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domingo, noviembre 24, 2024

Una vida sobre ruedas por Latinoamérica

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Martin Lobigs cruzó América con su bicicleta, desde Terranova (Canadá) hasta Ushuaia. Cuatro años y medio de viaje se reflejan en su libro «A life on wheels», escrito en Salta, que lo cautivó con su belleza y su cultura. Una historia fascinante.

Martin tiene 52 años pero su apariencia es juvenil. Lo encontramos en varias ocasiones en espectáculos y actividades culturales en el centro.

Nos llamó la atención que en dos ocasiones reclamara en la Casa de la Cultura por costumbres salteñas a las que nosotros ya estamos resignados: espectáculos que comienzan tarde o falta de información en programas de mano.

¿Te estás haciendo salteño? Al concierto de Tonolec llegaste tarde…

Hay que acostumbrarse a la vida de cada sitio. Pero protesto porque no es justo. Hay gente que llega respetando el horario y tiene que esperar media hora. Se premia a la gente que no cumple y se castiga a la que cumple.

¿Por qué si atravesaste toda América te quedaste a vivir cuatro años en Salta y a escribir aquí tu libro?

Hay varias razones. Primero el clima. Cuando yo llegué el clima estaba mejor, ha empeorado en los dos últimos años. Me gusta mucho el sol, el ambiente es muy lindo con cerros alrededor de la ciudad, es buenísimo.

Esta ciudad es verdaderamente una de las más lindas entre las que encontré en América del Sur. Y los programas culturales… No conozco otra ciudad en Latinoamérica con la variedad de programas culturales como Salta.

Me refiero, claro, a ciudades del tamaño de Salta. No conozco Córdoba, pero esta ciudad no es una metrópoli. Incluso Cusco, que es el centro del turismo en Sudamérica, no tiene la vida cultural que tiene Salta.

La variedad de posibilidades de lo que se ofrece en Cultura acá es única. Cusco, por ejemplo, está solo especializada en temas incaicos. No hay nada moderno, como lo que esta noche vimos con Tonolec, que mezcla lo folklórico con lo moderno. No tiene una orquesta sinfónica espectacular como la que hay en Salta.

Acá suben a escena muchas piezas teatrales, hay cines como el de la Fundación donde se pueden ver películas destacadas. Por esta variedad de programas siempre hay algo interesante para ver, casi todas las noches.

Aparte la plaza de Salta es una de las más lindas. Yo no quiero exagerar o decir buena palabras para los salteños. Es la verdad. Es una de las plazas más lindas en Sudamérica. No conozco Venezuela, Brasi; no conozco Bogotá ni Guayaquil. Son muchos los lugares que no conozco. Pero tomando en cuenta las ciudades que crucé en mi camino, Salta es una de las más lindas, no hay duda.

Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, está usando la planificación de turismo que hay en Salta como ejemplo para emular.

¿Y cómo es tu ciudad o pueblo de origen en Canadá?

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Es St. John`s, capital de Terranova, una isla sobre el Atlántico. Tiene unos 200 mil habitantes. Es un puerto muy lindo, con una pequeña bahía.

También tiene una zona de vida nocturna muy linda, más linda incluso que la Balcarce. Es la ciudad más vieja de Canadá. Hay mucha música de marineros y de irlandeses. Gran parte de la población está formada por inmigrantes de Irlanda que hablan un dialecto muy específico en Canadá: el newfoundland (palabra inglesa que quiere decir Terranova).

La desventaja es que puede nevar ocho meses en el año. El clima está muy influído por el Atlántico, es húmedo y frío. St. John´s tiene también una gran universidad. Los extranjeros cuando vienen a radicarse y quieren volverse nativos tienen que besar un pescado y tomar un screech, que es una bebida acohólica muy fuerte, de color claro, como el gin.

¿Porqué si naciste en Alemania y vives en Canadá tienes la nacionalidad australiana?

Mi madre es holandesa y mi padre es alemán. Nací en 1956 en Dusseldorf -donde Argentina empató 2 a 2 con Alemania justo antes del mundial en partido amistoso, con un gol de Crepo-.

Partí a los 19 años en 1976 hacia Canadá. Me vine solo a América, mis padres se quedaron en Alemania. Tengo dos hermanos que viven en Australia.

Yo nací con la ciudadanía australiana porque mi padre siempre estaba preocupado de que podía estallar una guerra atómica. En la posguerra había mucho temor, incluso hubo una crisis cuando Rusia intentó instalar misiles atómicos en Cuba. La guerra nuclear casi estalló. Alemania sería el campo de batalla, porque estaban ahí los aliados de la Nato y Rusia tenía sus misiles apuntándolos.

Entonces mi padre pensó que lo mejor para sus hijos era salir de Alemania. Mi madre tenía la ciudadanía australiana. Era una primera bailarina muy conocida del ballet Joos. Después de la segunda guerra era uno de los ballets más famosos de Europa, con sede en Essen -a solo treinta kilómetros Dusseldorf-. El ballet iba a actuar con cierta frecuencia a Dusseldorf y allí mis padres se conocieron.

Mi madre antes había bailado en Inglaterra y en Australia. Ella obtuvo la ciudadanía australiana y por eso mis padres lograron que yo fuera legalmente australiano desde el nacimiento. El hecho de que yo naciera antes de que ellos se casaran facilitó las cosas.

Mi padre luchó en la guerra mundial con la Legión Extranjera de Francia. Él se fue de Alemania porque no estaba de acuerdo con Hitler. Huyó en 1939 hacia Francia y de ahí pasó a Inglaterra. Volvió Francia y se conectó con la Legión Extranjera. Fue muy peligroso porque la frontera ya estaba sellada por los nazis y él cruzó en secreto. Luchó con los franceses contra Hitler y tras la guerra no quiso que sus hijos integraran jamás las fuerzas armadas de Alemania. Todos los jóvenes tiene que servir en el Ejército un año y medio. Mi padre no quiso que nosotros lo hiciéramos. Yo no tenía problemas porque era australiano. A otro hermano mío que es alemán lo buscaba el ejército para incorporarlo. Entonces se fue a Australia y consiguió la ciudadanía australiana. Hoy mi hermano es un catedrático y científico en microbiología muy destacado en Australia.

¿Cómo te financiaste 4 años de viaje por América y 4 años de residencia en Salta?

En Canadá tenía una casa que vendí, y vendí mi auto y muchas cosas personales y puse todo en el banco donde gano interés. Eso financia una parte. Otro ingreso que tengo lo consigo con artículos que escribo para un diario canadiense: The Telegram.

Salí en agosto del 99 de St Jhon`s y llegué a Ushuaia en abril de 2004. Dejé la bicicleta en Ushuaia. La bici esaba muy vieja, la compré en Canadá por cuarenta dólares y no valía pagar tanto dinero para llevarla por avión. Se la regalé al dueño del hotel.

Me funcionó bien. Cada tanto cambié algo en el viaje: piñón, estrella. El arco se quebró una vez en Perú y me lo soldaron por cinco dólares. Tras el viaje fui a Canadá por un mes y de ahí me vine a Salta. Acá compré otra bicicleta, una montañera de un turista de Estados Unidos que la había comprado en Buenos Aires. Es una bici vieja también, que me costó cien dólares. La tengo en Puerto Maldonado, en Perú, en un hotel. Ahora la voy a buscar. En diez días estaré allí para seguir con ella mi viaje hacia Manaos.

¿Y de ahí?

No estoy seguro, hay varias posibilidades. Ir a Brasil, hacia el Atlántico, a la ciudad de Salvador, y luego a Venezuela. No sé, hay varias posibilidades. Y de ahí quizás hacia el Norte, en el Caribe, por una cadena de islas hacia Cuba. Me contaron otros viajeros que los pescadores te llevan con bicicleta y todo, de isla en isla hasta Cuba.

¿Te convertiste en periodista y escritor en el viaje o ya lo eras antes?

En el viaje empecé a escribir, pero tengo un trasfondo académico. Tengo un master en Historia y dos años de un doctorado que no terminé. Después de dejar el doctorado trabajé con un amigo que tiene una compañía de ingeniería estructural. Yo era inspector de vigas de acero.

¿Por qué cambiaste esa vida por otra sobre ruedas?

El trabajo no era constante. Era un proyecto de dos años y se terminó. Después mi trabajo no era seguro. Y yo no estaba casado, no tengo hijos. Y, pues, he pensado: «esto es un cruce del camino. Si yo quiero hacer este viaje tengo que hacerlo ahora, en bicicleta, por todo el continente». Siempre fue un sueño mío, más por razones deportivas. Era un reto hacerlo. Y he pensado: «ahora es el punto, porque tengo 44 años en este momento y si no lo hago ahora nunca lo haré». Ahí decidí vender todo y salir con la bici.

¿Cómo fue tu primer contacto con el mundo latinoamericano?

Yo tenía idea porque trabajé en St John`s con refugiados de América Latina por dos años. Refugiados de El Salvador, Guatemala, Chile, Cuba. Yo me llevé muy bien con ellos en Canadá. Los refugiados reciben ayuda de organizaciones no gubernamentales y gubernamentales. Una de ellas es la Asociación para los Nuevos Canadienses (ANC) donde trabajé.

La música me gustaba mucho. Trabajé en varias tareas en la ANC. Yo estaba como huesped. Era un estudiante voluntario que ayudaba a los refugiados a familiarizarse con la vida canadiense, el sistema bancario, las reglas de tránsito, la escuela,jpg_cumbieros.jpg los colectivos, el sistema médico etc. Conocí familias. Me invitaron a sus fiestas. La relación era muy buena.

También estuve a cargo de programas de jóvenes, con excursiones. Formamos un equipo de fútbol, organizábamos fiestas, hicimos muchas actividades culturales y deportivas, de recreación. Los latinos me invitaron a compartir su mundo y surgió la amistad. Me gustó sobre todo la música latina, la cumbia, las fiestas; me gusta el temperamento latino.

Pero la primera parte de tu recorrido sobre ruedas fue por Estados Unidos.

Si. Primero una parte de Canadá -700 km- y luego todo Estados Unidos, que lo atravesé hasta la frontera con Méjico en menos de tres meses. Hasta Perú fui bastante rápido. Ahí me dí cuenta: porqué ir rápido, porqué no escribir más artículos, quedarme más en un lugar, escribir otro artículo.

Desde Perú fui más despacio y escribí más artículos. Porque se me volvió un estilo de vida. Yo pensé primero llegar a Ushuaia en dos años. Luego me dí cuenta que podía hacerlo en más años, de otro modo. Podía estar ahí mi destino, y escribirlo.

Hasta ahí escribía artículos. En Ushuaia decidí escribir el libro. Y para hacerlo elegí Salta. Porque tiene servicios bastantes modernos. Si rompes algo en tu equipo tienes buenas tiendas como Manresa, un buen local de bicicletería. Aquí se puede conseguir de todo para la bici y para mis alforjas. Y el tamaño de la ciudad no es enorme como Buenos Aires, que es terrible.

¿Qué te impactó más de Latinoamérica?

Los paisajes que encontré en todo mi recorrido son lindísimos. Sobre todo en los Andes. Algunas cosas me gustan y otras no. Me gusta menos la falta de consideración social de los latinos por gente que no conocen. El latino es muy hospitalario si te conoce. Conmigo lo son mucho. Entonces te dan todo. También dan todo por sus familias, por sus amigos. Pero por el otro latino que no conocen no tienen esa consideración. Y eso se ve en los hoteles donde hay baños públicos compartidos. Los dejan sucios, no se dan cuenta que otra persona lo va a usar. Y que esa persona se va a enfadar. Esta falta de respeto crea un mal ambiente.

Si respetáramos sería mejor el clima de convivencia. Se ve con la basura en el camino de la Unsa a Lesser. Es un espacio público y sin embargo tiran la basura en el camino. Falta educación y conciencia social.

Los latinos son excelentes en la amistad y muy amables. Te ayudan. Pero por otro lado no respetan. Por ejemplo ponen la música a todo volumen. Esto es difícil. Más aún en Bolivia. Pero también en Argentina. Cuando vuelven a las tres de la mañana golpean puertas y prenden la televisión. No piensan en la gente que ya está durmiendo. Falta conciencia social. Conmigo de pronto se comportan muy bien porque soy de Canadá.

¿Te influyó la historia del Che y su recorrido en moto por Latinoaméríca?

No me influyó en principio. Más tarde en Chile llegué a un lugar, Lautaro Freire, entre Valdivia y Puerto Montt, donde me quedé con los bomberos y ellos me han dicho: «mira, tú puedes poner tu carpa en la sala de baile, arriba». Es un edificio viejo de los bomberos. Y uno de ellos me ha dicho «aquí se ha hecho historia, aquí estuvo el Che».

Dos semanas antes había ido un equipo de cineastas para filmar una cena para la pelicula del Che. A partir de este punto me crucé con la historia del Che.

¿Es la pobreza la diferencia más notable entre Latinoamérica y Canadá?

Hay un tipo de pobreza acá que es una pobreza digna, la de quienes sí tienen para comer aunque tengan una pobreza material, una casa sin lujos y con lo mínimo necesario, pero limpia y ordenada.

Luego están los ricos. Hay gente con muchísimo dinero que practica la avaricia y a la que no le importa nada los pobres. Acá hay gente que gana 15 pesos por día y con eso vive.

¿Qué elegiste para contar de toda tus experiencias de viaje en tu libro?

Lo que traté de hacer es facilitar las cosas para otra persona que quiera hacer el mismo recorrido, que tenga una idea de lo que va a encontrar, si no hay un lugar para comprar agua en tantos kilómetros. Hay también alguna descripción del paisaje, si hay subidas, si no hay sombras, etc..

Pero más que nada yo escribo sobre mis encuentros con la gente. Cómo me reciben, cómo viven, cómo hablan conmigo, lo que les interesa. Y este aspecto de mis vivencias en América del Sur es también el enfoque que tienen mis artículos para The Telegram, o sea sobre mi interacción con la gente.

¿Qué nuevo aspecto de la realidad latinoamericana te gustaría explorar?

Yo tengo la ilusión de que algún día podamos armar un equipo de ciclistas que recorra los países haciendo buenas obras para la gente, así podríamos combinar deporte con solidaridad.

¿Donde aprendiste español?

Cuando llegué a la frontera de Estados Unidos con Méjico me quedé tres meses y allá aprendí lo básico. Al llegar a Colombia ya podía verdaderamente conversar con la gente. Antes solo podía comunicarme en lo básico. Ahí empecé a hablar y discutir en español y a entender bien a la gente.

¿Qué lugar ocupará Salta en tu vida a partir del miércoles, cuando te vayas de esta ciudad hacia el Perú y Brasil?

Salta es para mí una base en América Latina. Pienso volver. Encontré amigos acá, conozco gente, por ejemplo los Cataldi en Lesser.

¿Vas a volver a Canadá o te quedarás a vivir en Latinoamérica?

No sé. Yo no sé cuándo voy a terminar mi viaje. Me siento en buen estado y tengo ganas de seguir un buen rato con la bici, en Brasil. También Venezuela. Son países que van a ser un terreno completamente nuevo para mí.

¿Vivir sobre ruedas te hace tener más conciencia que la propia vida es un viaje?

Sí. La vida es un camino. Este es un nicho que yo encontré. Yo no digo que no voy a cambiar este estilo de vida, que no pueda hallar de pronto un sitio donde me encuentre feliz y diga «voy a quedarme aquí».

Puedo imaginar otro estilo de vida, otras circunstancias. Estoy buscando también un lugar donde pueda decir: «aquí voy a radicarme, aquí me voy a quedar». Pero las condiciones no se han dado y entonces sigo.

No es fácil esta vida, No todo es tan romántico como mucha gente se imagina. Hay momentos en que me digo «quiero terminar con esto», y luego digo «aquí no me conecto, no puedo radicarme». Uno es bienvenido como extranjero pero más allá no puede entrar. Entonces continúo mi viaje.

Tengo mi público que me sigue en Canadá, que lee mis artículos y conoce mis andanzas físicas. Eso me da satisfacción, una sensación de que todo tiene un sentido, que logro algo.

¿No será en definitiva también la búsqueda de un amor que te amarre y te fije en un punto?

Puede ser, sí. Si eso sucede sería muy lindo. En mi caso no se dio y va a ser más difícil cuando uno envejece. La idea de formar una familia, de tener hijos, también la tengo. Es un sacrificio que haría de dejar este estilo de vida si se diera la oportunidad. Tal vez se dé. Pero no veo que se vaya a dar en un tiempo cercano. Es difícil para una chica confiar en alguien que está viajando para formar una pareja. Se necesita tiempo, un año o dos. Y es difícil. Uno es extranjero. No va rápido. Por lo menos en Salta mis esperanzas no se han cumplido.

Tal vez se te dé en Salvador, Bahía. Es un lugar mágico.

Puede ser. Con una linda mulata…

links:

jpg_libro.jpghttp://www.google.com.ar/search?hl=es&q=Martin+Lobigs+A+life+on+wheels&btnG=Buscar+con+Google&meta=

http://ar.search.yahoo.com/search?p=Martin+Lobigs+The+Telegram&fr=yfp-t-340&toggle=1&cop=&ei=UTF-8&rd=r1

NdR: Hay dos ediciones del libro de Martin Lobigs «A life on wheels in Latin America», ambas en inglés, publicadas en 2007.

Se publicó en Salta una edición del autor con una tirada de 300 ejemplares que se venden en las librerías Rayuela y San Francisco y en los quioscos de la calle Caseros en las esquinas de Zuviría y Buenos Aires, frente a Plaza 9 de Julio. Otra edición del libro fue publicada en Canadá por la editorial Creative Books Publishing.

1 COMENTARIO

  1. Una vida sobre ruedas por Latinoamérica
    Hola donde se puede ubicar a Martin Lobigs en Salta para una entrevista con un grupo de Cicloturistas Saltenos. Gracias

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