Evidentemente, para los hegelianos, (y tambièn para marxistas) las revueltas árabes y los movimientos antineoliberales que se están sucediendo actualmente en la Unión Europea, deben constituìr la sorpresa de su vida. Parece que la Historia no tendrá el «Fin» que ellos predicaban.
Las grandes manifestaciones antisistema que estàn teniendo lugar en Europa (distintas en motivaciones y finalidades de las que ocurren en los países árabes), son una demostración concreta de que la Historia no acabará, ni con el comunismo (Marx), ni con la entronización del reino del neoliberalismo (Hegel). En efecto, fue Hegel el primero en postular que la democracia liberal constituiría el «Fin de la Historia» . Posteriormente, la expresión fue tomada a pie juntillas por uno de los más grandes estudiosos de Hegel: A. Kojevé y mucho después, por Francis Fukiyama. Marx tomó de Hegel esta concepción de la historia.
En todo caso, lo que Hegel (Kojevé), Marx y Fukiyama quieren significar es que – a través del triunfo de uno u otro sistema lo que llegaría su fìn sería la historia entendida como un proceso evolutivo único y coherente. El fin llegaría cuando la humanidad hubiese alcanzado una forma de sociedad que satisficiera sus más profundos anhelos. Evidentemente, tal forma de sociedad aùn no ha sido alcanzada. ¿Tal vez, con lo que quede del Planeta Tierra después que se hagan visibles efectivos los efectos del Cambio Climático, la alcanzaremos? Eso está por verse, yo no lo creo.
En cuanto a las manifestaciones y movilizaciones populares de Europa, a pesar de su aparentemente, distinto origen y motivaciones, tienen aspectos esenciales que las unen: todas son abiertamente anti neoliberales, han pasado de ser simples protestas a ser revueltas populares, se nota una convergencia rapidísima de propuestas de solución en torno a ciertos ejes: nada más de neoliberalismo, ni de control financiero- bancario de las instituciones sociales gubernamentales, democracia participativa real, fin del bipartidismo adhesión total a las vías pacíficas, al diálogo y a la desobediencia civìl como únicas armas, la exclusión rápida de extremistas de izquierda y derecha de sus filas, el uso extensivo e intensivo de internet y las redes sociales y, lo que es más importante, el establecimiento de enlaces con otros países de fuera de Europa.
Sin darse cuenta, un factor adicional de cohesión entre los manifestantes, le ha proporcionado el carácter descaradamente mentiroso y cómplice de la gran prensa alcahueta de Europa, USA y de otros países (Argentina). Las cadenas de diarios han establecido una miserable censura sobre los acontecimientos, un velo de misterio y dudas sobre un movimiento reivindicatorio único. Lo que se pretende es hacer creer al público que los movimientos populares no son otra cosa que bulla , ruido, producido por jóvenes bohemios que, con la plata de sus papás, se han dedicado a la joda. El caso más vergonsozo ha sido la ausencia casi total de noticias en relación a lo ocurrido en Islandia. En realidad, las manifestaciones han empezado allí. Y es allí tambièn donde han sido más efectivas. Los islandeses han conseguido: la dimisión total del gabinete, el juìcio al ex primer ministro, banqueros detenidos por la policía, la nacionalización de la banca y una nueva constitución. Y van por más.
Antes de terminar, corresponde unos comentarios acerca del papel de la izquierda. Una gran parte de la crisis política y la económica que se avecina en Europa y otros países, se debe a lo que Ignacio Ramonet califica de: » Una izquierda Descarriada». Él toma como ejemplo el caso Strauss- Khan, miembro del Partido Socialista Francés. Pero el descarrío total de la izquierda comenzó mucho antes, y en Francia, muchísimo antes, el PC francés apoyó la guerra colonial de Francia contra Argelia. Comenzó con la caída de la URRS. A partir de ahí, los comunistas hasta entonces incondicionales de Marx, Lenin y Mao, después de hacerse con las empresas del los respectivos estados, a precio de perro muerto, se volvieron neoliberales fanáticos.
En todo caso, esta izquierda descarriada, no ha tenido ninguna duda en aliarse con la ultraderecha a la hora de votar leyes abiertamente favorables a los banqueros del FMI, BM, Banco Europeo, o cuanto chupasangre apareció por sus paises. El caso más notable es Zapatero, es vomitivo oírlo hablar de la respuesta de «los mercados» ; como si fuera un Cavallo, Broda, Friedman, Rotshchild, Morgan, o cualquiera de los otros «sangre de Hitler» dueños de la banca internacional.
– Por Síndico (asiduo lector de Salta 21 y comentarista)