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viernes, julio 11, 2025

«Adopción. Una historia casi diferente», texto de Eduardo Singh

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Adopción

Una Historia casi diferente.

(Relato Fantástico)

 

Antiguos Hados

Mientras miro por mi ventana hacia la nada misma de los malvones nacarados, recuerdo cuando servimos en nuestra mesa aquella gran mariposa negra, que parecía de terciopelo, que parecía una mujer. Entre mi recuerdo y las retamas, (antes el arroyo mordaz de los campos de riego) se dejan entrever las palabras que van dando sentido a los duendes del pasado. Nada es igual en este confinamiento de pandemia en el que vivo. Hay mariposas, luciérnagas en los platos a la mesa; cosechamos  agua de soles nocturnos para libar con las musas, acurruco la niñez adulta en este encuentro con  los hijos,  antiguos hados del bosque que hoy están aquí generando nuevas fórmulas de como habitarme creando.

(A Marosa Di Giorgio 28/11/2020)(Lo resaltado pertenece a Marosa)

 

La idea: romper los moldes

Transitando caminos, a lo largo del tiempo, fuimos creando formas de vida en la que convidábamos a todo ser que se nos arrimaba. Algunos arremetían como vampiros salvajes buscando nuestro néctar y otros en el cuadro de lo fantástico, venían por la paz de nuestra lucha diaria. La causa del vivir. En ese devenir de novelas y cuentos que representaban las horas, la tarde de ropa lavada de los sobrinos, en el tender de casa, marcó para siempre el deseo de tener hijos. Se trataba, en ese entonces, de presencia. De estar. De ser.

Entre aquel tender, (parte de la fábula fue el día que nos casamos, los chicos corrieron al grito de ¡tiiiooooo! A recibirme en el portal de la ceremonia donde todo estaba programado, menos esa reacción de amor, junto a los caballos alados que surcaban el cielo de octubre) y la idea final de inscribirnos en el Registro habían pasado once años.

La nueva ley del código civil abrió posibilidades para aquellos que deseábamos ser padres, desde todas las ópticas. La nuestra fue siempre adoptar. Preguntas y más preguntas. Miedos y dudas. Encarar al gigante de tres cabezas que rige, reordenando, las voluntades, es lo que nos paralizaba.

  • ¿Te parece si voy a averiguar? Es en la Ciudad Judicial
  • ¡Dale! Genial, pregunta todo y habla claro. Al regreso de mi viaje lo decidimos.

Mariposas Monarcas invadían nuestros estómagos la tarde que llenábamos los formularios. Eran preguntas fáciles, simples, claras. De las lapiceras fluían colores de arco iris para cada respuesta en papeles de oro.

  • Ni vos, ni yo, estamos en condiciones de levantarnos a la noche a cambiar pañales.
  • Estamos en la edad de acompañar el crecimiento, de cuatro a ocho años, creo.

 

El primer llamado:

Julio, dos mil diecinueve. Frío. Las heladas habían quemado los hongos del huerto, los primos lejanos de Marosa. El malvón blanco de la ventana se resistió a los embates creando nuevas poesías. Solíamos, desde años anteriores, sahumar la casa llamando a nuestro hijo. El humo del Copal y las hierbas orientales se llevaban el nombre de Teodoro. Las paredes de casa lo iban registrando.

La voz al teléfono, amablemente, nos dijo que vendrían a casa a conocernos. Mareos, vértigo de velocidad limite, limpieza y orden en todo el hábitat. Entendiendo que la concepción provoca el mismo vahído.

  • ¿Por qué quieren ser padres?
  • Porque sentimos que es completar nuestro desafío de vida constituyendo una familia. Porque entendemos que el crear vínculos es la esencia del tránsito de nuestra pareja.
  • La ficha dice un niño, ¿Qué pasa si son dos hermanitos?
  • Creo que no estamos en condiciones de estructura en casa para albergar uno más. Tendríamos que ver o repensarlo. Sabemos que el hogar se construye día a día. Sosteniéndolo.
  • De cómo vivían ustedes en su infancia, ¿por qué tiene que ser diferente acá?

Los encuentros posteriores en las semanas siguientes (de entrevistas y charlas individuales con el Registro de Adopción) fueron como invadir los espacios del frenesí y la coherencia. De lo tangible o creíble con lo mágico que llevan los embarazos. Nada se escapaba y todo se parecía a los sueños de Alicia en su país. Con  las cartas en la mesa nos mostramos en el juego del ser.

  • ¿Que viste vos?
  • En todos los colores que encontré en ese dibujo me encantó la disposición del corte del cerebro. Veía en el centro de eso la Pineal emanando luces y dando toda la información a la cabeza y al cuerpo. Esa visión desde arriba, me permitía sentir hasta las ondas de buenas vibras que esa ilustración transmitía.
  • ¿No viste nunca la mariposa?

El veinticuatro de agosto de ese año les contamos a nuestros gnomos seguidores de piyamadas en casa, que tendrían primos. El resto de la manada mayor también se enteraba. Era el cumpleaños número cuatro de Julián nuestro sobrino y el de Cristian. Nos decían entre risas y felicidad que estábamos destinados el uno con el otro para armar una gran tribu.

  • ¡Que sea una nena! ¡Así tenemos con quien jugar!
  • ¡Noooo que sea un chango para armar el equipo de fútbol!

 Al año, el teléfono suena

“A estos dos seres que viajaron desde lo hondo de los universos, a juntarse y a crearme, Pedro y Clementina – Clementina, Pedro, ahora aparentemente no visibles, dejo el pimpollo sacro de la rosanieve. Dejo la rosa roja de la resurrección sombría.” (Los Papeles Salvajes, Marosa di Giorgio)

De salir de nuestros preconceptos y creencias. De romper la métrica y la estructura que implicaba estar al frente de lo que la autoridad en su esplendor se sostiene. Allí parados frente a la nada y el todo, ante la Juez que nos convocaba. Rondando las angustias y los silencios, imaginándonos que el Sombrerero invadiría en algún momento el espacio de fantasía aparente. La coincidencia del llamado, al año exacto de los cumpleaños, hacía que el salto en la tirolesa, fuera como ciego. Solo atinábamos a tomarnos de las manos para evitar  temblar. Igual todo se bamboleaba a nuestro rededor.

  • El día que nos casamos, la persona del Registro nos dijo: “El Estado argentino los protege, ustedes se han constituido en una familia”. Por eso estamos; aceptamos su invitación, a abrir nuestro circuito.
  • Los he convocado después de leer sus legajos y de haber investigado sus redes y contactos. Viéndolos aquí, las palabras sembradas son de coherencia. Trabajo hace muchos años en este servicio. Hoy me siento honrada en darles a los hermanos en adopción, delante de este equipo maravilloso que me acompaña.

El parto fue como un poema. Rápido, claro, creativo y sin correcciones. Ese estado de la mente en inspiración, con los miedos propios de lo desconocido y a lo mejor doloroso. Como cuando los versos salen y definen dando entidad a las cosas y los juicios pesan. ¡Y que peso! La luz se nos abrió, dando paso a dos niños: diez y doce años.

  • Pero Seño, ¿quiere decir que vamos a tener dos papás y dos mamás?
  • No Teodoro, tendrán dos papás. Uno se llama Cristian y el otro Eduardo. Ellos, están casados y se aman mucho. Y quieren armar una familia. Por eso los eligieron a ustedes. Todo depende de lo que vos y tu hermana decidan.

En el pórtico: frente a la plaza

“Fui a visitarte y vi dos colibríes. ¡Oh, esos fuegos verdes y en vuelo! Sé que los mostrabas tú, diciendo: Yo también tengo cosas vivas. Me serviste desde tu caja, esas copitas de licor furtivo.” (Los Papeles Salvajes, Marosa di Giorgio)

Habían pasado siete días del festejo de Cristian y ya estábamos parados frente a la puerta que daba a los hijos que habíamos esperado eones de tiempo. La plaza en silencio al igual que las calles. El confinamiento restringía toda movilidad. Con los salvoconductos del proceso de adopción llegamos a la puerta del hogar. Nada ni nadie nos detuvo. Sentir el roer del crecimiento de los planetas en nuestros estómagos, alucinar con el aleteo de los pájaros en la piel, como si nos despeinaran el alma. Vernos sobrevolar como los cóndores y a cada  destello más certezas. Fue la misma sensación que experimentamos cuando nuestros hermanos recibían a sus herederos. Inconfundible aroma.

  • ¿Te puedo abrazar, Teodora?

En ese cruce, las ramas del árbol se entrelazaron al crujir del suyo. Nuestras almas se reconocían desde un lugar tan nuestro como la vida misma. Toda lejanía se acortaba y todo tiempo dejó de existir. La niña con alma vieja vino a encontrase en este tránsito de ir reparando las historias; su hermano, decidió no esperar más tiempo para lograr dar los saltos que en esta vida, otros, pretendían impedírselo.

Eduardo Iqbal Singh

Salta 28 de Febrero de 2021 (a seis meses de la entrevista con la Sra. Juez)

Inscripto en el Registro Nacional de Derechos de Autor

Exp 20201-APN-DNDA#MJ

Queda hecho el depósito que marca la ley 11723

Se citan textos de la Autora Marosa Di Giorgio “Los Papeles Salvajes” Edición Adriana Hidalgo 2008

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