La ópera prima de la joven cineasta argentina, podría reconocerse en antecedentes del cine de Lucrecia Martel y de la escritura borgeana. Juega con lo macabro, lo fantástico y el anti-relato.
Cinco adolescentes deambulan perdidos en un bosque. Las imágenes llevadas por una steady cam se mueven con el andar de estos personajes, en diálogos aparentemente frívolos e inconexos pero que se anulan por expresiones al fin que se suceden en realidad en forma paralela. El espectador en este caso, se convierte en parte de una travesía circular, parece ser el sexto integrante al que le ocurrirá lo inexorable. Se experimenta cierto mareo con las imágenes, y hasta cierto rechazo por seguir a los jóvenes ya que el lugar se torna muchas veces gris y los silencios te llevan a un punto cero. Es la caida hacia un vacío existencial. Por momentos parece haberse cortado la respiración y las imágenes se suspenden en el cielo que algo presagia. Es un cine experimental, por el cual el observador percibe raras sensaciones, una calma inevitable antes de un momento trágico.
«El largometraje es un ensayo sobre la muerte y está dedicado a célebres poetas y cantantes que se han suicidado, entre ellos Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik y Kurt Cobain. Es una película que habla de la necesidad de poder decidir la propia muerte”– dijo a la prensa europea Jazmín López.
Creo que no hay una historia contada, no al menos de manera tradicional, lo que hay son imágenes subjetivas de algo que ha sucedido y que uno va entretejiendo mediante situaciones sígnicas como las voces en “off”, el auto averiado, la sangre en el asiento trasero, el revólver que maneja uno de los chicos, la casa clausurada, el bosque de damascos, el llanto de una de las protagonistas, el extravío de los adolescentes, la percepción del clima enrarecido, el viento sobre las hojas, la tormenta y la entrada final al mar. La muerte es la temática. Especie de film elegíaco que privilegió las imágenes por sobre la narración, un cine metonímico.
Los personajes pierden ese carácter por lo que se transforman en actantes, en principio. No son reales, son una imagen de lo que fueron, un recuerdo o sus energías dentro de un universo natural. Por momentos sus actuaciones son secundarias y sin consistencia, pero se hilvanan a la propuesta de manera plástica. Los jóvenes actores son Julia Volpato, Pablo Sigal, Macarena del Corro, Diego Vegezzi y Tomás Mackinlay.
El film co- producido por Argentina, Francia y Holanda, se realizó mayormente en Bariloche. Pero el espacio se percibe como ajeno y de transición, como una pintura, un degradado que da la posibilidad de crear fondos que marcan zonas más oscuras y otras más claras, siempre utilizando la misma gama de colores.
La creación de Jazmín López es una composición audiovisual en la que emergen pistas que el espectador va recogiendo para “armar” un trágico accidente de cuatro jóvenes y el suicidio de una del grupo.
En la sala éramos cuatro y sólo quedamos dos desde la mitad de la cinta.
Es para pocos.