Seguramente Pino Solanas no tuvo la intención, al menos consciente, de discriminar ni agraviar al electorado salteño, sino de señalar algunos rasgos de la política en las provincias (le concedamos por ahora esa confianza), pero el pez por la boca muere.
Es que el lenguaje traiciona muchas veces al hablante y termina expresando otra cosa muy distinta de lo que ese hablante en principio quiso supuestamente decir. Pero desde Freud en adelante, sabemos el sujeto no es inocente sino responsable, su traspié verbal no deja de vehiculizar una verdad que le concierne, desnuda aquello que mantenía acallado o reprimido. Entonces, no se trata de lo que haya querido decir Pino Solanas, sino de lo que textualmente dijo, quizá aun a pesar suyo, frases que desnudan en él la presencia de un prejuicio y una actitud discriminatoria que se contrapone a los principios que públicamente pregona. Pareciera ser que por algún extraño vendaval de la política, el pino se estuviera inclinando paradójicamente a la derecha.
Pino equiparó pobreza a ignorancia y a baja calidad del voto. En realidad pobreza no es necesariamente sinónimo de ignorancia, ni riqueza de conocimiento y cultura. Hay pueblos humildes cultos, muchas veces con mayor formación intelectual que la clase media o alta, y hay sectores o personas ricas sumamente incultas e iletradas. Es una de las características de esta época. No nos tentemos de poner algunos ejemplos. Precisamente hoy las elites dominantes en el mundo no se caracterizan por un alto nivel de refinamiento o cultura. Pero el prejuicio existe. Es que la subjetividad ideológica, que va mucho más allá de los colores políticos y partidarios, juega esas trampas al sujeto humano y lo divide, inclusive a quienes como Solanas, poseen un cierto nivel de reflexión y sapiencia.
Lo que aparece en las frases desdichadas de Pino Solanas, lo que se descubre, es ese prejuicio, bien porteño, de suponer que en el Norte Argentino la gente es inculta y que no tiene capacidad de reflexión. Pero, contrariamente a lo que supone Solanas, el voto de los sectores humildes de la población suele ser muchas veces el más «calificado». Es que los pobres votan generalmente con los pies en la tierra, en función de sus necesidades inmediatas y concretas, aun cuando más no fuere por un colchón o un terreno que les puede salvar en ese momento la vida. Eso mismo los abrocha a un sentido de la realidad. En cambio la clase media, en su mayoría, suele votar, no en función de lo concreto y de sus intereses sino de sus identificaciones imaginarias e ideológicas con la clase alta. De ese modo, votan generalmente a quienes luego le darán «duro con un palo y duro», como versa aquel poema de César Vallejo.
Lo digamos directamente, la clase media suele votar contra sí misma, contra todo aquel que le otorgue beneficios y la reivindique. Dicho de otra manera, no quiere parecerse a sí misma, mucho menos a los pobres, siempre sueña con las clases adineradas, se avergüenza de su propia condición de clase media, no quiere saber nada con los sectores populares que por una proximidad le pueden devolver reflejada su propia imagen en el espejo. Por otro lado la clase alta, menos neurótica que la clase media, vota enteramente con un espíritu de elite y no le interesa el país ni los otros ni el prójimo, sino sus propios intereses de clase, sus beneficios elitistas, sus negocios, sus ganancias, sus campos, sus dividendos. En este sentido es más coherente que la clase media, al menos defiende lo suyo y sus privilegios, aunque esos privilegios sean inadmisibles o repudiables.
Entonces, contrariamente a lo que afirma Pino Solanas, el voto de baja calidad es más bien el de los sectores pequeños burgueses, medios de la población, que por prejuicio e identificación se vuelven contra sí mismos y votan muchas veces los proyectos políticos que luego los dejaran esquilados y en Pampa y la vía. También el voto de baja calidad es el voto cínico de la clase alta, que vota en función de su voracidad y de sus negocios, a veces en contra del país mismo en su conjunto. Precisamente siempre fue en Capital Federal, donde se supondría que la gente es más o menos «culta», donde ganaron los peores candidatos de la historia como es el caso de macrismo, el Pro, los candidatos de la derecha, etc.
Además hay algo que Pino Solanas olvida y es que el proceso de desculturación de la población argentina es principalmente la consecuencia de la implementación del neoliberalismo en el país desde el golpe de estado de 1976, proceso de deterioro que el Kirchnerismo ha tratado de revertir y atenuar aun con todos los obstáculos y dificultades que tal empresa conlleva. Ese proceso de desculturación, de exclusión del sujeto humano, propio del neoliberalismo, involucró a todos los estamentos sociales: ricos y pobres, altos y bajos, jóvenes y viejos, del norte y del sur, del este y del oeste.
Es más, podríamos recordarle a Pino que la mayor marginalidad y deterioro cultural no se da de manera tan marcada en el Noroeste argentino donde todavía pareciera existir algún sustrato cultural y simbólico, sino más bien en la mismísima Buenos Aires, sobre todo en algunos sectores del Gran Buenos Aires, con la proliferación de la marginalidad, la rotura del lazo social, la caída de los ordenamientos simbólicos, el incremento de la delincuencia, la violencia, etc. etc. El hecho de vivir en Buenos Aires y ser, por ejemplo, una señora gorda y burguesa de un barrio porteño, con algunos ingresos que le permiten vivir desahogada, no implica que esa señora pueda emitir un voto de alta calidad ni que sea una persona necesariamente culta y reflexiva.
Es que Pino pareciera poder luchar, cámara en mano, contra todos los desmontes, la contaminación minera, la depredación de los recursos naturales, los negociados, el clientelismo político, la corrupción, las mafias, etc. pero no contra sus propios prejuicios. ¿Y si inicia un análisis?
– El autor es Integrante de Carta Abierta Salta.
Acerca de las inclinaciones del Pino
sono soberbio lo de pino y yo no lo diria asi pero la realidad es q la gente de la clase baja, pobre (aunque suene feo, es asi y esto existe, tambien esta la clase media y la alta) vota con la panza, con la necesidad, aunque no sea EL 100% hay un alto porcentaje; pino luego hablo de varias dependencias,; la clase media tambien un alto sector vota por dependencia, y la clase alta, un sector, no todo, vota por q le siga llendo bien.
yo te aseguro q si olmedo reparte la asignacion familiar gana olmedo.
Acerca de las inclinaciones del Pino
No puedo imaginarme la posición social, de aquellas que enumera , que ocupa rolo. Seguramente pertenecerá a la última categoría que el menciona para opinar como lo hace. Esta democracia conseguida por muchos de nosotros y por otros que hoy no están, permite leer comentarios de distintas tendencias y sectores sociales, incluso de aquellos que resultan beneficiados por el sistema imperante y que no desean cambios de ninguna naturaleza.
Acerca de las inclinaciones del Pino
Por más que algunos aliados bienintencionados aleguen que fue sacado de contexto esto no ha sido así, creo que Pino dijo lo que siente y piensa; lo más dramático de la entrevista no fueron las palabras sino el incómodo silencio que se produjo luego de haber hablado, fue entonces que el narcisismo le impidió rectificar sus infortunios.