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martes, noviembre 26, 2024

Un viaje en Pluma transporta a los Niños del Llullaillaco

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“Memoria del agua” se estrenó en la Sala Mecano el 8 de junio a las 19 hs. Fuimos testigos de la Pluma que sobrevuela el espacio Inca transportando la historia de un viaje: “esta es la historia más simple, más simple que pueda haber”. No debemos intentar comprenderla, sugiere el personaje blanco.

Tan potente como lírica, comienza a desarrollarse una historia que sólo es posible de contarse a través de un marco poético-narrativo con anclaje sonoro. Así es “Memoria del agua, historia de los Niños del Llullaillaco” .

Dijo Cristina Idiarte, la autora, a Salta 21 : “Sería imposible escribir sobre un hecho histórico sin comenzar de una investigación que nos dé un marco desde dónde partir. Lo habíamos hecho anteriormente con ORSAI, lo hacemos siempre antes de iniciar un trabajo, me gustan los resultados, disfruto el proceso. En esta obra en particular, se partió de una investigación para armarnos de la cosmogonía inca en nuestras cabezas. El diseñador sonoro, la escenógrafa y yo partimos de ahí para configurar ese universo como una referencia concreta dentro de tanto vuelo artístico”. Y casi de manera paradójica exclama: «La Niña tiene la edad de mi hija mayor».

Y luego, en otro momento de nuestra entrevista, confiesa: “Los muñecos en escena me permiten jugar con permiso de grande, siempre me parece eso. Me gusta mucho trabajar con muñecos, con estos se impone un desafío importante para mí y es la posibilidad de moverlos como elementos escénicos y a la vista del público. Tienen un caudal expresivo ilimitado, me permiten contar con muchos personajes una historia milenaria”.

Sobre la escritura de la obra, remontándonos a lo dramatúrgico

Llueven lágrimas en el Tahuantinsuyo. Todo está escrito. En “Memoria del agua” se recupera lo ceremonial, lo histórico, lo religioso y lo trágico. Y sin embargo, no es una tragedia. Es la viva representación del culto a la pachamama, la que en su regazo cobija a La Doncella, al Niño y a la Niña del rayo. La dramaturgia de Cristina Idiarte logra la dulce combinación de lo poético y lo narrativo en una síntesis teatral de increíble vuelo escriturario. Es un boleto de viaje imaginario a lo andino donde las montañas, la música y los personajes se funden en el universo sagrado de los Incas. Como abrir las páginas de un libro de cuentos que evoca un pasado nuestro que precisa de tanta agua para aceptar su designio. Una vez dentro de este mundo, ya no somos más los de antes… (Crítica de mi autoría publicada en el programa de mano.)

La puesta: vuelo directo al mundo sagrado de los Incas

Aclla es la Virgen del Sol, pequeña Doncella de largas trenzas, la Pluma visita la casa de las Escogidas o Acllahuasi, tal como escuchamos en este relato cuyo ritmo no cesa, una vez que como espectadores nos disponemos a oír este cántico narrado. La música acompaña el ritual que aún no percibimos, que se prepara con una naturalidad sobrecogedora. Tres Niños van al sacrificio, tres elegidos en el Ombligo del mundo. Nombres Incas y palabras de la Tierra que brotan de la Cultura Andina, atraviesan por completo este cuento escenificado que reúne diversos sistemas de signos, pues en el relato confluyen lenguajes artísticos que nos hechizan. Se oye la magia, como pide la Pluma (voz de Rosa Machado): “oye…” le dice a la Doncella. Escrito y representado desde el interior del pensamiento andino, desde la misma contemplación de la vida y la muerte, desde el intimismo de los sentimientos y la cotidianeidad andina con el acompañamiento sonoro de una partitura artesanal de exquisita selección de notas y sonidos. Un diseño sonoro bellísimo elaborado con minuciosidad por Fernando Subelza. Las voces de cada personaje fueron cuidadosamente seleccionadas y cada una es adecuada a su rol.

El Niño, la Doncella y la Niña del Rayo están en su mundo -armado como una cajita de color natura- y nosotros estamos junto a ellos a través de la creación de los muñecos imaginados por la autora, Cristina Idiarte, y creados por Gabriela Zanandrea con notable belleza. Cada uno se viste de detalles, desde las trenzas en los cabellos negros o la muñequita en los brazos de la Niña del Rayo, hasta los zapatitos y la gorra de lana como accesorios. El asesoramiento en la investigación de la cual partió este trabajo fue realizado por Gabriela Recagno. Un trabajo en equipo de larga data, iniciado hace poco más de 4 años y que sufriera incluso, el rechazo o censura de una alta funcionaria de Cultura. Pero Inti, no se puede tapar con un dedo…

Seguimos andando caminos incaicos. El Niño ahora en su chuspa tiene a la Pluma, y la imagen sensorial producida por las palabras nos deja andar los caminos montados en llamas, dos preciosos muñecos que nos sorprenden con un diálogo chispeante. Son Hanak y Kay, que esperan la lluvia para apagar su sed. Una Lora muy verde participa de la escena contando anécdotas de la zorra y del cóndor de los Andes (Kuntur). Es que la travesía, es la recorrida por los Niños del Llullaillaco que van hacia el santuario y aparecen signos en la puesta que presagian el destino final. Truena, el cielo también está dolido. Su llanto apaga la sed para continuar el camino.

El ascenso al santuario del sacrificio produce un in crescendo en el ritmo de la puesta, como si esperásemos un final – otro- que no se cumplirá: todo está escrito.

Otra imagen en el Tahuantinsuyo: la madre peina a la Niña del Rayo (voz de la pequeña Zoe). Dulcificada, tierna, la Niña tiene miedo, un miedo inexplicable. La titiritera (Cristina Idiarte) la cobija, la abraza, la lleva contra su pecho, la protege de ese miedo presente a los rayos (ahora que puede, ahora que es posible, antes de la muerte…). La titiritera es la Madre, otro personaje mítico, a la que la Niña, su hija, le pide ayuda hasta llegar…

El Artesano, cual enamorado de la belleza, le dice a la Doncella que la esperará en la Quebrada de Sapuy. Palabras que nos permiten, quizá, soñar con el amor, posible amor entre dos Incas, como una vida ideal en un futuro no dado.

“Un volcán hambriento, cómplice de un propósito divino” – dice el relato- lleva a la Pluma a un pico más alto. El Anciano, otro personaje, bebe chicha. Es un momento humorístico. Se trata de la celebración Capac Inty Raimy. El Anciano está ebrio junto al Niño y cree que hay bandidos que se robaron el día…

Luego, la peregrinación da comienzo. El momento se acerca. Aquí, los ojos de la Pluma son dos enigmas y su soledad de mundos y siglos desciende hasta nosotros. El mareo ya no es del anciano, sino nuestro. Los Niños son preparados para el sacrificio y ocupan el centro de la escena. Son vestidos tal y como fueron hallados en la Montaña que ahora, se nos mueve ante nuestros ojos. Quizá están mojados de memoria, como el agua que limpió el camino, como la lluvia fresca que embebió esos labios sedientos, como una abundancia que fue sequía, finalmente; como los ojos de unos pequeños hijos de la Pachamama, los elegidos, los que ahora, con tanto que les costó llegar, fueron arrancados del sepulcro.

“Memoria del agua” nos acerca desde lo teatral, al mundo aquel del que hoy nos quedan relatos crepusculares, como este, tal y como indica la Pluma, que finaliza el relato así: “Prométeme: no has de querer comprenderlo, pues si intentas abrir los labios, se volarán todas las plumas de este cuento”. Y no para de llover… aún.

Ficha técnica: Diseño sonoro: Fernando Subelza – Construcción de muñecos y diseño de escenografía: Gabriela Zanandrea – Asesoramiento e investigación: Gabriela Recagno – Puesta en escena, actuación y dirección: Cristina Idiarte – Asistente: Rocío Paredes – Voces: Hernán Viaggio (Montaña), Rosa Machado (Pluma), Micalea Durán (Doncella), Joaquín González (Niño), Zoe Subelza (Niña del Rayo), Chinato Torres (Llama Hanak), Guido Giacosa (Llama Kay), Mirta Secó (Lora), Carlos de la Fuente (Artesano) y Walter Subelza (Anciano).

– Nota relacionada:

Para Cristina Idiarte «un artista debe ser testigo de su tiempo»

http://www.salta21.com/Para-Cristina-Idiarte-un-artista.html

1 COMENTARIO

  1. fe de erratas
    Yo, Cristina Idiarte DNI 23.079.357, no mencioné a Eleonora Rabinowicz en ninguna parte de esta nota. La interpretación de «una alta funcionaria de cultura» queda a criterio de la autora, quien firma esta nota.

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