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sábado, noviembre 23, 2024

«Drácula, el musical» 2011: la consagración Cibrián-Mahler con qué Juan Rodó!

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“Que los amantes siguen amándose…” es la frase inspiradora de la obra con un excelente vuelo artístico que termina por distinguir el trabajo realizado en este espectáculo a la altura de los grandes musicales por todos soñados. Exquisitez y barroquismo en la puesta.

“Soñar hasta enloquecer”, es la insólita consigna, tema musical notable de “Drácula, el musical” a 20 años de su estreno, en la que se destacan las voces de la talentosa mezzosoprano Candela Cibrián Tapia como Mina Murray, mujer amada por el vampiro (joven artista de 20 años, sobrina de Pepito Cibrián); y de Leonel Fransezze como Jonathan Hacker, novio de Mina, encargado de la venta de tierras y que por ello viaja a Transilvania a entregar títulos de propiedad nada menos que al Conde.

El Conde Drácula, interpretado de manera brillante por el bajo-barítono Juan Rodó, artista que nació con este personaje y lo lleva a flor de piel, seduce a Lucy, recreada por la bella Penélope Bahl, para convertirla en su esclava hasta que reconoce en Mina a la mujer que amó cinco siglos atrás. Allí comienza su caída tras el dolor por el amor no correspondido.

Los otros destacados artistas son Adriana Rolla como Nani, guardiana de Mina y Emilio Yapor como el Dr. Van Helsing, quienes terminan por completar el abanico de los seis artistas principales del musical, entre un numeroso elenco.

hi_6-257.jpgEn Drácula se venera al amor a través de la sublimación del tormento y la destrucción de lo monstruoso. La puesta goza de una impecable realización técnica por donde se filtran los efectos lumínicos durante todo el musical. Artística-interpretativa y musicalmente excelente. La escenografía exhibe practicables multifuncionales con dantescas escaleras que simulan los grandes castillos o los puentes europeos. El vestuario está celosamente seleccionado, con vestidos de lujo y cambios según los tipos de personajes. Todo contribuye a recrear un ambiente claroscuro. La puesta es sumamente detallista y cuidada en todos sus aspectos.

En el año 1991 Drácula cautivaba al público. Veinte años después, lo ha conquistado definitivamente para convertirse en un clásico “drama” musical argentino de todos los tiempos.

Con un Rodó consolidado en su papel de vampiro junto a un notable elenco, con una dupla atrapante entre él y Candela, nos sumergimos en las tinieblas y emergemos a la luz, quizá con la fascinación por la oscuridad que despierta el erotismo entre las sombras, acaso llevados por un espejismo de sensualidad que acaba con la muerte.

Me senté a las 22 hs. y me levanté cerca de la 1 de la madrugada. El tiempo fue casi imperceptible puesto que el ritmo fue muy bien sobrellevado, con intervalo entre la primera y la segunda parte. El in crescendo nos llevó a un deslumbrante cierre en el que la magia teatral hace posible el convencimiento de la transformación y la desaparición del vampiro. Lo creemos, y arrojados fuera de la ficción, aplaudimos de pie en el Teatro del Huerto (viernes 26 de agosto) esta gran obra que se reescribió a sí misma, dirigida y libreteada por Pepe Cibrián.

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