– UNANIMIDAD DE DIPUTADOS SOBRE LOS JUICIOS POR LA DICTADURA
Política de Estado
La Cámara de Diputados declaró por unanimidad que los juicios por los crímenes de lesa humanidad constituyen una política de Estado. Esta excepcional decisión, por encima de los enconos políticos, fue silenciada por La Nación, que aboga por la impunidad, y por Clarín, que tergiversa o denigra cualquier acto que sospeche merecedor de la simpatía oficial. La suspensión a Garzón por aplicar en España la misma ley que en Subamérica convierte al Reino en una republiqueta.
La Cámara de Diputados declaró por unanimidad “política de Estado” los juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura. El proyecto fue preparado por el Centro de Estudios Legales y Sociales en adhesión al Bicentenario.
1º en comisión y luego en el recinto se aprobó sin un solo voto en contra o abstención.
Los considerandos del CELS tienen la amplitud que se extraña en los debates partidarios. Reconoce el trabajo de la Conadep y el juicio a las juntas promovido por el ex presidente Raúl Alfonsín, que consolidaron los derechos humanos como pilar político de la restitución del estado de derecho y sustento ético del entramado social; recuerda que las leyes de impunidad fueron declaradas nulas por la justicia en 2001 en la causa Simón a solicitud de organizaciones de la sociedad, celebra la aceleración de esos procesos a partir de 2005 con el aval de los 3 poderes del Estado y el impulso que dio a esas causas el ex presidente Néstor Kirchner.
Esa recapitulación valora los aportes que distintos sectores políticos y sociales hicieron para llegar al resultado actual, del que algunos políticos livianos proponen retroceder, como el ex senador Eduardo Duhalde, que busca captar el voto del sector reducido pero homogéneo que antes cubría el ex comisario Luis Patti, hoy detenido y procesado por sus crímenes, y el teniente coronel Aldo Rico, que parece cómodo con su horizonte municipal.
Duhalde cree que ese porcentaje, de 5 a 10 % del electorado, le permitiría sentarse a alguna mesa de negociación en caso de una eventual 2º vuelta entre 2 candidatos fuertes en 2011.
Sigue así la línea de los ex presidentes Alfonsín y Carlos Menem, quienes no se resignaron al natural paso del tiempo y las coyunturas y pretendieron conservar una vigencia que la sociedad les negaba.
En un Congreso dividido y enfrentado, una votación unánime es excepcional.
Sin embargo ni La Nación ni Clarín se dieron por enterados, como si el hecho no hubiera ocurrido. Ese intento vano de reescribir la realidad tiene explicaciones diferentes.
El diario orientado por Claudio Escribano reclamó durante mucho tiempo una amnistía para los responsables del terrorismo de Estado y desde que advirtió su imposibilidad, postula una insostenible equivalencia con los actos cometidos por miembros de las disueltas guerrillas de entonces.
Clarín, por su parte, embarcado en una batalla de vida o muerte, tergiversa o denigra cualquier acto que sospeche merecedor de alguna simpatía oficial.
El daño que esos medios están haciendo a su credibilidad al abandonar su razón informativa de ser y alinearse como alfiles de un combate político y económico será más duradero que este gobierno que, como todos, pasará.