En el Milenio de los Banqueros, como se llamará a nuestra era, todo es posible, hasta polìticos argentinos solidarios con un indígena maltratado.
Es cierto, nuestra Presidenta, hace todo lo que dice el artículo de Robles (http://www.salta21.com/Independencia.html), lo cual ya es desastroso. Pero, no hace sólo eso. También «hace» parada de hipocresía y mendacidad. Hoy alcancé a verla en la TV, mientras hablaba en la reunión de UNASUR en Montevideo. Gesticulaba (como siempre), profería amenazas contra el imperio y decía solidarizarse con Morales (cosa qué nunca hizo con los indígenas argentinos). También decía estar escandalizada con el espionaje practicado por el gobierno de USA, pero no se le ocurrió siquiera ofrecerle asilo a Snowden. En todo caso, a su lado estaba ese Kiciloff para darle el codazo si hubiera olvidado qué no debe asilar a nadie sin consultar previamente a la embajada de USA.
Lo que hicieron los gobiernos de Italia, España y el «socialista» de Francia con Morales es altamente criticable, claro. Por tratarse de una vergonzosa muestra de sumisión ante un país extranjero y por humillar al presidente de otro país sin motivo alguno. Pero, además, el comportamiento de esos gobiernos con Morales fue de lo más estúpido, ya que le dio a este la posibilidad única de aparecer ante el mundo como «magno» y mártir, dos de los disfraces que más le gustan. La respuesta de los gobiernos latinoamericanos al solidarisarse con Morales, ha sido la correcta. Cuando el fuerte agrede al débil, hay que apoyar al débil. Sin embargo, no hay que olvidar que debilidad no es sinónimo de santidad y los débiles también pueden cometer inmoralidades e ilegalidades. Evo Morales no es «la» excepción a esta regla y no es ningún santo.
Algunos ejemplos de la no santidad de Morales. Por increìble que parezca, Morales ha aprobado una ley que incentiva a los ciudadanos bolivianos a venir a la Argentina a robar autos. En efecto, según la legislación boliviana (creada por Morales, lo repito), si un boliviano roba un auto en la Argentina, tiene derecho a apropiarse de él, definitiva y legalmente, con sólo hacerlo entrar a territorio boliviano. Una vez allì, el Estado Boliviano (Morales), le provee de matrícula (lo «nacionaliza», en la jerga policial boliviana), la movilidad pasa- oficial y legalmente- a ser propiedad del boliviano que la robó y, por tanto, nunca más podrá ser recuperada por la víctima argentina del robo. Esto ya ha ocurrido, no es invención mía. Uno de las víctimas de la Ley Morales, ha sido el productor tabacalero Gustavo Uldry. Por causa de la Ley Morales, muchos taxìstas han quedado en la ruìna.
La «justificación» que dio Morales para su ley, merece un párrafo aparte y es de antología. Morales expresó que justifica su ley porque «los bolivianos pobres también tienen derecho a tener auto». En otras palabras, los argentinos (y no Morales) tenemos la obligación de hacernos cargo de todos los lujos a los que aspiran los pobres de Bolivia.
Otra muestra de la genialidad y la santidad de Morales. Por órdenes expresas suyas, convertidas en ley por sus càmaras, a los turistas argentinos què visiten Bolivia, hay que cobrarles todo al doble del precio normal.
Esas son algunas de las «Leyes Morales» qué tienen por objeto discriminar a los ciudadanos de los países vecinos. A sus «amados» «mercosureños», «albeños» y «unasureños». A los mismos que en Montevideo y otros lugares lo han arropado, lo han consolado por el trato discriminatorio que le dieron franceses, italianos y españoles y se han solidarizado con èl. Las «Leyes Morales» para controlar, domesticar y humillar a los ciudadanos bolivianos son mucho peores. Morales ha establecido una Constituciòn y un Sistema Legal basados en la raza. En efecto, en varios capítulos y artículos de la llamada «Nueva Constituciòn Polìtica del Estado» – que me ha hecho llegar un buen amigo de Tarija- hace referencia a la raza como factor decisivo en todo tipo de situaciones contenciosas o penales. Por ejemplo, el Art. 192 dice, textualmente: » Toda autoridad pública o persona acatará las decisiones de la jurisdicción indígena originaria campesina». En el mismo artículo, siguen otras consideraciones, siempre con el énfasis centrado en la raza. Como el lenguaje legal es más elástico que el chicle masticado, este artículo (y hay muchos más con el mismo énfasis en la raza) ya da lugar a que cualquier «indígena originario campesino», haga lo que le dé la real gana con cualquier «no indígena no originario no campesino». Exactamente lo mismo que (por ley) los «arios» podían hacer con los «no arios» en tiempos de Hitler.
No contento con sus «Nueva Constituciòn y Justicia Racialmente Condicionadas», Morales ha desenterrado la vieja Ley del Talión, en la guisa de «Derecho Comunal Indígena» (llamesé Talibán). De acuerdo a esta ley, las víctimas de cualquier delito, (carterismo, robo de gallinas incluído) tienen el «derecho» a linchar y a quemar vivo al (muchas veces supuesto) autor del delito; tras un juicio sumarísimo (sobre la marcha), sin derecho a defensa ni nada. Esa «Ley» ya se ha aplicado en varias ocasiones contra autores de delitos menores. En un caso, se prendió fuego a 5 mujeres y 6 hombres , se los desnudó, apaleó, frente a multitud de niños y otros espectadores, en un estadio de fútbol y sin que la policía tenga derecho a intervenir. En relación a este hecho, el Canciller boliviano, un tal Choquehuanca, agradeció a Morales porque, gracias a él, los indígenas habían recuperado su «cultura» (Fuente: Diario «El Nacional, Tarija, Bolivia, 30/01/2012, pág, 2.)
Desde la toma del poder por Morales, el tema racial siempre está en el centro del debate en Bolivia. En el diario antes citado leemos que, un dirigente político indígena, un tal Simón Yampara expresó: «El mestizo es como la mula, porque no es nada productivo». Si en Alemania, algún loco vomitara una expresión de un racismo tan extremo, iría en cana sobre la marcha. En la Bolivia del «revolucionario» creador del «marxismo-pachamamista» , Evo Morales, donde el 80 % de la población se encuadra en el maldito término de «mestizo», el tipo es un intelectual indígena y, como tal, todo le está permitido.
Morales es una persona sin ninguna educación, por tanto, ingenua y fácil de manipular. Su Rasputín es su vicepresidente, un supuesto intelectual trosko-maoìsta-muy leído; el tipo proclama que leyó 5.000 libros. Leer 5.000 libros no es tan difícil, lo embromado es entenderlos. Por ejemplo, una cosa que el tipo y Morales entienden absolutamente mal, es el término «originario». Lo atribuyen a los indígenas precolombinos y le adscriben todo tipo de cualidades místicas y cuasi divinas. Infelizmente para Morales y su vice, pero felizmente para todo el resto del mundo, existe un solo pueblo «originario» : el etíope; los demàs, son «no originarios» y, por tanto, tienen que cuidarse de Morales y sus leyes… Efectivamente, está suficientemente demostrado que toda la especie humana proviene de una pareja que vivía, hace más de 200.000 años, en las llanuras de Laetoli, en la Etiopía actual. De allí migraron las primeras poblaciones de Homo sapiens hacia todos los continentes.
Bueno, pero, ¿lo único què aconteció estas últimas semanas es el desaire a Morales? No, para nada, ocurrió lo de Snowden (¡nos olvidamos de él!) y otras «cositas» más. Una de ellas está pasando desapercibida hasta para los gorilones del Clarín. Increíble. Se ve que Kristina los tiene completamente entretenidos. La notìcia más relevante es que los hermanos Castro han decidido invitar a los millonarios cubanos, muchos de ellos exilados por Castro, que viven en Miami, a que «inviertan» en Cuba. Así, en esos términos, se presenta la noticia en el diario «El País», de España. Ahora, hay que recordar que los exilados cubanos, y mucho más los millonarios, no tienen un pelo de revolucionarios y si hay alguien a quien odian a muerte, es a los Castro. En consecuencia, irán a invertir a Cuba sí y sólo sí, los Castro aceptan todas y cada una de SUS condiciones. La primera de ellas será, seguro, tener el control total de sus negocios. Pero, dada la maltrecha situación de Cuba, esto equivale a decir que se harán cargo de toda la producción; es decir de toda la economía.
En otras palabras, los Castro renuncian al sistema político y económico que han detentado hasta ahora. Lo hacen después de haber arriesgado la vida de todos los habitantes de la Isla (la crìsis de los misìles, del 62, cuando, si los rusos atacaban a USA y los yanquis bombardeaban Cuba con armas nucleares en respuesta, Cuba entera hubiera quedado inhabitable para siempre) y después de exigirles enormes sacrifìcios. Atrás quedarán, pues, los sueños del Che Guevara, de miles de jóvenes idealistas como él y el de los miles de cubanos que trabajaron como asnos, de sol a sol, día tras día, por lo que les prometieron los Castro.
– Por Síndico, lector y comentarista de Salta 21