Cuando me llegó la invitación no tuve dudas y acepté. Escuchar orquestas sinfónicas o algún grupo de cámara o apreciar el espectáculo que fue el Bachfest entre el 10 y el 20 de junio, me permitía estar en el que hoy se considera el país que ocupa el primer lugar en el mundo en materia de música clásica.
Experiencia incomparable cuyos detalles serían incontables y no entrarían en un artículo periodístico.
Permítaseme hacer un resumen que de alguna manera intenta compartir con ustedes, momentos que en el caso de los que amamos la música culta, elaborada, seria, clásica o como quiera denominársela, son inolvidables.
Stuttgart
Matthias Foremny es un joven director de orquesta alemán actualmente titular de la orquesta de la ópera de Mecklenburgischen. Presentó un repertorio atrayente como director invitado de la notable Filarmónica de Stuttgart. “Tres Piezas para Orquesta” op. 6 del austríaco Alban Berg que dejó temprano, en su carrera de compositor, la tonalidad para ingresar primero en la atonalidad y luego en el dodecafonismo. Las tres piezas expuestas sin solución de continuidad, sin duda suenan, aún hoy, como algo extraño y hasta exótico. Luego el “Concierto Fúnebre para Violín y Orquesta de Cuerdas” del casi desconocido Karl Amadeus Hartmann, compositor alemán del siglo XX. Contó con la participación de la joven violinista rusa Alina Pogostkina (27) quien mostró con rigor y suficiencia, cómo el autor transitó el camino de Stravinsky y Bartok.
Alumna de la famosa Dorothy De Lay y de Ruggero Ricci, lució su musicalidad junto al estupendo grupo de cuerdas de la orquesta. Finalmente la programática Sinfonía nº 6 «Pastoral” de Ludwig Van Beethoven. Su ejecución fue inobjetable. Es más, hasta podría decir que nada tiene que envidiar a la hecha por directores consagrados, vivos o no. Ya sabemos que la descripción que hace el autor de los ruidos naturales de los bosques vieneses cuenta del sonido del follaje, del canto de los pájaros, de una fiesta
campesina, de la tenue lluvia que deviene en tormenta feroz. Todo ésto estuvo en esta inmaculada presentación en la Liederhalle Beethoven-Saal de Stuttgart.
Leipzig
Ingresar en la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig, el lugar donde el enorme Juan Sebastián Bach fuera maestro de capilla hasta su muerte en 1750 y donde están enterrados sus restos fue, al menos para mi, conmovedor.
La iglesia reconoce antecedentes desde el año 1160. Tiene un órgano bellísimo aunque desde 1966 cuenta en uno de sus laterales con un órgano más pequeño pero de fantástico sonido.
En ese momento uno de sus ejecutantes estaba tocando la Sonata BWV 527 que forma parte del primer libro de El Clave Bien Temperado. Escrita para dos manuales y pedales en sus melodías entrelazadas exhibe una belleza estremecedora.
Me tocó vivir el Bachfest con el que se homenajea el 260 aniversario de la muerte del genial compositor. Es impresionante ver toda una ciudad recordándolo. Estuve en la famosa Gewandhaus, el mítico edificio que data de 1713 y que hoy es un ícono de la ciudad con sus casi 2000 butacas, frente a la Augustplatz. Aprecié un concierto original. “Desde el alto cielo vengo” es un himno luterano que sirvió de base en una página para órgano y coro con su bello tema principal y cinco variaciones compuesta por Bach: “Vom Himmel hoch, da komm ich her” BWV 769. Sobre esa base el ruso Igor Stravinsky (en 1956) y el suizo Laurent Mettraux (en 2008 por encargo de la Gewandhaus) compusieron sendas obras para coro y orquesta. La obra de Bach fue presentada por el organista alemán nacido en 1961 Michael Schönheit en el poderoso órgano de la sala. El moderador Heiner Stolle comentó acerca del texto del himno y luego describió junto al director Ricardo Chailly el carácter y significado de ambos trabajos sinfónico-corales.
Curiosamente ambos duran veintiún minutos aunque sus pentagramas son totalmente diferentes. El de Stravisnky, casi minimalista, exige más
de una audición para su apreciación pero el de Mettraux es sólido y expresa religiosamente los significados de los versos luteranos. La orquesta es una maravilla en todas sus secciones. Chailly es un notable conductor y el coro de la Gewandhaus (25 voces masculinas y 25 voces femeninas) no podía ser mejor.
Finalmente, en la lujosa estación ferroviaria de la ciudad y en el marco de los
homenajes a Bach estuvo el Restless Rees Saxophone Quartet con arreglos de corales bachianos ofrecidos en el programa denominado “Bach im Bahnhof”.
Bamberg
Como muchos saben, pertenezco a tres foros de música clásica. En uno de ellos se encuentra el violinista mexicano Raúl Teo Arias que es guía de los segundos violines de la Orquesta Sinfónica de Bamberg. Supo que estaba en su ciudad y dentro de su extensa actividad musical se las arregló para atenderme como si fuera su amigo de siempre. Gracias a él pude comprobar cuanto creció la orquesta alemana. La había conocido en la década del ochenta bajo la conducción del ya fallecido, Horst Stein. Su director titular es Jonathan Nott. En esta oportunidad, bajo la batuta del director laureado de la Orquesta de San Francisco (EE.UU.) Mº Herbert Blomstedt, tuve el privilegio de oír un excelente organismo sinfónico. Se inició el concierto con la bella cantata nº 82 “Ich habe genug” BWV 82 escrita para la Fiesta de Purificación de María por el inmortal Bach. Está compuesta para, bajo, oboe (solistas) grupo de cuerdas y bajo continuo. Es una cantata sombría desde que su texto dice “con alegría saludo a mi muerte y luego voy a escapar de las angustias de la tierra”. La cantata alterna recitativos y arias, una de las cuales es muy parecida a Geduld de la Pasión Según
San Mateo, que permitieron el lucimiento de un cantante fuera de serie: Hanno Müller- Brachman, que debutara en 1998 con Daniel Barenboim. Su labor fue de tal magnitud que el aplauso duró mas de diez minutos y obligó al joven bajo a salir innumerables veces a saludar. Luego vino la sinfonía de las pausas. Llamada así por sus largos silencios, no deja de ser un monumento sonoro la Sinfonía nº 2 en do mayor de Anton
Bruckner. Con su elaboración organística, esos silencios sirven como para pensar acerca de lo que sigue y lo que se desea expresar; como si fuera una pausa profunda.
El maestro Blomstedt se preocupó no solo de un tempo riguroso sino en el valor de las intensidades expresivas hasta llegar al apoteósico final.
También invitado por Raúl, escuché el Bamberg Streichquartett integrado por él mismo como primer violín, Marek Pychal segundo violín, Lois Landsverk viola y Karlheinz Busch violonchelo. Primero fue un cuarteto al estilo Haydn del compositor bohemio Adalbert Gyrovetz (allegro, lento, rondó -muy atractivo- y allegretto). Después el cuarteto op. 12 de Felix Mendelssohn, fino, elegante, romántico para cerrar con una
danza mejicana de Emmanuel Arias, padre de quien me había invitado.
Cuarteto homogéneo, tocan con amor y profesionalismo. Los cuatro integran la orquesta citada antes y les espera una intensa labor en el próximo Festival Schloss Seehof durante julio y agosto.
Colonia y Frankfurt
Jazz, coros, la maravillosa catedral de Colonia, el espectacular movimiento de una de las principales ciudades alemanas como es Frankfurt y su grandiosa ópera, serán motivo, tal vez, de una nota futura. Volví con la convicción que Alemania es uno de los motores de Europa y no sólo en materia musical.
– Fotos: La primera foto, está tomada antes de entrar al concierto en la Liederhalle Beethoven-Saal (sede de la Orquesta Filarmónica de Stuttgart). La segunda, fue tomada al momento de retirar los tickets, es la Konzerthalle Bamberg (sede de la orquesta Sinfónica de Bamberg).