Cerraba la noche del sábado 3 de noviembre, a las 22 hs. en La Fundación Salta a sala llena. En el marco de la 18º Fiesta Provincial de Teatro organizada por el INT Salta, la obra obtuvo el 5º puesto, según un jurado de selección compuesto por Ale Tovi, Diego Bernachi y Beatriz Lábatte.
Antitético
– Por Brenda Godoy
El sábado pasado se vio la función de “Todos queremos ser Don Juan”. Esta obra es una extracción de la historia de Molière “Don Juan”.
El espectáculo presentaba todos los recursos para ser una “Gran Obra” pero aún así no tenía sentido, no dejó ningún mensaje y sobre todo tuvo muy poca gracia.
La escenografía y el vestuario están llenos de colores, la música y los efectos se destacan mucho, y se utilizan bien los espacios; pero por el contrario, el maquillaje estuvo un poco exagerado.
En cuanto a los actores, su actuación fue muy buena. Salvo por el desnudo de dos de las actrices de la obra que fue innecesario puesto que no se explica con qué intención se muestra.
En la obra original de Don Juan, el personaje mujeriego no tiene en claro lo que quiere, es inconstante pero en cambio en esta obra, la ausencia de una meta y lo “cambiante” producen una confusión al público.
Cabe destacar que los actores involucraban a los espectadores como parte de la obra.
Hay mucho que trabajar…
– Por Rocío Alfaro
«Todos queremos ser don Juan» se presentó la noche del sábado 3 de noviembre en La Fundación Salta. Tiene una escenografía grandiosa y distintos vestuarios tratando de adecuarse a cada papel, y sin embargo, los 13 actores no llegan a darle la “magia” necesaria a la obra.
Es cierto que por partes el humor entretuvo a los espectadores, pero no era lo que se esperaba. El uso del proyector es atrapante, ya que no se sabe qué es lo que se viene. Pero insisto, no supieron manejarlo. Enfocaron al público con cámaras y quedaron proyectados, creo que no muchos, me incluyo, entendieron el por qué de la filmación. Hay mucho que trabajar en esta obra, puede ser mejorada, cuentan con muchos elementos.
Se vio distintos “niveles” de actuación que fue tanto buena como mala para mi gusto.
La obra concluyó, y los intérpretes caminaron hacia fuera del escenario repitiendo un texto.
Ser o no ser Don Juan, esa es la cuestión
– Por Emil Rodríguez
El Teatro Estable presentó “Todos queremos ser Don Juan”, una propuesta llena de preguntas acompañadas con un humor brusco. La puesta gira en una tipo “parodia” de “Don Juan y el Convidado de piedra” (Molière).
Los personajes se mostraban muy emocionados con la presentación, lo cual hizo que cada expresión sea muy fuerte a la hora de actuar. Cada escena tenía un matiz diferente, se podía observar saltos textuales en las partes más importantes.
En la puesta todo era llevado al extremo y podría haber sido gracioso para una parte del público, pero no lo era, al hablar de esto me refiero por ejemplo a la parte en que un actor tira mocos.
Hablando del lenguaje, este va de lo antiguo poético a lo moderno, con expresiones muy coloquiales y subidas de tono.
Una de las partes que no fue de mi agrado se desencadenó cuando una integrante de este teatro fue objeto de burla en la puesta. Al respecto creo que hay una división entre lo absurdo y lo decadente en tanto que la burla marca una superioridad entre los personajes.
Lo que hay que remarcar de esta obra es la escenografía y los elementos que se utilizaron, se notó el trabajo que realizaron y que gracias a esto se pudo concretar un muy buen trabajo audiovisual.
No es una obra sin recursos, se puede mejorar un poco más para llegar a la excelencia que se desea lograr.
La Tinelización de Don Juan
– Por Romina Chávez Díaz
El Pastiche es lo que caracteriza la dramaturgia y dirección de Idangel Betancourt López. Y justamente en ello, está el riesgo de que la mezcla resulte agri-dulce y cuya cocción finalmente no sea agradable al paladar.
La doble parodización, ejercida sobre un texto del teatro clásico francés y sobre los reality show termina por anular el efecto humorístico que recae en la exageración absoluta. “Don Juan” ya es comedia, los reality son basura televisiva que pertenecen a la cultura tinelizada y cuyo “humor” es poner a mujeres y hombres como cobayos. Lo que había que buscar era la ironía. Por qué. Porque por ejemplo si se quiere hacer notar que el engañador se burla de las mujeres, no es necesario – ni conveniente- que lo haga con el aspecto físico, como lo hacen con las actrices que interpretan a Carlota y Marturina. Bastaba que se burlen de sus sentimientos y no de su gordura. Por el contrario, allí debieron estar mujeres que parten la tierra para que la burla obre por su contradicción. Eso produce un error conceptual que lleva a la ofensa del cuerpo femenino y no a la burla de la deshonra, al engaño, a la burla amorosa.
Me hizo recordar a una puesta en la que expusieron a una obesa para reírse toda la obra de su enfermedad y de sus limitaciones. La burla era real, ya que el público veía la obesidad como motor de risa. En Don Juan, el engaño es al corazón como una experiencia de profanación al espíritu, pues él no es amante apasionado sino chamuyero, libertino y atrevido. Obra con bajezas, pero si ello hace cómplice a un público que le festeja la ofensa, algo está pasando. Don Juan no es un héroe, es un cobarde. Y aquí hay una defensa de su falsa hombría porque termina por ser “un amante del teatro independiente”, alguien a quienes todos aspiran a ser porque tiene los músculos de un jugador de rugby o la carilinda de un patinador. ¿Pero qué locura es todo esto?
Lo mejor de la propuesta es la escenografía. Es un dispositivo escénico multifuncional que se convierte en lo central, funciona como pantalla en donde todo lo que importa se llama Diablo, el que domina el marcador del rating y se lleva puesta la obra.
– Generación Crítica es un Proyecto del Instituto Nacional de Teatro para la formación de jóvenes críticos de escuelas secundarias públicas. Somos un equipo integrado por Emil Rodríguez, Adriana Pica, Brenda Godoy, Rocío Alfaro y Laura Guzmán, bajo mi coordinación.
– Fotos tomadas por Salta 21 durante la puesta
