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domingo, noviembre 24, 2024

La coca es la hoja sagrada de los incas y tiene efectos medicinales

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Maritza Vera no hace dinero, pero está enriqueciendo al Perú. Es nutricionista y su empresa, cuya misión es hacer que el país se reencuentre con su poderosa tradición alimenticia, tiene 26 años.

En un principio nadie creía en Maritza Vera (salvo Maritza Vera). Las hortalizas, las plantas andinas, el potencial alimenticio de estas y el favor que le podían hacer al país eran su obsesión. Hoy tiene el mismo entusiasmo de antes y decenas de historias –con final feliz– que contar. Sus pacientes la adoran. Ella, nutricionista, viene siendo sorprendida día a día por las maravillas que hace esa hoja en la que ha depositado toda su fe: la coca.

Se dice que la hoja de coca podría acabar con la desnutrición no solo en el Perú, sino en todo el mundo pobre.

– Así es, y es importante que empecemos a revalorizarla, pues está demasiado satanizada cuando tiene un enorme valor nutritivo.

¿Qué tan nutritiva es?

– ¡Es la hoja más completa que hay sobre la tierra! Tiene proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas y minerales, ¡todo!, y en las cantidades que el organismo requiere. Esto le puede sonar raro a muchos, pero si vieras a mis pacientes… Y no los tengo de un solo tipo: hay con osteoporosis, con cáncer, con anemia crónica, con depresión. Esta hoja es maravillosa: ha hecho efecto en todos ellos.

¿Cómo llegó a ella?

– Cómo llegué a mama coca… Caminando por Trujillo, en el 70, vi a un señor sentado: me llamó la atención su especial tipo de piel. Me le acerqué, le pregunté a qué se dedicaba. Soy minero. Y resultó que para entrar a los socavones no requería balones de gas: chacchaba coca. ¿Qué? Comencé a averiguar. La única persona que había estudiado la hoja de coca era el doctor Fernando Cabieses. Lo busqué, le conté del minero –yo lo conocía porque siempre me ha interesado investigar sobre alimentación andina: Cabieses, Santiago Antúnez de Mayolo, me les acercaba para aprender de los maestros– y el doctor me dijo: sí, la coca tiene propiedades analgésicas, anestésicas.

Pero yo creía que había más. Le dije que iba a investigar: por algo nuestros incas la consideraban sagrada. Pero antes trabajé con la quinua y la quiwicha: quería rescatar nuestros alimentos por su gran contenido de nutrientes. De ahí, siguieron las algas marinas y, después, mama coca.

¿Por qué la dejó para el final?

– Porque no sabía mucho. Además, entonces nadie creía en la coca. Se la creía un analgésico, nada más. Hasta que comencé con un niño con leucemia.

¿Hace cuánto?

– Hace seis años. Es el hijo de una compañera de trabajo, y me pidió que la apoyara. Yo solo le podía dar un combinado de preparados: porque desde que empecé a trabajar –hace 26 años– me interesó solucionar el problema de la nutrición de los pacientes.

En la época del terrorismo, yo hacía mis ‘preparados bomba’. Porque los policías llegaban heridos y no había qué darles, entonces yo misma compraba quinua, quiwicha, polen: les preparaba mis compuestos y se los llevaba; y ellos regeneraban tejidos, tardaban menos en cicatrizar.

Compraba esos alimentos con su dinero porque su institución no creía en la medicina natural.

– No se usaba quinua ni quiwicha. Tú sabes cómo son las ideas que aquí se nos han inculcado.

¿Cómo entender que tengamos una farmacia natural tan a la mano y que no la atendamos?

– Es por el tipo de educación que recibimos: dicen que es medicina folclórica, no científica. ¿Con qué criterio pueden afirmarlo? ¿Tú crees que hombres que no han sido científicos han podido hacer tan grandes cosas?

Además de su labor en el hospital geriátrico de la policía, también atiende consultas particulares, pero no tiene consultorio: usted va en busca de sus pacientes.

– Yo soy una profesional ambulante, voy a donde esté el paciente. Qué pasa: a veces encuentro a mis ‘pacientes’ sentados en una banca: donde sea; y me siento a su lado y los atiendo. Pero si se trata de pacientes graves, no les voy a decir: «ven». Yo tengo que ir, familiarizarme con ellos. Porque no solo es curar la parte enferma, sino también darles afecto, es hacerles sentir que la vida es importante y que hay que luchar.

En su hospital no creían en la medicina natural, pese a ello le preparaba las medicinas a sus pacientes, además va en busca de sus pacientes: ¿de qué vive?

– De mi sueldo.

Le basta.

– ¡No me basta! Vendo una, otra cosa: me ‘recurseo’.

¿Usted es una mártir?

– Nooooo…

¿Acaso la financian los narcos?

– (Maritza ríe) Yo estoy en contra de ellos. Hay cosas muy importantes: yo siempre le hablo a mis pacientes del afecto. Por ejemplo: el caso de Gian Pierre, un niño con la enfermedad de pertes, una enfermedad bien rara que afecta la cabeza del fémur.

Un primo médico me habló de él, me pidió que lo apoyara –yo soy médico, no yerbero, me dijo–, y llegué al Hospital B. Leguía. Me dijeron que se trataba de un niñito bien malcriadito, un paciente terminal. Pero, qué pasa: a veces los profesionales cometemos muchos errores y no entendemos. Al parecer el niño escuchó que dijeron que él ya no tenía posibilidad de vida, y por eso reaccionaba así: agrediéndolos. Cuando llegué a él, me presenté: soy la nutricionista, te voy dar de comer rico, yo te voy a curar. No, todo el mundo me engaña, ¡yo me voy a morir! Él estaba inmovilizado de la punta de los pies a la cadera. ¿Le están dando algo? Ya para qué, me dijeron. Se lo pedí a su doctor. Es todo tuyo. Entonces le pregunté: qué te gusta comer. Gelatina.

Usted estaba de visita.

– Había pedido mi cambio. Gian Pierre quería gelatina y no había, y yo no le podía fallar: me fui a la calle y llegué con su gelatina. Ah, eres de palabra, me dijo. Sí, hagamos un pacto.

¿Qué edad tenía él?

– Cinco años, y este 20 es su cumpleaños (la entrevista fue hecha antes del 20 de noviembre) y yo voy a estar ahí. Y con Gian Pierre hicimos un pacto: tú vas a comer lo que yo te dé.

Y a todo lo que le daba le echaba coca en polvo.

– Sí, y si llegaba tarde, ya había dejado encargado que se la echasen.

A los tres meses le dije que me tenía que ir: que ya había cumplido mi misión. Ya le habían quitado el yeso. Te tengo una sorpresa, me dijo, y comenzó a caminar. Parecía un pato, ¡lindo!

¿Y ahora?

– Maneja bicicleta, juega fútbol, ¡es un terremoto!

¿Gracias a la coca?

– Sí.

Está convencida de eso.

– Durante todo ese tiempo, Gian Pierre no recibió ningún otro medicamento: solo coca.

Entonces su empresa es el impulso y la demostración de la eficacia del uso de la coca.

– Lógico. Su eficacia como agregado nutricional se está viendo en todo tipo de pacientes. La coca hace maravillas.

Tiene más calcio que la leche y tanto fósforo como el pescado.
Cien gramos de coca tienen 2.097 miligramos de calcio: cada tres meses te cura algo. Pese a ello, de sus 74 alcaloides hasta ahora solo se han estudiado 37. Los científicos no saben qué función cumplen, pero para mí tienen que ser positivas: la papaína, es un digestivo; la reserpina regula la presión y forma osteoblastos, por eso actúa en pacientes con osteoporosis.

A partir de la hoja de coca y otros productos naturales se podría generar una verdadera industria farmacéutica nacional.

– Así es. La hoja de coca es un complemento alimentario y se debe industrializar. Tenemos que rescatar lo positivo.

Como la posibilidad que ofrece de tener un país mejor nutrido y, por ende, más productivo.

– Porque cuando mejor alimentado estás, menos enfermedades hay: se produce más, ¡y esto es barato y está al alcance de todos!

Tremendo detalle.

– Con un sol de hoja de coca tienes para una semana.

¿En qué consiste el tratamiento?

– Mi trabajo es enseñarle a la gente a comer. A Gian Pierre se la daba molida, como se la doy a la mayoría de mis pacientes, porque es como mejor se asimila.

¿Cuál es la dosis ideal?

– Al principio, media cucharadita hasta llegar a una.

Al principio, compraba los productos con su dinero, ¿lo sigue haciendo o ya le han entendido?

– En el hospital geriátrico hoy ya se compra quinua y quiwicha.

Se están abriendo las puertas.

– Sí, la medicina occidental está aceptando.

¿Entonces, cómo entender las políticas de erradicación del cultivo de hoja de coca?

– Me da pena ver a gente que sabiendo que es buena, la sigue satanizando, culpándola del narcotráfico (Nils Ericsson, el hoy director ejecutivo de Devida, dejó la Empresa Nacional de la Coca para asumir ese cargo). Los responsables son quienes transforman la planta sagrada en algo negativo.

En la Vía Expresa hay un panel de desafortunado mensaje: Otra de las consecuencias de la coca, adicción.

Qué lamentable es trabajar para desinformar a la gente: no es honesto. Pero cada vez es más la gente que está encontrando en mama coca el cambio a su vida. Y ella está a la mano.

– Diario El Comercio Lima-Perú

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Los habitantes de América andina, tenemos con la Coca el privilegio de contar con uno de los productos más nutritivos del mundo

Posiblemente sus maravillosos efectos medicinales se deban al alto contenido de nutrientes que posee, ya que los nutrientes están en relación directa con el bienestar psicosomático del ser humano.

Los análisis de los contenidos nutricionales de la coca –Perú 1995 y Bolivia 1991- nos permiten hacer comparaciones con los contenidos de otros alimentos andinos y de algunas zonas de otras latitudes.
Un breve estudio comparativo sobre en qué magnitud la coca supera a otros alimentos más frecuente consumidos en nuestra región –ver cuadro adjunto- nos ofrece a los que trabajamos en el campo de la nutrición humana y la salud, la necesidad de investigar hasta qué punto se pueden lograr mezclas y preparaciones que pueden ser consumidas en raciones alimenticias, usando la coca en forma de harina, hoja fresca o seca. El utilizar la coca mezclada con nuestros cereales y tubérculos andinos elevaría los valores nutricionales de estos alimentos, especialmente del pan cotidiano que cada día llega a los hogares como una simple hojarasca de harina blanca.

Los contenidos de calcio, proteínas, vitamina A, vitamina E y otros nutrientes de la coca ofrecen al campo de la nutrición humana posibilidades aún más amplias que al campo exclusivamente medicinal.

Propiedades Nutricionales de la Hoja de Coca

Gracias a la investigación realizada por la Universidad de Harvard, en 1975, titulada “Valor nutricional de la hoja de coca” , se ha probado que la masticación diaria de 100 gramos de hojas de coca, satisface la ración alimentaria recomendada tanto para el hombre para la mujer, mientras que 60 grs. Por día colman las necesidades de calcio. Su contenido en vitaminas y determinados oligoelementos hacen que al mismo tiempo el mate de coca constituya un complemento nutritivo de la dieta diaria. Estos mismos estudios de la Universidad de Harvard sostienen que en 100 gramos de coca se pueden tener casi dos gramos de potasio que son necesarios para el equilibrio del corazón y se le atribuyen además propiedades adelgazantes. Sabiendo que estas tisanas (mates) son tan ricas en estos nutrientes, se convierten en alimento y medicina.

La concentración de cocaína en la hoja es muy baja, según investigaciones realizadas por médicos farmacólogos de la Universidad de Caldas, y por lo tanto, ingerida en forma natural, no produce toxicidad ni genera dependencia. Actúa como estimulante leve, mejora la atención y la coordinación de ideas, es algo así como tomarse un café concentrado. [N. del E. Podría incluso compararse con la Ritalina, un estimulante popular en los Estados Unidos para tratar el ADD (Attention Déficit Disorder) o Síndrome de Déficit de Atención que tanto aqueja a los escolares norteamericanos. Según funcionarios del Drug Policy Alliance (entrevista realizada en Nueva York por SRC, un 30% de los niños en edad escolar de los Estados Unidos es medicado cotidianamente con Ritalina]

– Nota relacionada:

La ONU pidió a Argentina prohibir el coqueo

http://www.salta21.com/+La-ONU-pidio-a-Argentina-prohibir+.html

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