Isadora Plateroti, titiritera del grupo Saltimbanquis, trajo a Salta desde Buenos Aires la obra “El Horrible, la historia del hombrecito que aprendió a reír”, en el marco del Festival Nacional Ojo al títere* que se realizó del 6 al 17 de octubre en el NOA.
“Lo bello es feo y lo feo es bello” – Acto I de Macbeth
Un público maravilloso fue el que asistió a la función que presenciamos el viernes 14 de octubre en Vª Lavalle: pequeñitos de la Sala Cuna. Atentos, curiosos, participativos y atrapados por la historia, capturaron al Horrible y lo convirtieron en un ser Bello.
Isadora se basó en el cuento “El brujo, el horrible y el libro de los hechizos” de Pablo Bernasconi para realizar una adaptación libre. Curiosamente, se trata de una transición lúdica hacia la identificación a través de la fase del espejo, teoría lacaniana que descubre el hito fundacional del yo y del sujeto.
La historia de “El Horrible” se sintetiza de la siguiente manera:
«Un día mientras el Brujo esta fuera del castillo, Chancery le pide al Libro Rojo de los Hechizos: ‘Quiero ser lindo’. Y este deseo trae consecuencias inesperadas…
Leytmeritz, el brujo, resuelve los problemas de todos con la ayuda del Libro Rojo de los Hechizos. Pero no puede ayudar a su asistente Chancery, el hombre azul y triste a quien la gente del pueblo llama: El Horrible».
Con una excelente partitura musical, unos personajes titiritescos bien elaborados y un texto muy bien hilado, la obra enfrenta al Horrible con el espejo en el que se autodescubre y es plenamente feliz. En la historia, nadie quiere ser quien es, el Horrible quiere ser lindo y el sapo quiere ser un pájaro. El brujo les enseña que ni la magia es capaz de transformarlos pues ese cambio es interior.
El teatro propone esa experimentación lúdica semejante a una fase infantil, sustituyendo el juego por la representación teatral. El paso del reconocimiento del sujeto se vive como un drama pero su desenlace es alegre. El hombrecito, que antes se veía de manera fragmentada, ahora es una totalidad: se reconoce a sí, al mundo, a los otros y a los objetos. Acepta quién es y aprende a reír. Con ello se cura y ya no teme ser como es.
El Horrible sufría cuando le gritaban “feo” o “gordito”. Sobre ello, Isadora dijo en el desmontaje realizado por esta crítica en La Ventolera, que quiso de alguna manera reflejar la discriminación hacia las personas por su aspecto físico, sobre todo aquella que padecen los niños en las escuelas. Acierto interpretativo muy bien logrado, puesto que hoy en día está de moda el bullying o acoso escolar, que incluso ha provocado suicidios en adolescentes. Las razones del maltrato son por el color de piel, la orientación sexual y el aspecto físico. En este sentido, el teatro actúa para reflexionar sobre la fealdad, rasgo subjetivo que depende de quién la objetive. Umberto Eco señala en “Historia de la fealdad” que la relación entre lo normal y lo monstruoso puede invertirse en función del espectador.
El Horrible representa un personaje antiburgués, lejos del principesco carilindo rubiecito de muchas afamadas historias que volcaron el ideal de belleza en esos modelos sociales.
Así, la obra es una joyita sobre el ser, acaso un espejismo sobre lo real. Lo importante es que invita a reflexionar sobre la autoestima, la identidad y el vínculo que se establece entre el Yo y el mundo. Una historia con valores agregados.
* Organizado por: La Ventolera espacio de arte y Teatro de Títeres A punto de Ser Pez (Salta) y La Sodería Casa de Teatro (Tucumán). Coordinación sede Jujuy: El Alfil teatro de objetos – Teatro ADN