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lunes, noviembre 25, 2024

Las mentiras de Juan Carlos Romero y la “desnutrición cultural” de Urtubey

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El artículo publicado por JCR en su sitio web titulado “Contra la pobreza, la marginación y la exclusión no podemos pelear solos”, no hace más que decir puras mentiras a partir del autobombo sobre sus gestiones de gobierno en favor de la desnutrición y la pobreza.

Si Urtubey actualmente padece la “honestidad” del diario El Tribuno y se defiende diciendo que la desnutrición no es un problema ni físico ni sanitario sino cultural, además de manifestar que ahora le sacan la ficha descubriendo la pobreza que “ellos” mismos generaron, Romero también se lava las manos intentando tapar lo que realmente fue su gobierno. En el discurso de campaña de Urtubey, este manifiesta que ni en una ni en dos gestiones podrá terminar con la pobreza, lo cual es apenas un indicio de reconocimiento del problema.

La Nación informó el pasado 11 que nueve niños de familias aborígenes murieron en los últimos diez días como consecuencia de deficiencias alimentarias severas mientras que el periodista Jesús Rodríguez dio a conocer el 12 de febrero en Clarín: «Gerardo Banegas, de un año y diez meses, se convirtió anoche en la octava víctima de la desnutrición en el norte salteño».

La BBC publicó días pasados: “Uno de los grupos más vulnerables son las comunidades indígenas, sobre todo las que habitan en el noroeste del país, en la zona conocida como el Gran Chaco o Chaco Salteño, que abarca a las provincias de Salta, Formosa, Chaco, Santiago del Estero y Santa Fe. Los ocho niños que fallecieron por causas relacionadas con la alimentación deficiente en 2011 eran de familias aborígenes de Salta. Las muertes generaron acusaciones contra el gobierno provincial de Juan Manuel Urtubey, en medio de un clima preelectoral por los comicios gubernamentales que se llevarán a cabo en abril. Urtubey, un aliado del gobierno nacional, reconoció que ‘la desnutrición infantil es un drama latente’, pero señaló que el principal problema no es la falta de asistencia estatal, sino una ‘cuestión cultural’ de los indígenas que dificulta las tareas de ayuda”.

En el discurso autobombista de Romero, expresado por escrito en su página, saca a relucir el problema de la desnutrición y la pobreza actual como contraposición a lo que realizó en su gobierno: “No quiero defender lo que se hizo en la gestión anterior, durante 12 años de gobierno democrático, porque eso corresponde a la ciudadanía. Sí voy a enumerar programas como el Plan Social Nutricional, los Centros de Desarrollo Infantil y Comunitario, Pan Casero, los Módulos Familiares, Refuerzo Alimentario, Pancitas, Crecer Mejor, las Unidades Productivas de Autoconsumo, la educación alimentaria y nutricional, el Plan Alimentario Infantil, el Plan de Políticas Públicas y el conjunto de acciones que nos permitieron estar cerca de los problemas y contar con un diagnóstico claro, todo lo cual sólo fue posible con el encomiable trabajo de los agentes sanitarios”.

De más está decir, sino basta con consultar el artículo en www.romerojuancarlos.com.ar, que Romero pone a consideración los errores actuales del gobierno de Urtubey. Que sea JCR quien escribe, no quiere decir que no sea cierto lo que le enrostra al joven gobernador, pero no es menos cierto que Romero miente y que su gobierno no fue color de rosa en ningún ámbito: no sólo no combatió la pobreza sino que la reprodujo. Y está documentado en el libro de Sergio Poma, quien se encargó de dejar a la posteridad las verdades a través de su libro que tituló “Salta, el Narcopoder” en donde registró testimonial y documentalmente, lo que fue realmente el Romerato o Sultanato.

Memoria

El capítulo V del libro de uno de los héroes del periodismo salteño, Sergio Poma, comienza con el título “La desintegración social” cuyas palabras subsiguientes encabezan a modo de epígrafe el desarrollo completo del tratamiento de la pobreza en Salta: “Para los chicos pobres tengo 300 cajoncitos de lustrar”, mal habida frase convertida en célebre por su histórica connotación, dicha por la esposa de Romero, Carmen Lucía Marcuzzi. Con buen tino Poma la calificó como “brutal” y agrega el siguiente análisis: “desnuda como ninguna expresión, cuál es el concepto de movilidad social que anima a su marido, el gobernador”.

Sergio Poma toma el titular del diario La Nación del 30 de noviembre de 2004 que dice: “El 70 % de los pobres del Norte dice que pasa hambre”. El artículo de la periodista Marta García Terán se basó en el trabajo elaborado por la Cruz Roja Alemana y la Cruz Roja Argentina. El porcentaje del hambre arrojado en el trabajo evidenció que Salta tenía el mayor índice de hambre en el país con el 89,2 %, provincia a la que le siguió en segundo lugar Tucumán con el 77,6%. Otro dato de la encuesta arrojó que en el norte argentino un 43,3 % padecía hambre severo. Poma señala que la desnutrición es el resultado de la pobreza y que estos números ponen en evidencia la situación. La pobreza se daba por las siguientes condiciones: hacinamiento, viviendas precarias, desempleo, malas condiciones sanitarias, falta de agua o de red o de cloacas o falta de educación.

En el 2002, mientras Romero se candidateaba a presidente, datos del libro de Poma, Buenos Aires registraba 19,8% de pobres frente a 66 % de Salta según la Dirección de Estadísticas y Censos de la provincia, y que el 37 % eran indigentes.

El 22 de agosto de 2002, el DDN publicaba que en Mosconi había 80 niños de entre 3 y 7 años desnutridos, y muchos de ellos en canal 3. FM Despertar señalaba el 12 de agosto del mismo año que los chicos de Tartagal sacaban comida de los basurales porque se habían cerrado 31 comedores ya que la provincia les adeudaba 4 meses de envío. También informa que los chicos van a las escuelas sin zapatillas y que las maestras no tienen ni tizas. La Dra. Gladis Pernas, jefa de recuperación nutricional del Hospital de Niños declaró: “la pérdida de trabajo de los padres ocasiona la disgregación familiar, la desnutrición infantil y el abandono escolar” agregando que la desocupación ascendía a un 30 %.

En el semanario Cuarto Poder de mayo de 2002, se da a conocer que la tasa de mortalidad en Tartagal llegó al 100 % y que con el decreto 519 se recortaban 8 millones de pesos al presupuesto de salud y educación. En abril de 2004 el Nuevo Diario publicaba que el 23 % de los niños de San Antonio de los Cobres está desnutrido y con un índice de 60 & de desempleo. Otro dato alarmante era que de 227 mujeres que daban a luz, 74 tenían entre 10 y 19 años. El Clarín afirmaba que el Hospital Nicolás Pagano no contaba con ningún pediatra.

En el 2006 se conocía una nueva cifra alarmante en el departamento de Güemes donde 389 niños de 5 años estaban desnutridos, 19 en estado grave, según datos oficiales registrados por el Nuevo Diario.

Mientras tanto el slogan romerista era “Los salteños seguimos adelante”, al tiempo que el ex gobernador manejaba las partidas presupuestarias a su antojo lo que indicaba una malversación de fondos que “acentuó el vaciamiento de la provincia con el consiguiente deterioro de las variables sociales” (pág. 261 del libro de Sergio).

Al mismo tiempo, las escuelas se caían a pedazos. En el 2006, en Salvador Mazza, los padres tomaron la escuela 4090 por tener techo desmoronado por humedad y baños electrificados. Ese mismo año, los alumnos de la Zorrilla no tenían un edificio digno y en un colegio, los alumnos tomaban clases en su iglesia porque ya no cabían. Por esa época la escuela de San Antonio de los Cobres no tenía calefacción frente a temperaturas de 10º bajo cero en invierno y escuelas del departamento San Martín y Anta en verano estaban sin agua potable. Al mismo tiempo, los médicos se quejaban por la falta de medicamentos para combatir hepatitis, hantavirus, lehismaniasis, dengue, tuberculosis y fiebre amarilla. Salta registraba uno de los cuatro índices más altos de Chagas en el país. A fines del 2002, Alberto Gentile declaraba que en Salvador Mazza cada casa tenía al menos mil vinchucas y que la gente dormía en el patio o en carpas por la situación incontrolada.

El dengue se originó en Salta en 1996, novedad que el gobierno no reconocía y por ello no atacó a tiempo su proliferación. En 1998, Tartagal registraba 400 casos aunque se hablaba de 1500 según FM Noticias mientras que TN expresaba que “el gobierno no tomó las medidas para prevenir el dengue y la fiebre amarilla. La mujer que murió como consecuencia de la enfermedad ocurrió por negligencia”.

Durante la gestión del Ministro Carlos Ubeira en el 2004, el asilo del Hospital Joaquín Castellanos padecía de hedores y de situación infrahumana. En el 2006, el geriátrico mantenía la situación de abandono que era conocida ampliamente por todos los funcionarios del gobierno de Romero.

El fenómeno de los chicos de la calle creció en la gestión romerista. La “Secretaría de la Niñez y la Familia” no tenía funcionalidad real puesto que los niños “en situación de calle” inundaban el centro. Mientras tanto la Iglesia miraba para otro lado y la policía impedía el ingreso de vecinos a la Plaza 9 en épocas de festividad. El INDEC daba a conocer que durante el 2005, Salta encabezaba la estadística nacional con el número más alto de desempleo siendo terrorífica la situación en Güemes y los Valles. En el norte, el desmantelamiento de YPF hacía “estragos” y Mosconi registraba un índice del 55% de desempleo además de una profunda emigración de sus habitantes.

A la par, el delito aumentaba, Salta incrementaba el número de denuncias criminales en el 2004 pasando a un 37,07 % más frente a una notable baja en Jujuy por ejemplo. Aunque las provincias del Norte en ese año aparecen encabezando el delito a nivel nacional constituyéndose Salta en la de mayor delincuencia. Aparecen las patotas que asaltan, roban, golpean, destruyen autos y se escudan en el fútbol o la política. Las patotas observan un crecimiento del 40 % en relación a años anteriores, situación que incrementó en el 2006, aumentando además, la violencia.

La situación de droga en los jóvenes va en aumento desde 1997, año en el que ya se habla del consumo del paco. En el 2006 los funcionarios caen en la cuenta de que algo había que hacer. Con respecto a los suicidios, se encubrían los números reales, pero se confirmó que durante el 2004, sólo en el barrio 20 de junio hubo 9 suicidios de jóvenes. El gobierno no ayudó a la población e intentó ocultar el dato y las cifras. Un joven confesó a FM Noticias que la droga se esparcía y que no eran escuchados por la policía. En el 2006, el Nuevo Diario habla de que la cifra de consumo de pasta base en el barrio 26 de marzo tiene un promedio de edad de 6 años. Los drogadictos eran visibles luego de las 18 hs. Niños de 8 años consumían poxirrán y en el mismo barrio- como en el 20 de junio- estaban los dealers. Esta situación es provocada por la desintegración familiar, la falta de contención y pobreza, factores que llevan al suicidio, además de la droga. La situación es similar en barrios Solidaridad, Santa Cecilia y Finca Independencia. Curiosamente quedó registrado el siguiente dato expresado por la vecina del barrio 26 de marzo, Andrea Rodríguez, en el diario chiquito: “los políticos saben (de esto) porque todos vienen, San Millán, Godoy, Urtybey”. Histórico, ¿no?

Cuarto Poder publica en el 2004 un número escalofriante: 117 personas que se suicidaron ese año. En el 2005 fueron 109 de los cuales 13 eran menores. El semanario afirma que el gobierno no responde e informa a través de Natalia Herrera que el Hospital San Bernardo y algunas ONGs se encargarían de la contención al suicida a través de una línea de ayuda. Mientras tanto el Colegio de Psicólogos está tratando de dar respuesta al problema, pero fue dejado de lado en el proyecto de la línea. En zona sur la situación se agrava con nuevas cifras de suicidio que nunca fueron publicadas por el diario del gobernador en ese entonces.

En el 2005, 20 de noviembre, el Nuevo Diario titulaba con 280 suicidios de jóvenes entre 14 y 20 años. Criticaba la falta de políticas de salud mental del gobierno de Romero. La Jueza Silvia Bustos Rallé hizo público en su conferencia “Derechos del Niño y los Riesgos del adolescente” que en la provincia de Salta se concretaban 120 suicidios al mes. En el 2006, Cristina Lobos afirmaba a la prensa que la ciudad de Salta es el distrito con mayor número de suicidios en el país y que en el año 2005 el 70 % de los casos correspondían a adolescentes. De esa cifra, el 67 % de los jóvenes tenían antecedentes adictivos. Por ese año (2006), El Tribuno trató de explicar 28 suicidios en la Ciudad de Orán con el titular: “Alarma y temor por los cultos satánicos que practican jóvenes”.

Al cierre del capítulo, Sergio Poma afirma: “Romero sabe que ha llevado a la provincia a una desintegración social sin precedentes (…) Su negligencia e insensibilidad son de características criminales. Dios y la Patria se lo demanden”. (pág.279).

El artículo de JCR

Hoy se debate en Salta sobre la desnutrición infantil y la provincia es noticia a nivel nacional por este flagelo. Es doloroso. A dos meses de una elección debiéramos estar escuchando debates de propuestas, ideas y programas, y ser noticia de los medios nacionales por alguna razón positiva.

Romero logró titulares nacionales por la pobreza, la desnutrición, el desempleo y el delito.

Es cierto que al haberse adelantado el proceso electoral también se adelantan los balances de la gestión provincial. Es en esta circunstancia que surgen datos preocupantes. Los medios tienen como función publicar noticias y mostrar la realidad. A nadie debería molestar que se cumpla con esta función, porque conocer la verdad ayuda en la elaboración de un diagnóstico ajustado y, en consecuencia, en la resolución de los problemas.

Romero ocultó la realidad desde su medio durante 12 años de gobierno. No cumplió con la función de informar.

Es muy importante elaborar buenas estadísticas y analizarlas con cuidado. No son un dato menor.

Hoy puedo hablar sin ninguna presión electoral, porque no soy candidato en estas elecciones. No tengo interés en polemizar sobre cifras, sobre responsabilidades ajenas y, mucho menos, sobre la calidad de las personas.

Nadie escuchará de mi boca ningún agravio personal ni ofensa a funcionario alguno. Sí me escucharán expresar una visión política diferente sobre esta y otras cuestiones de interés provincial, que espero sean entendidas sólo como eso: opiniones que expresan una posición distinta, pensada en función de la realidad de los salteños de carne y hueso que sufren estos graves problemas.

Su candidato es Olmedo. Habla por boca de otros. Mientras, se defiende proyectando lo que no ocurrió durante su gobierno.

En primer lugar, me parece un error político, cuyos resultados están a la vista, haber transferido la responsabilidad de la asistencia social a los municipios. Esto queda librado a la buena voluntad y a la capacidad, ambas cosas, de cada uno de los intendentes. La experiencia indica que no abunda la capacidad para satisfacer semejante demanda y, además, que es frecuente la tendencia a privilegiar la política electoral sobre la política social. Algunos, equivocadamente, creen que es lo mismo.

En segundo lugar, se ha decidido, a mi criterio también por error, imitar una metodología aplicada en la Provincia de Buenos Aires, que es la de entregar tarjetas sociales en lugar de la mercadería y el refuerzo alimentario. ¿En qué supermercado o drugstore pueden comprar con tarjetas de crédito los habitantes de Los Blancos, o los de Hickman, o los de Dragones, o las comunidades aborígenes del km 6 en las cercanías de Tartagal?

Romero no reconoce sus errores. Luego de 11 años de gobierno descubrieron que habían graves problemas sociales.

La necesidad, dice la experiencia, hace que las madres de familia que reciben esas tarjetas traten de «estirarlas» no sólo para comprar alimentos, sino para que cubran las urgencias de sus hogares, muy numerosas, durante todo el mes.

No puedo olvidar la frase tan simple como contundente pronunciada por una mujer guaraní de Villa Rallé, en Pichanal, cuando dijo que los 50 pesos de la tarjeta nutricional «no alcanzan para nada; con esa plata no se puede comprar ni un kilo de carne». Ella, como todas las madres, quieren asegurar a todos sus hijos el alimento diario y el deber del Estado es ayudarla, especialmente, a focalizar la atención nutricional de los chiquitos en riesgo. Con cincuenta pesos, es obvio, la ayuda no les alcanza, ya que por culpa de la inflación, para brindar el suplemento nutricional harían falta no menos de 160 pesos.

Hoy no puede olvidar lo que olvidó 12 años. Educación y salud, fundamentalmente.

Priorizar alimentos y orientar estrategias nutricionales es tarea del Estado. Dejarlo librado a la buena voluntad o a la intuición de los intendentes, los padres o tutores es la opción equivocada, cuyos resultados hoy se perciben en las comunidades del norte.

Romero jamás se llevó bien con los intendentes. La afirmación es “haz lo que yo digo mas no lo que yo hago”.

Tampoco se puede confundir mortalidad infantil con desnutrición infantil. Son cosas claramente diferentes.

Obvio. Pero una es consecuencia de otra.

Para enfrentar la desnutrición es necesario que actúen con energía los agentes sanitarios, tal como lo hacían hasta hace tres años, llegando a los hogares con todos los recursos para detectar de manera temprana las falencias nutricionales de un niño; y deben ser estos agentes, en directa relación con el Ministerio de Salud pública, los que lleven el refuerzo nutricional y hagan un seguimiento semanal de la evolución de cada niño.

No solamente. Quedó demostrado que deben intervenir distintos ministerios, entre ellos, también el de Educación, además de otras entidades no gubernamentales e Instituciones afines.

Es por que no se desarrolla esa tarea casa por casa por parte de los agentes sanitarios que ahora los chicos aparecen en los hospitales cuando el cuadro se ha complicado y el estado de salud es muy delicado. Tan tarde, que en el peor de los casos nos enteramos del fallecimiento de esos niños.

Los chicos no aparecen «ahora».

No quiero defender lo que se hizo en la gestión anterior, durante 12 años de gobierno democrático, porque eso corresponde a la ciudadanía. Sí voy a enumerar programas como el Plan Social Nutricional, los Centros de Desarrollo Infantil y Comunitario, Pan Casero, los Módulos Familiares, Refuerzo Alimentario, Pancitas, Crecer Mejor, las Unidades Productivas de Autoconsumo, la educación alimentaria y nutricional, el Plan Alimentario Infantil, el Plan de Políticas Públicas y el conjunto de acciones que nos permitieron estar cerca de los problemas y contar con un diagnóstico claro, todo lo cual sólo fue posible con el encomiable trabajo de los agentes sanitarios.

¿Qué pasó con los fondos presupuestarios?

Salta es una provincia pobre. Nadie puede asombrarse por ello. Contra la pobreza, la marginación y la exclusión no podemos pelear solos. Lo dijimos hace quince años y lo repetimos ahora. Se necesita un gobierno nacional que entienda que el desarrollo y la inversión en las zonas postergadas es la puerta por la que saldrán de la pobreza miles de familias. Pero con la desnutrición es otra cosa: se trata de un problema de gestión. No se puede estar cambiando planes probadamente exitosos por recetas foráneas y es contraproducente buscar réditos políticos en cada acción.

Repito la pregunta: ¿qué pasó con esos fondos enviados a la Provincia desde Nación? ¿Por qué se mostró a nivel turístico una Salta rica y floreciente? Decir en política, no es hacer. Los actos de habla de un gobernante no son iguales a hechos.

Palabras finales

El remedio de Romero para curar la “Desnutrición cultural” de Urtubey y denunciarla es peor que la enfermedad que él mismo alimentó y negó en su momento, lo cual suma al carácter de falso testimonio y virtuales realidades de una provincia inventada en su discurso autocomplaciente. Lo que supuestamente logró sólo son construcciones delirantes de una Salta inexistente. La otra Salta salió a la luz por diversos medios. El periodista Sergio Poma fue un gran compilador, analista crítico e investigador de esta parte de la historia de nuestra provincia.

– Notas relacionadas:

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