Darle prioridad a la ESCRITURA, es darle prioridad a la vida individual y social, a la dignidad comunitaria y, desde ese empujón se orienta el futuro.
Recorrer los suplementos literarios (en este caso la Ñ sabatina), sumerge en una inmediata impotencia por las propias condiciones. Son tantos y tan competentes nuestros supuestos colegas del rubro, que dan ganas de abandonar la iniciativa, si de comparaciones se trata. Se abre el inconmensurable complejo de inferioridad sellado por el Sicólogo austríaco Alfred Adler, como el sentimiento en el cual, de un modo u otro, una persona se siente de menor valor que los demás, lo cual, normalmente, sucede en forma inconsciente y lleva a los individuos afligidos a sobrecompensarlo. Bien definido como una aflicción a compensar, toda vez que los avenidos a la categoría de escritores, desbordan en excesos sus aptitudes, a más de las erudiciones específicas, para la cual abocan el desarrollo de sus talentos, en estilos variados (entiéndase: novela/cuentos/poesía/ensayo o artículos periodísticos). Nada ni nadie limita a estos privilegiados de la escritura para demostrar estos despliegues de capacidades.
Resueltamente, pienso que sumergirse en este, mayoritario, estado de inferioridad de los humanos (y de incómodas comparaciones), nos resta posibilidades para nuestros propios progresos y crecimientos inalterables; algo así como la realidad del voto calificado (la opción de voto universal, como el privilegio de pocos). O sea, únicamente pueden existir aquellos que responden a la ley de la evolución darwiniana: el mundo y la sociedad para unos pocos superiores sobrevivientes y, no como es en este actual estado de cosas contemporáneas, en que el mundo es de todos, por encima del malestar del poder que siempre ahonda diferencias. Convengamos entonces, que la escritura, propiedad netamente humana, también, es una condición de libertad de la especie, y como tantos otros contrastes, sujeto a la medida de las oportunidades iniciales de cada persona. Algo así como: cada individuo es la medida de su propia educación y ésta es el resultado de cada momento histórico y cada política educativa vigente.
La Política
Siempre la marca de la historia de los pueblos y sus destinos, mejor dicho, el destino que le marcan sus dirigentes y clases dominantes; en definitiva, sus proyectos de País. De ahí que el modelo de País, no sea un tema secundario o menor, sino el más importante y decisivo en la vida de una generación. Darle prioridad a la ESCRITURA, es darle prioridad a la vida individual y social, a la dignidad comunitaria y, desde ese empujón se orienta el futuro, porque poner el acento en este principio es honrar la vida al estilo de Eladia Blázquez, casi bastaría con insertar las estrofas de su canción para sintetizar fehacientemente el sentido de estas palabras: ”Eso de durar y transcurrir, no nos da derecho a presumir, porque no es lo mismo que vivir, honrar la vida, honrar la vida”. Otro motivo esta canción y esta letrista, para sentirse un gusano del planeta, pero insisto que el sentimiento de inferioridad, es una apelación para comprometerse desde otros lugares y otras funciones.
Cada individuo tiene en su vida una misión, que no es precisamente la sufrida y dolorosa misión eclesial, sino la que tiene con su País, con su pueblo y hace al compromiso cívico con su vecino, con su barrio, con su ciudad, en todos los aspectos (incluidos los ecológicos) de la vida comunitaria hasta el límite que le indica su responsabilidad y función delimitada, donde por supuesto no es lo mismo un funcionario estatal que un ciudadano común, aunque estos , más de una vez, deban reemplazar a ad honorem a aquellos. Exceptuando los egoísmos personales, también, aquí actúa con la firmeza de la convicción, el peso de la escritura, dando a los ciudadanos “institucionalmente” ilustrados, por la fuerza del reconocimiento y la gratitud patriótica, la reciprocidad de la devolución… El ciudadano agradecido devuelve a su Patria lo generosamente recibido; los menos, una vez graduados rajan, con el pretexto de la especialización para no regresar. En realidad son desagradecidos de la escritura pública y gratuita recibida. Por nobleza, hay que retribuir.
Para el Final: opciones
Quiero pretextar que la libertad de esta Nación nos otorga las atribuciones de utilizar la bendita escritura, aunque no seamos amplios dominadores de su técnica, la circunstancia liberadora de una saludable catarsis, al extremo de usufructuarla como contadora de cuitas en el otrora Diario Íntimo. Las palabras que encierran la escritura, son parte de nuestra interioridad y necesitan salir a la superficie para beneficio de nuestra salud mental. También, la vida nos da la revancha de ser fieles y dignos lectores, que es como se cierra el ciclo de la praxis de la escritura. Escritor y Lector son la distancia en que termina este universo de sentido.