una vez que empiezo a recordar los cuentos, se me viene a la memoria la Quiaca, la escuela, la Luva, los trenes, mi Boquita del alma y ese “Silbo de la esquina” me hace volver la mirada a mis hijos, los amigos, a ese Barrio Maravilla que dejé a la intemperie. Continúo con sus cuentos y también encuentro ecos de comparsa; mientras tanto, miro esta luna que parecería que no fuera mía ahora, quizás porque la veo reflejada en el mar, quizás porque es primavera en principios de junio.

Todo esto y mucho más me trae recordar la obra de Carlos Hugo Aparicio porque es verdad no tengo ningún libro suyo en mis manos y sé que ya no los necesito porque los llevo a todos adentro». (Texto de Eduardo Ángel Romano-escritor)

-Datos y foto: Susana Rodríguez

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