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viernes, octubre 18, 2024

Notable Director invitado

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Estupenda labor conductora del maestro Kuwahara.

Salta, jueves 18 de 2013. Teatro Provincial. Solista: Rubén Albano (trompeta). Orquesta Sinfónica de Salta. Director Invitado Maestro Shizuo Kuwahara. Obertura Cubana (George Gershwin 1898-1937). Ensayo para orquesta nº 1 (*) (Samuel Barber 1910-1981). Concierto para trompeta y orquesta en mi bemol mayor Hob. Vlle/1. (Joseph Haydn 1732-1809). Sinfonía nº 2 en re mayor op. 73 (Johannes Brahms 1833-1897). Aforo 85%. (*) Estreno en Salta. Con el Auspicio de la Embajada de Estados Unidos en Argentina.

No es de todos los conciertos. Por eso cuando sucede, impresiona ver al público de los tres pisos del teatro aplaudir de pié la estupenda labor conductora del maestro Kuwahara, nacido en Tokio pero formado musicalmente en Estados Unidos donde se desempeña como director musical de la Orquesta Sinfónica de Augusta. Ha trabajado con conductores famosos como Ozawa, Gergiev, Eschenbach, Slatkin y otros. Ha conducido diferentes orquestas en distintas ciudades del mundo y ha recibido becas y premios de relevancia. Lo más importante es haber ocupado el primer puesto en la famosa “Competición Internacional de Directores George Solti”. Con estos antecedentes conocí un director de primer orden. Condujo el programa de memoria, sin batuta, indicando tempos y formas con ambas manos. Dio muestras de un intenso cuanto magnífico trabajo de preparación previa, aprovechando lo que me comentó en un aparte “…si, yo puse lo mío, mi trabajo, mi dominio de las obras, mi conocimiento de la música programada, pero si no hubiera contado con un organismo realmente atractivo, de músicos con alto nivel profesional y ganas de construir arte musical, no hubiera llegado a este resultado”. Marca con total claridad, transmite con fluidez, no habla español pero tampoco le hace falta, tiene una descomunal fuerza expresiva y una vigorosa energía. Un conductor de estas características enaltece la figura del Director Invitado. Detalle: el titular Jorge Lhez estuvo junto a él todo el tiempo de su labor previa.

Cada persona tiene un sentido subjetivo de las cosas. A veces es el correcto y a veces está influido por otros elementos. No recuerdo desde cuando siento lo que digo. Para mí, George Gershwin es el más grande compositor que dio Estados Unidos. Tal vez no tanto por su capacidad técnica para componer sino porque fue el hombre que desde su elaboración culta, mejor comprendió el espíritu del sonido particular de un pueblo que basó su raíz musical en el sentido popular de la “black music”. Sin embargo a la hora de construir, eso no siempre fue una ventaja y su Obertura Cubana es una muestra. La pieza es atractiva desde todo punto de vista en sus once minutos de duración, pero cuando uno escucha el verdadero “son”, la “guaracha”, la “rumba” o el “danzón”, advierte que el exotismo de esos ritmos populares de la isla, en las manos de Gershwin están influidos por esa concepción del hombre que mira y escucha desde sus otros ancestros. De todos modos, se lució el conductor y la orquesta y mostró la potencia final de la percusión en pleno.

Samuel Barber no fue un compositor académico ceñido a cánones constructivos acordes con lo preestablecido. Felizmente su música está desprovista de los límites existentes y se dedicó a buscar color, timbre en sus personales estructuras armónicas ligeramente imbuidas de un especial neo-romanticismo. Así es su reflexivo y agradable Ensayo nº 1 para orquesta.

Hace casi doce años, Rubén Albano acompañado de la misma orquesta con diferentes integrantes y distinto conductor, fue el solista del que para mi es uno de los mejores conciertos jamás escritos para trompeta y orquesta. No lo sé con precisión pero me imagino que debe ser pieza de concurso, sobre todo en la cadenza final del primer movimiento, un pasaje virtuoso que el solista ejecutó sin mácula. Hacía tiempo que no escuchaba a Albano en soledad y tenía la sensación que había mermado su calidad interpretativa, como aquel que está saturado con lo que hace. Si esto fue así, pues nada tuvo que ver con el Albano de esta noche, seguro, de labio firme, afinado, de fraseo perfecto, de escalas ascendentes y descendentes de sorprendente regularidad en sus intervalos. Su comunión con el maestro Kuwahara fue evidente.

Para el final una de las bellezas sinfónicas del alemán Brahms. Su segunda, bucólica, con un cierto aire pastoril, es música maravillosa de un hombre que amó a una mujer sin poder decirle jamás, al menos que se sepa, que la amaba. Esto lo menciono porque no tengo dudas que debe haber influido en su armado sonoro. La versión fue muy buena y logró un aspecto no tan sencillo de encontrar: equilibrio entre las diferentes secciones orquestales aún cuando las intensidades de volumen no fueran similares. Destaco la belleza del segundo tema en el primer movimiento o la cercanía con su famosa canción de cuna en los violonchelos del segundo esquicio, el solo de oboe del tercero y el fastuoso movimiento final. En los pasajes enmarcados en explosiones orquestales, el aspecto principal fue el refinamiento y el vuelo lírico propio del compositor de Hamburgo. Como dije antes, el público despidió de pié el excelente trabajo artístico del maestro Kuwahara.

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