El sábado comenzó en forma dramática y traumática el traspaso de la atención de la salud pública de la niñez salteña a un sistema de gerenciamiento privado. Urtubey -que eludió el debate- sigue con la política de Romero. La polémica y los interrogantes.
El sábado comenzó el traspaso del Hospital de Niños Jesús de Praga ubicado en Sarmiento 625 de esta capital al Nuevo Hospital de Niños, que está en Sarmiento 1301 (frente a los cuarteles) en un edificio anexo al Nuevo Hospital El Milagro.
Fue una jornada traumática y dramática.
El viernes una multitud se había apostado frente a la sede del viejo hospital, en la calle Sarmiento, en actitud de protesta y resistencia como último intento para evitar que se concretara una medida a la que el gobierno había anunciado como irreversible. Ante esa acción las autoridades demoraron un día más el operativo. El sábado eran unos docientos los manifestantes, pero no pudieron impedir
el traspaso.
Vencido este obstáculo todo hace prever que el gobierno -y la «Santa» Tecla- se saldrán con la suya.
El traslado comenzó por la terapia. Los niños eran llevados en ambulancias que salían raudamente del edificio de la Sarmiento y marchaban en contramano por esa arteria para cubrir las siete cuadras que separan al viejo hospital del nuevo.
Entre los que manifestaban contra el traslado estaban los sindicalistas del sector que vienen luchando contra el gerenciamiento privado de la salud desde hace varios años. También había médicos, enfermeros, militantes por los derechos humanos como Mirtha Torres e integrantes del Partido Socialista y del Partido Obrero.
Había una fuerte presencia policial, pero no se registraron incidentes a pesar del clima de bronca, frustración y decepción que reinaba entre los manifestantes.
Al final aparecieron, como mariscales del triunfo del negocio privado sobre la salud pública, Alfredo Qüerio y Alejandro Gravanago. Ellos no tendrán perdón porque sí saben lo que hacen. Que la historia y los salteños se lo demanden…!
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Cambio de modelo
El dramatismo de la situación se basa en que se trata de mucho más que de un cambio de edificio: es un cambio de modelo. Juan Manuel Urtubey continúa con las mismas políticas de Juan Carlos Romero y pone la salud de los niños asistida con fondos públicos en manos de una mega corporación española que ya «gerencia» el Nuevo Hospital de Milagro: la empresa conocida como «La Santa Tecla».
Luego de tantas marchas, peticiones, manifestaciones y denuncias que trataron de preservar el cuidado de la salud de los niños en el sistema sanitario público como responsabilidad integral del estado y no como un coto de lucro privado, un grupo de gremialistas elaboró un meduloso documento (ver link a pie de página) para fundamentar su posición e invitó al gobernador Juan Manuel Urtubey a un debate público sobre el tema. El gobernador no asistió. Prefirió eludir el debate.
Y siguió adelante con un plan tan resistido como cuestionado. Con el traslado de la terapia del hospital de niños comenzó ayer un proceso que va a durar unos 40 días para terminar el traspaso.
A las 12 del mediodía del sábado se iniciço el operativo. A las tres de la tarde salió la primera ambulancia y pasadas las 21,30 la última. De ese modo se trasladó a 11 niños a la terapia del Nuevo Hospital. Ocho de esos niños estaban en el Niño Jesús de Praga en terapia, dos de la guardia y uno de cirugía. (Uno de los niños había ingresado a la terapia por orden judicial).
Desde el gobierno destacan como un gran logro que de 8 camas en la terapia del Hospital Jesús de Praga se pasan a 15 en el Nuevo Hospital de Niños, con tecnología de avanzada. Pero una profesional de la salud nos dijo que este tiene 30 camas menos para internación que el viejo hospital, cuya capacidad estaba siempre colmada. Allí se daba no sólo atención médica a los niños, sino también contención a familiares -incluso comida a los que venían del interior-. Todo ese aspecto social y humanitario se perderá al dejar la salud de nuestros chicos en manos de una empresa que pone el acento en reducir costos y maximizar ganancias. «Por una hernia acá teníamos un posoperatorio de dos días allá lo mandarán a su casa en un día», critica una enfermera.
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Máxima ganancia, mínima atención
«Esto una vergüenza. Como hizo el menemismo primero desmantelaron lo público para luego engordar el negocio privado. Este modelo es inaceptable porque en apariencia aumenta la calidad pero margina a la gente del sistema. A una mujer que ya estaba por dar a luz la echaron del Nuevo Hospital donde no la quisieron atender y como era pobre tuvo que volver caminando a su casa y termínó dando a luz en la vía pública», protesta un médico forense.
Entre el personal que trabaja en el Jesús de Praga los designados tienen su puesto asegurado, pero no se sabe qué pasará con los contratados. A quienes están en planta permanente y no quieran ir al Nuevo Hospital se les promete una derivación a otros hospitales o a centros de salud de los barrios.
«Yo creo que algunos cirujanos hicieron un buen arreglo con la empresa gerenciadora, porque ahoran están mudos y ya no se oponen al traslado», estima una instrumentista que gana sólo 1.200 pesos. Menos que una empleada de las empresas de limpieza y comida de hospitales públicos. Servicios éstos que fueron tercerizados para caer en manos de Abel Ramos, un camillero que se hizo millonario manejando el gremio de ATSA, el que brilló por su ausencia ahora que las enfermeras del hospital de Niños Jesús de Praga pedían ayuda al gremio para luchar contra el traslado.
Un interrogante: ¿cómo va a funcionar en estos días el servicio de cirugía en el Niño Jesús de Praga si ya no tiene la terapia? En muchos casos las cirugías derivan en la necesidad de propercionar al paciente cuidados intensivos. El gobierno dice que en esos casos una ambulancia de alta complejidad llevará al pequeño que así lo requiera hasta la terapia que desde la tarde del sábado funciona en el Nuevo Hospital de Niños.
Seguramente Juan Manuel Urtubey no vió -ni le interesa- el notable documental Sicko , de Michael Moore, que muestra cómo luego de sacarles su dinero con altos aportes a las empresas prepagas las megacorporaciones yanquis que lucran con la salud estafan a sus clientes, los desamparan, los dejan morir o los matan (cuando no los echan a la calle). Frente a ello se alzan como modelos humanistas, solidarios y eficientes sistemas públicos de salud como los de Cuba, Francia e Inglaterra.
En una acción muy cuestionada -y que lo define política, ideológica y moralmente- el gobernador Juan Manuel Urtubey prefiere entregarle a una empresa privada la plata que se debería invertir para mantener y mejorar el sistema público de salud.
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