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jueves, octubre 10, 2024

18 F: “Eran simplemente personas que caminaban bajo la lluvia”

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“Eran simplemente personas que caminaban bajo la lluvia .” Así define Claudia Capogrosso, dueña de un local sobre Avenida de Mayo al 600 la marcha que anteayer movilizó a 400.000 personas desde el Congreso de la Nación hasta la Plaza de Mayo para rendir homenaje al fiscal Alberto Nisman , que murió luego de denunciar a la Presidenta. “No vi banderas políticas, ni vendedores de baratijas, ni colectivos trayendo gente, ni oportunistas. Eran personas como cualquiera de nosotros, hartas de pedir justicia y no ser oídas”, apunta.

Claudia tiene 39 años y en estos años que tiene sobre Avenida de Mayo se volvió una verdadera especialista en marchas. “En reclamos que lamentablemente quedan en la nada”, puntualiza. En la movilización de anteayer dice que vio algo distinto. “No era la gente que siempre viene a las marchas.” Tanto que tuvo abierto el local hasta las 18.30, cuando en la calle ya casi no entraba nadie más. Solo entonces bajó la persiana e hizo lo que nunca había hecho antes: se sumó a la multitud. Terminó volviendo a su casa, en Barracas, varias horas después. A pie. Completamente mojada, pero con la sensación de haber sido parte de algo más grande.

Un día después, sin embargo, el panorama sobre la Avenida de Mayo intenta convencer de que ese cambio que amanece, ese grito de silencio no tiene más chance que disiparse y morir el bullicio de reclamos desoídos que alguna vez desfilaron por esas mismas cuadras.

¿Y ahora qué? Sólo unos pocos carteles del 18-F persisten en las paredes 24 horas después. Aquellos que convocaban a la movilización prácticamente han desaparecido. Los que quedaron comenzaron a ser tapados por otras propuestas. Como las estampitas de los “cabarets vip”, que un grupo de jóvenes coloca a gran velocidad con Boligoma. Duran poco hasta que una cuadrilla de Ciudad Verde los despega de los tachos de basura a fuerza de hidrolavadora.

En la esquina de Piedras y Avenida de Mayo un cartel que pide “Exijamos justicia a la Justicia” quedó tapado por otro que parece gritar más fuerte “Cristina conducción“.

Volver a caminar aquellas cuadras que recorrió la multitud en homenaje a Nisman resulta elocuente. O al menos ofrece una interesante retrospectiva de los reclamos sociales que por allí caminaron en la última década. Y más…

En la plazoleta de la avenida 9 de Julio y Avenida de Mayo, el acampe qom sostiene un reclamo que antecede al de Nisman y llegó con posterioridad al pedido de justicia por el atentado de la AMIA. Un pedido que por histórico se volvió ancestral. Y que por ancestral se diluye en el tiempo… como llevan siglos esperando una reivindicación, nada los hace esperar que la solución al reclamo de los pueblos originarios vaya a llegar en los próximos días.

“Exigimos al Poder Ejecutivo, al Poder Legislativo y al Poder Judicial que garantice la aplicación de los derechos”, dice la bandera del campamento qom. Es curioso. Podrían prestarle la bandera a la mayoría de las marchas que han pasado en distintos momentos por esa misma esquina con pedidos tan distintos.

“El problema es que nos acostumbramos a reclamar y a que nadie nos responda. Esta avenida es una prueba de eso”, apunta Osvaldo Martín, encargado de un edificio a pocos metros de esa esquina. Anteayer el hombre se sumó a los cientos de miles que pidieron justicia por Nisman. “Espero que esta vez no quede en la nada. Como sociedad estamos cansados de que todo quede en la nada. A eso también le decimos basta”, apunta.

¿Qué nos dicen los carteles? Si uno se tomara el tiempo para leerlos descubriría desde hace cuánto tiempo los argentinos vienen gritando en el silencio.

Aunque el qom es distinto, hay una identificación involuntaria con el campamento más cercano: el de los veteranos de Malvinas, levantado en la Plaza de Mayo. El reclamo es otro, pero la respuesta es la misma: la no respuesta.

Y en el recorrido por la Avenida de Mayo los reclamos de justicia se acumulan. Se sobreescriben unos a otros y convierten a las paredes en un palimpsesto incomprensible.

Y los grafitis se volvieron las cicatrices mal curadas de los reclamos desoídos. Los desaparecidos, los muertos de la AMIA, las víctimas del 19 y 20 de diciembre y del gatillo fácil. Los asesinatos impunes, las deudas sociales, las promesas incumplidas de los gobiernos, todo permanece allí a lo largo de los años.

En Avenida de Mayo al 1202, en la esquina del banco ICBC, hay un cartel que pide: “Separación de la Iglesia y es Estado”. A pocos metros, otro vocifera “Diciembre es pueblo”. Sobre la Casa de Mar del Plata, la leyenda anuncia: “No le daremos de comer a nadie” y otro pide: “Ni un pibe menos”.

Hay que caminar 100 pasos, hasta el restaurante Le Clac para toparse con un sonriente Julián Domínguez que desde los afiches anuncia: “El futuro del proyecto nacional”. También sonríe la Presidenta en la puerta de la sede de la Asociación de Graduados por la Justicia Social.

Las banderas habían desaparecido durante la marcha, pero ayer volvieron a colgar con vista al asfalto por el que anteayer cientos de miles pidieron justicia.

De todas formas, los pedidos históricos, las denuncias y los reclamos se acumulan en la Avenida de Mayo y de tanto verlos quienes pasan habitualmente por allí se acostumbraron a no oírlos.

Si los carteles de la avenida fueran leídos como un diálogo aportarían un curioso mensaje.

“Por los compañeros vamos por los recursos naturales”, apunta un mural de Red Sudakas en Avenida de Mayo 1274. Pocos metros más allá una leyenda firmada por JP Descamisados promete: “7D Chau Clarín”. “Menos chamuyo y más presupuesto”, remata en letras rojas un tercer grafiti. Debajo de un stencil de Jorge Julio López hay una pregunta “¿Dónde está?”. “Prefiero morir como un cobarde que vivir cobardemente”, contesta otra leyenda firmada por FU Mir Otr Fote.

De todas formas, los pedidos históricos, las denuncias y los reclamos se acumulan en la Avenida de Mayo y de tanto verlos quienes pasan habitualmente por allí se acostumbraron a no oírlos.

¿Qué nos dicen los carteles? Si uno se tomara el tiempo para leerlos descubriría desde hace cuánto tiempo los argentinos vienen gritando en el silencio.

Apenas en una cuadra puede leerse: “Por otro 19 y 20”; “Muertos en la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre”. “Con gatillo fácil no hay derechos humanos”; “Justicia por Gonzalo Crespo”; “Garré y Berni”. “Yo voto Alfonsín”; “Basta de pagar la deuda de la dictadura”; “Mariano Ferreyra, presente”; “Nunca más”; “Indulto”; “No a la minería a cielo abierto”; “No te duermas, la rebelión es la calle”.

Las frases disparan cientos de imágenes y de recuerdos. Y de la mano de enfrente, la lista sigue: “Cortamos rutas, abrimos caminos”; “Aparición con vida ya de Bruno Schell, argentino desaparecido en Lima por policía peruana“; “Aborto legal, seguro y gratuito”; “Nunca más gente sin vivienda”; “Democracia o corrupción”; “Las Malvinas no se tocan, Famatina tampoco”; “Los fetos van al paraíso”.

¿Al paraíso? El reclamo feminista también dice presente en la avenida más machista que tuvo la ciudad, en la que históricamente sólo hubo locales de ropa de hombre. Recién en la última década una casa de lencería femenina consiguió colgar bombachas y corpiños en una vidriera. “Ni a planchar ni a lavar los platos. A las calles a luchar”, dice una gran leyenda verde sobre un edificio en Avenida de Mayo 953.

Al igual que la bandera qom, hay mensajes que parecen cobrar actualidad con las nuevas tragedias que desfilan por la misma avenida.

Al igual que la bandera qom, hay mensajes que parecen cobrar actualidad con las nuevas tragedias que desfilan por la misma avenida.

“Tu ruido en el aire. Otro día gris amaneció esta mañana. Aunque sigo sin despertarme de esta pesadilla que el tiempo reconstruye. Solo el invisible ruido de tu presencia quede en el aire sin pausa y sin distancia.” La que firma es Mari. El destinatario es Gastón Riva, uno de los jóvenes muertos a manos de la policía durante los enfrentamientos del 19 y 20 de diciembre de 2001.

Otra muerte sin sentido, otra familia partida por el dolor, otra mujer a la que una injusticia le quitó las ganas de todo. Mari escribió su mensaje en seis azulejos que pegó en Avenida de Mayo al 900, a modo de homenaje. Con permiso o sin permiso. Lo mismo da. Su carta de amor es un grito que ensordece pero se disipa en la constante sucesión de tragedias e injusticias.

“La vida es nada si la libertad se pierde”, apunta una leyenda a pocos metros del edificio de la fiscalía en la que trabajaba Alberto Nisman. La frase le pertenece a Manuel Belgrano. En aquellas paredes, otros mensajes, escritos evidentemente antes de la muerte del fiscal, cobran curiosa actualidad: “La verdad sigue secuestrada“; “Los juzga un tribunal, los condenan todos“.

En uno de los tachos tamaño elefante que hay frente al gobierno porteño, la Presidenta también cosechó apoyo: “Todos con Cristina”, dice un cartel impreso sobre una foto de unas 20 personas que trabajan en la comuna 4.

Con un día de diferencia, el contraste se notaba en la Avenida de Mayo.

– La Nación

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