Confieso no tener memoria, en el pasado reciente, de haber vivido tan saludable actividad social en un marco de tanta alegría comunitaria…
No puedo disimular mi admiración por nuestra SRA PRESIDENTA y su capacidad para informar y alentar a la ciudadanía toda, globalidad de la población que siempre estuvo separada de los intereses del poder gobernante, cuando no de las manipulaciones perversas, a las que las sometía el poder y sus operarios de turno. Hoy la realidad es, diametralmente distinta, a pesar de la miopía de los que “infantilmente” pretenden contradecirla, muy a pesar de sus obcecaciones.
Definir de “lastimero” su discurso o de un “destino de sombra”, no hace más que engrandecer su figura (como todas las veces que pretenden desvirtuar sus verdades), o hablar con una excesiva necedad (=terco o confiado en lo que dice o hace) de la realidad presente, que si en algo se caracteriza, precisamente, es en haber abierto el juego a la participación, pero la memoria histórica está negada en estos ciudadanos, que se esfuerzan por ejercitar la descalificación.
Si de algo está cargada su gestión, es de exceso de RESPONSABILIDAD, en la que se participa al pueblo, con exagerada licencia, para que los espacios de opinión estén abiertos al hombre de a píe. Confieso no tener memoria, en el pasado reciente, de haber vivido tan saludable actividad social en un marco de tanta alegría comunitaria; que no borra los problemas puntuales cotidianos de la elección de vida de muchos provincianos que optaron por la carta de ciudadanía porteña. Los riesgos propios de vivir en la parte del país más densamente poblada (a la altura de las grandes capitales del mundo) requieren nuevas y constantes actualizaciones para la vida en comunidad.
Igualmente, requiere del esfuerzo y creatividad de los funcionarios encargados del orden Municipal, en una tarea en que se suman esfuerzos civiles y de control regular de los estamentos específicos, confiados a todo el orden social. No es tarea individual, en este caso de nuestra Jefa principal, sino de toda la comunidad organizada y activa: pobladores, agentes de tránsito, intendentes, funcionarios de rangos intermedios, funcionarios superiores, etc. Y de última, al que mal interpreta la función, se lo remueve o enjuicia, según corresponda al mejor criterio.
En otro orden, nuestra SRA PRESIDENTA dio otro rumbo, a los “etiquetamientos” de que por la condición de ciudadano común, soy, inexorablemente, un perejil; por el contrario, sin ser comúnmente un militante, no me siento un inútil de la sociedad. Recuperar la autoestima social, no es un objetivo menor de esta experiencia política (con su resonancia en la ampliación del protagonismo cívico generalizado) , como no es menor la reinstalación de la palabra social (el lenguaje del pueblo), como no es menor que la juventud esté involucrada en el diálogo político, como no es menor los programas sociales para jubilados, como no es menor que humildes adolescentes disfruten de la conectividad informática, como no es menor que la Universidad esté investigando, etc.
Lo que si es menor y deplorable, es poner el acento de esta DEMOCRACIA (que costó tanto conseguir) en: LA NEGATIVIDAD inconducente, el TERRORISMO en todas sus variables (con el único propósito de intimidar, con el propósito de retroceder los avances democráticos), ejercitar a lo que dé lugar la DESCALIFICACIÓN generalizada del “caiga quien cayere”, motorizar sin piedad la DEGRADACIÓN de la polémica, imposible de practicarla cuando se construye una idea sobre la pura humillación.
Concluyo mi modesta intervención estando convencido de que nunca hubo más luz y optimismo que con esta Democracia, desprovista de las connotaciones de horror con que se refieren los tenaces y malintencionados opositores. No creo que estemos ante un destino de sombras, salvo que los que la propugnan, estén imbuidos de ese espíritu de fracaso personal o de otros intereses inconfesables.*
– Juan Pedro Manghera/Salta 3/3/12
*Doy fe de que no es el caso particular de mi apreciado amigo Nelson Muloni, con quién me toca disentir en esta ocasión, pero con el cual no comparto su mirada de obstinado rechazo.