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domingo, noviembre 24, 2024

La hipótesis de las clases, los costos de producción, la ley del valor y la teoría de los grupos sociales

Notas más leídas

Hay que “… determinar con precisión cuáles pueden ser las necesidades, los intereses, los sentimientos … de las clases populares”

Georges Lefebvre, sintagma entresacado a su vez, del libro Marxismo e Historia Social de Eric J. Hobsbawm, p. 46

“Sombart adhirió inicialmente, al socialismo … (e inclusive, se carteó) con Engels … (pero acabó por) … apoyar … (el régimen) … nazia sus 75 años …”

António de Vasconcelos Nogueira. Cita del artículo “Werner Sombart (1873–1941): reseña bibliográfica”, p. 2 –traducción directa del Portugués

Una pregunta ingenua: ¿qué es el valornorma?

Es viable adoptar este artículo a manera de continuación del que se difundió en torno al italiano [http://www.salta21.com/Piero-Sraffa-y-el-barbado-de.html (ya que sus coeficientes dan precios “negativos”, aparte de ir de compras buscando las mercancías accesibles, que son las de precios no positivos…, el turinés podría haber argumentado la existencia de dinero negativo, de “lucro no positivo” y de salarios o remuneraciones negativas –sin duda, esa paga sería la “ideal”, por cuanto los empresarios contratarían a obreros para molerlos con el capital, abonándoles con dinero no positivo, salarios negativos; ¿y Sraffa es considerado un genio del pensamiento económico?; ¡Meu Deus!)].

Es que tal cual allí, se anheló desmantelar la obra considerada magna de italiano, en defensa de los pronósticos de Marx alrededor de la tasa de ganancia y del funcionamiento del orden burgués, ahora se intenta apuntalar la actualidad de la hipótesis de la reglavalor, duramente impugnada por economistas de diversos “zócalos discursivos”, desde que prácticamente, fuese abocetada.

Bajo el ángulo de una Introducción, lo primero que es impostergable decir es que el amigo de Engels no es ricardiano o seguidor de David Ricardo, en sus cavilaciones en torno a la “ley del valor” [uno de los que opinan como yo en este aspecto es el pakistaní Anwar Shaikh, el cual también desmotó no sólo a Sraffa, sino a los que vociferan contra casi todo lo que enunció el yerno de von Westphalen –y con ecuaciones matriciales (sin embargo, no ingresaremos en ellas)].

Una de las razones por las que el suegro de Aveling no es continuador de Ricardo o un ricardiano astuto –dichos del pakistaní, que no acepta la modificación del valor norma en el mercadeo internacional, lo que sí consentía Marx (pero tampoco podemos adentrarnos en eso…)–, es que en el compañero de Engels, se puede diferenciar entre una teoría de los gastos de fabricación, que es más amplia que la ley del valor, y la normavalor en sí.
Lo que planteo es que de la ley del valor, es plausible destilar una hipótesis de los costos de producción que sea general y aplicable a todas las colectividades anteriores al socialismo.

A partir de cierto instante, que no está del completo prístino hasta hoy, los gastos de fabricación operan al minuto como una pauta inflexible para administrar un recurso escaso y valioso, el cual es la luz diurna. Ese instante y aunque sea escandaloso –de hecho, Shaikh protestaría contra semejante audacia…–, parece ubicarse en algún momento del sinuoso proceso de hominización, cuando nuestros ancestros, que algunos imaginan que fueron los Australopithecus, inventan uno de los Jinetes del Apocalipsis, que fustigaron a mujeres y varones desde hace eones: a “chronos”, en especial, el tiempo de trabajo.

Por honestidad intelectual, aprendida de quien es un desconocido entrado el Siglo XXI, lo que despliego como si no existieran tranqueras, es el resultado de idas y venidas, tanto en mis propias elucubraciones, cuanto en la lectura de los hojaldres de Marx; vacilaciones, dudas que indujeron contradicciones, alteraciones en mis tomas de partido, cambios en la secuenciación de los acaeceres.

Tampoco puedo justificar mis intuiciones; no obstante, parece ser que previa a la catastrófica cristalización de khrónos y de éste, en tiempo de faena, los costos de producción pueden consistir en impacto ambiental (que, aunque digan que no, Marx sí pondera… como “falsos gastos en la creación de ‘entes’ de uso”, debido a que en realidad, las sociedades que emergieron hasta el presente, no evalúan en serio, el daño al entorno o a la biosfera –para eludir equívocos, acaso fuera adecuado alterar los lexemas aludidos por gastos no considerados de impacto ambiental, a pesar que tengan que figurar) + modos de obtención de energía + instrumentos de producción + materias auxiliares, materiales y materias primas, etc. + lo destinado a la conservación y reproducción de quienes juegan el papel de fuerza de labor [que no son impostergablemente, clases dominadas (los que hacen el rol de potencia de tarea en cuanto clases oprimidas, lo cumplen en las colectividades desgarradas en clases antagónicas –antes del asomo de las clases dominadas, los que concretan el papel de fuerza de labor son obreros productivos, sin ser clases; nada más)] + excedente o plus producto (cuando lo hubiere, ya que no siempre estuvo disponible, en particular, en las comunas previas a las tribus –encima, no todas las formas tribales son aptas para suscitar excedente).

Los “insumos” de fabricación universalizados de esa manera, sirven para dar cuenta de cómo se pare riqueza, desde colectivos supuestamente, sin economía, idénticas a las sociedades previas a las tribus y en la etapa de hominización, hasta la comuna sujetada por el capital (ver López, 2009: 94 y ss. en http://www.eumed.net/libros/2009a/480/index.htm –no sé qué es lo que lleva a los “antropólogos” a pincelar la barbaridad de que existen asociaciones sin economía; es genuinamente, ¡inaudito!).

Con el invento de “chronos” y su envaramiento en tiempo de faena, los costos de producción comienzan a ser una norma que administra o economiza a “khrónos”.

Los gastos de fabricación se simplifican a dos enormes integrantes de la producción que son escasos y valiosos por ello: el tiempo y las labores. En otros términos, los costos de fabricación se reducen a chronos y al trabajo invertido en modelar un producto.
Cuando esa increíble y catastrófica mutación acontece, los gastos para suscitar objetos de uso, que pueden o no ser mercancías…, se transforman en ley. Esa regla es la que se bautizó como “ley del valor”.

En esta interpretación de la norma/valor, la ley del valor señorea la inducción de tesoro ANTES de la conversión de los productos en mercancías. O sea, que la regla–valor domina en la fase histórica de los valores de uso. La ley del valor NO ES un valor norma para la etapa de las mercancías, como la inmensa mayoría de los leninistas y marxistas, apuestan.

La ley del valor reduce los costos de fabricación a tiempo de tarea pasada, muerta, objetivada, ineludible o necesaria y a “khrónos” de trabajo por arriba de lo imprescindible o tiempo de plus faena.

Previo a la irrupción de los gastos de producción, parece que hubo una fase del Don, en la que batía los palillos, una regla que se cimentaba en lo que se anhelaba y en lo que era consumible, sin importar los costos de fabricación.

Luego y con mucha cautela, se puede hablar de que los gastos de producción, en lucha con esa economía “despreocupada” del Don, someten la vida.

Después y con idéntica prudencia, los gastos de fabricación son costos/valor de creación de riqueza, pero sin que sean precios todavía.

Luego, adviene una etapa en la que los gastos–valor son precios/costos–valor.

Después, de los precios/gastos de fabricación, se desgranan disímiles tipos de precios, asunto que no es posible abordar –en una colectividad del tono de la burguesa, hay aproximadamente, más de 14 clases de precios (el suegro de Lafargue es el pensador más sistemático acerca de los precios; abrir López, 2010: nota 14, en http://www.eumed.net/libros/2010c/715/index.htm).

Por igual, no nos es factible contrariar a los ideólogos de los productos culturales y de bienes extraños como las marcas; para ellos, son acontecimientos que enmudecen al padre de Laura. Una respuesta breve es que si los valores u objetos de uso culturales y las marcas, escapan a la regla valor eso le da argumentos a Marx: él no deseaba subrayar que todo se podía medir con los costos de producción, con la ley del valor, con el tiempo, con los precios, con el dinero y con la economía. Lo que el amigo de Engels quería era que nos redimiésemos de “chronos”, de los precios, de la economía, del trabajo, de los gastos de fabricación, del valornorma, etc.

¿Qué ocurre con la teoría de las clases?

Uno de los motivos por la que destaqué como epígrafe una frase de un marxista galo, es para sostener que en el suegro de Longuet no existen ni las “clases medias” ni las clases subalternas. Ambos errores, son aprovechados por los Giddens, que son “mitosociólogos” idolatrados, para enunciar que la hipótesis de las clases de Marx no sirve para el capitalismo de la centuria en la que estamos ahogados. Los profesores, los médicos, los artesanos, los aprendices de oficios, los que ocupan a no más de cinco personas, entre otros agentes, no son clases y son ejemplos que el padre de Eleanor no contempló.
Lo último o implica una ignorancia abisal de las obras de Marx o, como en el caso de Habermas, una mentira sin más ni más.

Lo que procuraremos, es demostrar que el admirador de Wolff, sí tuvo en mente tales ejemplos. A algunos de esos casos, él mismo los nombró de cierta forma; a otros ejemplos, los tuvimos que denominar nosotros.

Se observará que los que se asignan a las clases medias o a la “clase política”, que son clases ideológicas…, son miembros de uno de los grupos sociales que acotaremos y que de estos conjuntos sí se puede decir que son “populares” o subalternos. Las clases son opresoras o dominadas; aquí hay lo que en Lógica se llama “tercero imposible”. No existe un intermedio entre las clases opresoras y las que gestan los valores de uso que consumimos todos.

Y las clases que crean con su trabajo, los mencionados valores, son elementos de conglomerados más amplios, que son los grupos dirigentes y los subalternos o populares.
La cita alrededor de Sombart es para reiterar que si ese tipo de personas fueron marxistas, pues no soy esa clase de “marxista”, idénticamente a que no soy leninista ni anti leninista, a raíz de que el leninismo no es marxista y para mí, Il’ich, debiera dejar de ser tema de reivindicaciones dogmáticas [si se “obusa” con que Marx está fallecido, sepultado y diluido, con mayores estímulos, Trotsky, Mao, Stalin, Vladimir y toda esa runfla –que estaba loca de atar…–, que NUNCA superaron al enojado con los hermanos Bauer en lo ínfimo, siquiera (me es inaudito que los militantes vomiten tan sueltos de cuerpo que Mao, e. g., superó a Marx con sus tesis filosóficas, que son tan de principiante, que no son ni tesis ni menos, filosóficas –una de las glosas a Feuerbach, es inmensa en comparación a las pretensiosas “tesis filosóficas” de Mao…–)]. Lenin era leninista; su propia Escuela y NADA, ABSOLUTAMENTE NADA, tiene que ver con el pobre del alejado de Bakunin.

Los conjuntos sociales

Marx reconoce la categoría de “obreros no productivos” a la que inicialmente, define en el plano de la discusión en torno al trabajo improductivo y productivo, según Adam Smith. Empero, la citada noción no es únicamente aplicable a la comuna burguesa. Por empezar, los atareados no productivos son propios de otras sociedades de clases

“… (las) ilustres ocupaciones honradas a través de los siglos –soberano, juez, funcionario, sacerdote, etc.– (son idénticas al) enjambre de … lacayos y bufones (de los capitalistas) …” –Marx, libro I de Teorías sobre la plusvalía, 1974: 254 (el “énfasis” es nuestro).

However, no todos los afanados consumidores de tesoro que no son, a su vez, productores, tienen el mismo “status”. Es necesario distinguir entre los apoltronados y los “no privilegiados”. Con ironía, el amado por Jenny dirá que en el

“… mercado (caminan), junto con el trigo y la carne, … prostitutas, abogados, … soldados, políticos …” –1974: 142, 185, 254. “After”, el confiado en Engels señala que

“… los llamados obreros de ‘categoría superior’ (son) … los funcionarios …, los militares, artistas, médicos, sacerdotes, jueces, abogados, etc. …” –1974: 147. Los trabajadores improductivos, sean o no privilegiados o superiores, constituyen al lado de otros sectores, lo que se denominan “clases ideológicas” por ser creadoras, reproductoras y consumidoras de legitimaciones (1974: 148). Casi siempre, los no productivos en general inducen riqueza inmaterial o espiritual –1974: 225–, pero existen quienes no promueven ni tesoro concreto ni refinado (1974: 244). Por último, ciertos obreros no productivos contribuyen, de manera indirecta, en la génesis de valores de uso: la labor del magistrado

“… participa indirectamente en la producción … El policía me ahorra el tiempo de ser mi propio gendarme, el soldado, de defenderme, el funcionario, … de gobernarme … (De otro modo, todos) … tendrían que cumplir una gran cantidad de funciones …” –1974: 248, 251. Incluso, la “paga” de los atareados improductivos no se norma de acuerdo a la ley del valor en sentido estricto y su abundancia es motivo de disputas

“… (con) determinadas condiciones de producción, se sabe … cuántos (obreros) hacen falta para … una mesa, cuál debe ser la cantidad … de trabajo para crear un (‘ente’) … En el (ejemplo) de … ‘productos inmateriales’ … la cantidad de (tarea inevitable) para llegar a un resultado, es … conjetural … La cantidad de soldados, … de policías …, de funcionarios …, (que debe haber, es problemática) …” –1974: 227.

Ni en mi Tesina de Licenciatura ni en mi Tesis Doctoral, había llegado a la escala de matices de los grupos sociales que fui despejando poco a poco y regresando una y otra vez, a esa idea, compulsando su solidez en la polémica con historiadores que desestimaban la teoría de las clases de Marx o que reemplazaban a las clases por otros significantes.

En ese ir y venir, pueden observarse “desajustes” y hasta incoherencias. Era algo esperable, ya que fui el que se percató en soledad, que allende los afanados no productivos, existían otros segmentos con los que el amigo de Bebel, se había topado.

Lo establecido es que los ingresos del resto de los elementos de los conjuntos sociales (población inactiva, marginados, facciones independientes), tampoco pueden estimarse con la ley del valor, sino con una combinación entre las “remuneraciones” que separan a los grupos dirigentes de los conjuntos subalternos, con el impacto de la oferta y la demanda, con la habilidad de los acomodados para cincelar los precios, entre un cúmulo de otros factores.

Muchos emplearían las palabras de Marx y las mías, para enterrar definitivamente, la cuestionada reglavalor, pero esta senda es un camino.

Hay otra vía y es entender que, si bien la ley del valor intenta ser una norma que paute el latir de varones y mujeres, esa regla es impotente porque no todo lo humano puede esmerilarse a lo que dispone la ley del valor.

El prusiano y yo, trataríamos de indicar un doble fenómeno: por un lado, cómo emerge la norma valor, befote que derrota a otro parámetro, que era el que había intuido el genial y joven Engels, cuando dice que el precio de las mercancías –debiera haber enunciado que el valor de los productos…–, se condiciona por su necesidad y utilidad. Por otro lado, que aunque se instaura un reino del valor/norma, la otra regla sigue latente y cuando se desmorone la época de la Economía Animal, que absorbe a comunas con o sin clases, con o sin Estado…, la fabricación de los “entes” volverá a realizarse según lo que se precisa y de acuerdo a la utilidad de los mismos. Eso se completa con que imperando los costos de producción y la norma valor, en sociedades con o sin clases y con o sin Estado, no todo lo que es propio de mujeres y varones puede estimarse en términos de “gastos” de fabricación y de acuerdo a la ley del valor. Lo enmarañado de lo humano lo impide.

En consecuencia, la hipótesis de los costos de producción y de la acción del valor no es inconsistente y supone una perspectiva increíble, acerca de cómo lo que es de varones y mujeres no puede jibarizarse a escalímetros estrechos. En otras palabras, lo que el suegro de Aveling quiso destacar con los gastos de fabricación y con un “khrónos” endurecido en ley del valor, no es la “exactitud” de la teoría de los costos de producción y del valornorma, sino que, aunque dominen los gastos de fabricación y la ley del valor, tal imperio no es absoluto y se aprecian acontecimientos que no encajan bajo el reino de los costos de producción y del valor, como es el hecho de que suspiren fragmentos sociales cuyas “remuneraciones” no pueden estimarse apelando únicamente, a los gastos de fabricación y a la ley del valor, sino a una verdadera “nube cuántica” de parámetros.

En suma, que la potestad no infinita de los costos de producción y de la norma valor, revela que no todo puede subyugarse a la economía, a lo económico, a lo economicista, a la fabricación, a “chronos” y por una cadena de inferencias, a la “Basis”. No todo lo que es de mujeres y varones, puede “basificarse” –en contrapartida, no todo lo que es propio de varones y mujeres puede “superestructurarse” en Überbau. O sea, que es factible escapar de los componentes históricos enumerados.

Si evaluamos la hipótesis de los gastos de producción y de la ley del valor desde esta mirada, las ecuaciones de Sraffa o de cualquier otro economista contra la teoría de los costos de fabricación y de la norma valor, no apuntan al “blanco”, puesto que lo que Marx deseó era una colectividad donde no reinaran más los gastos de creación de bienes, el tiempo, la ley del valor, la oferta y la demanda, la economía, “base” y supraestructura, sino los anhelos de mujeres y varones, carentes de grilletes. ¿Una utopía desmesurada?; puede ser.

Mas, el sentido de la hipótesis de los costos de producción y del valor no era demostrar su “pertinencia”, sino que, en virtud de que había aspectos sociales que no se doblegaban a ser medidos con los gastos de fabricación y con la reglavalor, es plausible una comuna en la que los costos de producción y la ley del valor no imperen, y sí otros vértices, como el deseo, la mera necesidad (sin importar los gastos de fabricación…), la utilidad, etc., etc.

Los grupos sociales que el padre de una de las hijas que mutó en creyente, tal cual yo retorné the Dark Side of the Force al seno de YVH, delinea, no se reducen, como lo adelantamos y aun cuando sea insistente, a las clases ni a los obreros improductivos. Marx considera que ubicamos lo que podríamos denominar, a falta de semas mejores, “sectores ‘independientes’”, los que incluyen a los campesinos medios y pobres –éstos no son ni clase opresora ni dominada, y tampoco afanados no productivos (1974: 344). Los fragmentos independientes, los trabajadores consumidores de renta y los otros componentes de los aglomerados, forman estratos o estamentos.
Es preciso agregar que, según una opinión que no podemos justificar, a los miembros de las fuerzas “armadas” –policías, gendarmes, militares, guardacostas–, no los incluimos en los obreros improductivos sino en los sectores independientes, a causa de que no laboran y perciben un estipendio que no es salario ni renta.

Aparte, detectamos, tal cual lo anticipamos…, población ‘no activa’ y excluidos.

El resultado es que todos esos segmentos que no son clases, se solidarizan con las clases con las que se sienten “identificados”, por lo que nacen grupos. La hipótesis de las clases es complejizada por el suegro de Longuet, con una teoría de las “constelaciones” sociales.

Lo que en paralelo, significa que no hay sólo lucha de clases, sino peleas entre conjuntos, y al interior de los grupos dirigentes y subalternos.

Para el ejemplo de la transición de los sistemas pre burgueses, que no eran únicamente, feudales ni siquiera en Europa…, a la comuna del valor déspota, tenemos que los conjuntos de poderosos se integran de clases amo (rurales o citadinas; precapitalistas o pro burguesas) + atareados no productivos –campestres o urbanos; pre capitalistas o proburgueses– + segmentos independientes (rurales o citadinos; precapitalistas o pro burgueses) + habitantes inactivos destacados –campestres o urbanos; pre capitalistas o proburgueses– + marginados acomodados, a pesar que sea un oxímoron (f. i., cortesanas –rurales o citadinos; precapitalistas o pro burgueses).

Por otro flanco, los grupos populares son:

clases gestoras de excedente (campestres o urbanas; pre capitalistas o proburguesas) + trabajadores improductivos –rurales o citadinos; precapitalistas o pro burgueses– + sectores independientes (campestres o urbanos; pre capitalistas o proburgueses) + habitantes inactivos no apoltronados –rurales o citadinos; precapitalistas o pro burgueses– + marginados no destacados (f. i., prisioneros, mendigos –campestres o urbanos; pre capitalistas o proburgueses).

Determinados casos que la hipótesis de los conjuntos sociales, permite encarar

Es asunto de debate y seguirá siéndolo, qué método de fabricación hubo en la ex URSS y si el suegro de Aveling, lo anticipó o no.

Unos dicen que se trató de un capitalismo de Estado; otros, de un orden Totalitario; etc.
De lo que se infiere de la teoría de los grupos sociales, en Estados como la ex URSS que se auto calificaban de socialistas, lo que aconteció es que, dando pinceladas gruesas, no fueron comunas con clases. Los miembros del Pólit Buró, la Nomenklatura, los Jerarcas del Partido, los Autoridades con escalafón de los Servicios de espionaje a la propia gente, entre otros componentes, eran obreros no productivos y sectores independientes acomodados, que dictaminaban, a través de una Burocracia atrofiada, lo que se repartiría. NO ERAN CLASES OPRESORAS; los medios fundamentales de génesis de bienes estaban en manos del Estado y aunque los elementos citados no dejasen tales instrumentos de producción al alcance de los segmentos populares, NO SE COMPORTABAN como una clase dominante. O si lo hacían, es insuficiente que tal alucinada conducta defina una clase amo.

Al no existir clases opresoras, no hay clases dominadas. Sí existen quienes son atareados productivos, que modelan valores de uso, pero que no son clases oprimidas.
En el volumen I de los Grundrisse, 1971: 83, su autor habla de que la planificación socialista puede dar espacio a un Papado autoritario de la fabricación, que es lo que aconteció con la ex URSS. Por ende, Marx sí previó lo que podía suceder si el planeamiento de la creación de riqueza, no sea hacía en comunas y por las personas “simples” mismas.

Cuando en las colectividades pre socialistas, no existen clases, hay con seguridad, al menos, algunos de los miembros de los cúmulos sociales.

Por último, la nefasta experiencia del Siglo XX lo que nos deja de saldo es que no basta con finiquitar las clases, sino que es impostergable, eliminar los grupos dirigentes y los conjuntos subalternos. Como ocurrió en la ex URSS, bien pueden no haber clases pero sí el resto de los elementos de los grupos sociales. Si no lo ejecutamos, continuaremos trocando un sistema de amos por otro, como profería Foucault.

Así “hierve la caldera de la maga Historia”… (oración del nacido en Tréveris, el desconocido).

Quiebro la línea, el final.

Tipeo esos signos de papel; estas palabras, por su belleza desorbitada, fuera de lugar o de obra, provenientes de un Escritor sublime, insuperable –las redacto no por su Audaz Melancolía, sino por una hermosura que acarrean lo sido, de una forma ligera

“… Mi corazón está herido … (;) … me olvido (hasta) de (alimentarme) … (Soy) como el búho de las soledades …” Cuando me acuerdo de comer, me alimento “…de ceniza a manera de pan y mi bebida …” es un cóctel “de lágrimas … Mis días …”, que aburridos transcurren, “son como sombra que se va …” Y espero. Aguardo a mis hermanos –¿dónde…; dónde esperar? (serían papelsignostinta orientados a Marx, el ignorado).

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