¿Qué dirías, Ernesto, si pudieras ver tu imagen flamear en las banderas de quienes entregan todo lo nuestro a los poderosos del mundo?
¿Qué dirías Comandante, si fueses testigo de este presente dónde los que se dicen «populares» gobiernan para llenarle aún más los bolsillos a los patrones?
¿Qué, ante la soberbia que atropella al pobrerío y los echa de sus pedacitos de tierra, para entregárselos a las corporaciones multinacionales de la soja, de la minería, del gas y del petróleo?
¿Qué, ante los que pagan una «deuda» al poder financiero que la provocó, y dicen que «eso» es «soberanía»?
¿Qué, ante los que le ponen techo a los sueños proletarios, y procesan y encarcelan y reprimen a los que no se conforman y protestan?
¿Qué, ante los que se regocijan con Harvard y denostan a La Matanza?
¿Qué, ante los traidores que mancillando la enseña roja, las hoces y los martillos, apoyan y aplauden semejantes desatinos?
Cuarenta y seis años después, esa coherencia que fue tu estandarte, no encuentra espacio en nuestra tierra.
Habrá que construirlo, Comandante, enterneciéndonos sin perder la dureza necesaria, para lograr hacer realidad el sueño por el que luchaste y entregaste tu sangre y tu vida generosas
Ése será nuestro mejor homenaje, hermano, camarada.