En el Teatro Colón el Ballet Estable ensaya Carmen , ninguna de las conocidas sino una nueva, de Mauricio Wainrot. Son los ensayos previos al debut y en el escenario se distinguen dos Carmen distintas: Silvina Perillo, que abrirá la temporada 2012 del Ballet con este personaje, y Nadia Muzyca, que encabezará el segundo elenco. En el foso, Luis Gorelik dirige a la Orquesta Estable; el maestro es parte clave de esta versión porque él armó una partitura nueva: no son sólo los reconocibles acordes de Georges Bizet sino un montaje que incluye, también, pasajes de Joaquín Turina y de Isaac Albéniz. Yendo y viniendo de la platea al escenario, Wainrot intercambia opiniones con Lidia Segni, la directora del Ballet, quien convocó al coreógrafo para este estreno mundial que se verificará mañana.
Cuando el ensayo concluye, La Nación reúne a las dos intérpretes que se alternarán en el rol central. Perillo y Muzyca: dos generaciones distintas, dos emergentes del Ballet de diverso perfil, dos personalidades definidas para un personaje emblemático: la clásica, la vigorosa, la irresistible Carmen. De ella hablaremos.
«¿De qué otra cosa podría hablar yo, sino de este fascinante compromiso de encarnarla?», pregunta Silvina Perillo (43) en un camarín del Colón, mientras un veterano empleado del Teatro sirve gaseosas y café. «Yo quiero señalar que haré Carmen en mi regreso al Colón después de haber sido mamá», apunta Nadia Muzyca (30), flamante madre de Valentino (6 meses), desvelo que la obligó a ausentarse de las filas del Ballet Estable durante casi un año.
– ¿Cómo hacés para pasar del rol de madre de un bebé al de la fogosa Carmen?
Nadia Muzyca: – Hay que separar las cosas. Termina el ensayo y yo vuelvo a Quilmes para seguir con mi vida privada: no nos podemos «hacer carne» con el personaje que nos toca?
– ¿Y vos, Silvina?, ya la habías hecho, ¿no?
Silvina Perillo: – Sí. Lo que ocurre es que esta versión de Mauricio Wainrot (con quien, por otra parte, nos hemos entendido extraordinariamente bien) tiene algo que no tenían las otras versiones que conocemos en el Ballet del Colón. Hicimos la de Alberto Alonso y la de Alexander Plissetski, que había sido creada para Maya Plissetskaia.
Aquellas eran muy parecidas, pero en las dos se destaca más el rol de Carmen y ambas tienen menos personajes. La de Mauricio, en cambio, es más completa, incluye a más personajes, como en la ópera: Micaela, la mamá de Don José, más soldados? Además, la historia está más desarrollada: las otras duraban 35 minutos; esta, una hora veinte. A mí me gustan todas, pero en esta el personaje central transita por el drama con más amplitud.
– Nadia, ¿qué heroína protagonista hiciste antes de Carmen?
– La última, aquí, fue Manon.
– ¿Creés que hay algo en común en ellas, como arquetipos del romanticismo?
– Son liberales las dos, pero muy diferentes en cuanto a carácter; Carmen es desafiante, Manon es más sometida. Pero más allá de Manon y de Carmen, lo que más me interesa no es que me aprueben mi rendimiento técnico, sino que se visualice con claridad el personaje, lo que se quiere contar a partir de él. Y esa búsqueda expresiva la voy madurando a través de los movimientos.
– Silvina, ¿cómo construís habitualmente un personaje y, en particular, a este?
– Primero aprendo bien la coreografía. Una vez que tengo el trazado en la cabeza, empiezo a sentir el personaje, a comérmelo, para no ser Silvina en el escenario sino, como ahora, Carmen. A veces, cuando me voy a dormir, trato de reconstruir lo ensayado durante el día: imagino matices en el movimiento, gestos en la cara, expresiones en los ojos? Esto lleva a la interpretación, para luego proyectarla.
– ¿Y la «rifinitura», el ajuste final? ¿Se lo das el día del estreno?
– En el estreno me pasa que me siento plena, en el sentido de redondear la interpretación. Siempre decimos que uno no termina nunca de interpretar, pero a mi edad, luego de tantos años de trayectoria, siento que me sale más «natural»: esta Carmen no me cuesta. Sí me cuesta, en cambio, interpretar a Odette [de El lago de los cisnes ], aunque después de años lo logro mejor. En Giselle me costó menos hacer la Reina de las Wilis que Giselle: yo soy más mandona.
– ¿Y vos, Nadia? ¿Te sentís cómoda con los personajes melancólicos?
– Sí, pero también me gustan los roles fuertes. Me encantan los dramas, ¡siempre termino muriéndome en el escenario! Me gusta la locura de Giselle, y también el dúo final de Carmen, cuando la van a apuñalar. Claro que, después de sufrir bailando una obra dramática, al concluir la función te sentís mal: me lleva un tiempo, después, volver a ser Nadia.
– Si pudieran elegir a un bailarín, en el mundo, en actividad o ya retirado, ¿a quién elegirían?
Perillo: – A Baryshnikov.
Muzyca: – Y yo a Julio [Bocca].
– ¿Qué significación tiene la incorporación de una obra nueva en el repertorio de la compañía, de un coreógrafo nacional, montada especialmente para el Ballet del Colón?
Perillo: -Para mí va a ser emocionante: será la última interpretación, de mi última Carmen, en el Colón?
– …pero puede haber una en el Covent Garden.
(Risas) – Fuera de bromas: de aquí en adelante, cada ballet que se haga hasta fines de 2013, momento en el que pienso dejar el escenario, para mí será un regalo. Como esta obra de Wainrot, que me toca estrenar.
Muzyca: -Yo soy feliz con esto porque el año pasado no estuve. Y vuelvo con una obra integral para toda una velada, con un título como Carmen , que atrae a la gente.
A lo largo de cinco funciones, tres con Perillo y dos con Muzyca, se sabrá qué impronta le da cada intérprete. Y si Carmen sigue siendo, en uno y otro cuerpo, la seductora y eterna gitana.
Luis Gorelik, encargado de la versión sinfónica
La versión sinfónica de Carmen, de Georges Bizet, que se escuchará mañana -y durante las funciones siguientes- en el estreno de la temporada del Ballet Estable del Teatro Colón es de Luis Gorelik, quien además estará al frente de la Orquesta Estable. El músico escribió esta versión especialmente para la coreografía de Mauricio Wainrot. «El primer y quizá más interesante desafío al pasar de una obra cantada a una sinfónica es mantener la tensión dramática propia de la ópera; y en ese paso se abren impensadas posibilidades expresivas. En este caso particular, la idea coreográfica nos llevó a fragmentar la creación de Bizet y a sumar distintos movimientos de obras de Albéniz y Turina, hasta obtener una partitura bastante extensa, que debía seguir las necesidades de la acción y a la vez sostener la intensidad de su desarrollo. Además, otra de las ideas que buscábamos fue evitar todo pintoresquismo español», dice Gorelik sobre la versión que se conocerá mañana..
PARA AGENDAR
– Carmen : coreografía de Mauricio Wainrot. Teatro Colón, Libertad y Tucumán. Funciones: 1 de abril y el domingo 8, a las 17; 3, 4 y 7 de abril, a las 20.30. Entradas desde $ 30.
– Por Néstor Tirri – La Nación