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martes, marzo 4, 2025

“Apuro y delirio”: cuando el glamour se tiñe de locura

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Ana María Parodi ha compuesto numerosos personajes, pero entre sus más reconocidas y últimas interpretaciones, estos han sido generalmente célebres.

El sábado 29 de junio se estrenó “Apuro y delirio” de Hilda Guzmán de Kubiak (autora de “Amor eterno entre cáscaras de granada y esencia de lino”, entre otras) en el marco de la XXIII Muestra de Teatro Breve (organizada por el C.C. Hólver M. Borelli) que se inició el 21 de junio en un continuado de puestas con obras de autores locales quienes produjeron monólogos en un taller supervisado por Natalia Aparicio.

El personaje ideado por Kubiak es una mujer que en mi opinión, atraviesa una vida en verdad muy dura. Entre la alucinación y la conmoción, ella delira sobre un presente en un pasado desconocido. Ese ser recreado por Parodi parece no ser en verdad consciente de la realidad aunque podría afirmarse que trata de evadirla. La mejor parte del unipersonal es cuando la actriz se saca una máscara para colocarse otra: la de la cantante. Quizá esa mujer alguna vez lo fue o su sueño quedó trunco. Lo cierto es que su delirio explota y el patetismo finalmente se vuelve la píldora necesaria para estar en el mundo. Hay una especie de planteo filosófico sobre la locura, una composición lírica de la loca, una manera de ser “extraña” de ese otro, del que se dice que se le han pelado los cables pero que nos abofetea en su vuelo por la imaginación. ¿No es acaso la locura la mejor manera de evitar el dolor?

La puerta que Néstor Segovia fabricó para la escenografía, esos golpes insistentes, me sugerían una vida perdida. Como la de alguna viejecilla marginal que deambula en la calle vestida como reina en el recuerdo de una extinta familia con una perdida posición económica. La puerta podría suspender a cualquier espectador en una especie de enigma que nos vincula con la angustia o con lo desconocido, tal vez con la melancolía o con los aromas de una casa que alguna vez fue habitada por seres felices.

El clima logrado con la iluminación (Charo Lagoria y Ramiro Solá) cerró la propuesta de una gran caracterización de personaje por parte de Ana María Parodi (con maquillaje de Jorge Aragón). En esta oportunidad, la artista dirige y protagoniza la obra con la asistencia de Marcela Romero. Un sostenido aplauso coronó la velada.

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