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domingo, noviembre 24, 2024

Sobre la identidad de género autopercibida… El horror de Lulú

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Pensar en el futuro de un niño que a los seis años se le cambió la identidad de género porque ya se tiene en claro su orientación sexual es desesperante.

La identidad de género autopercibida trata básicamente en querer ser lo que uno siente que es y en este caso único y primero en el mundo, más allá de la propia genitalidad que la naturaleza nos da desde que somos concebidos.

En la ley 26.473 de Identidad de Género, aprobada en el 2010 por los legisladores Argentinos se establece el derecho a identificarse como la persona lo perciba desde su interior e intimidad, desde su propia conciencia y sobre todo desde lo que sienta con su cuerpo y afectos.

La identidad de la persona es realmente lo que un individuo percibe de sí mismo en su crecimiento, sobre todo en los primeros años de su crecimiento, y la distingue por sus peculiaridades de los demás, pero también es la forma en que la sociedad percibe a la persona.

La mayoría de los psicólogos coinciden que el proceso de autopercepción de la identidad por un individuo es largo y complejo, así por ejemplo podemos citar a Freud, Erikson, Allport, entre otros… ¿por qué? Porque sencillamente la identidad tiene que ver con el conjunto de rasgos propios de un individuo, los cuales lo caracterizan como único a sí mismo y frente a los demás. Cualquier ser medianamente racional sabe que estos rasgos no se obtienen ni se aclaran de un día para otro, es decir con poca o mediana edad.

La identidad cívica (DNI) es aquella que primariamente se describe con el nombre y sexo de la persona, hoy es tan compleja y densa la población que esto ya no alcanza para identificar un ser de otro ser humano, pueden coincidir los nombres y el sexo, entonces se acude a las huellas digitales, hoy previstas en el DNI o cada vez con mayor insistencia al ADN de la persona. La primera es una cuestión que indica que una persona no se repite (mientras no la clonen), es decir que es única y la segunda es una característica particularísima y que realmente detalla desde la misma biología (retrospectivamente, pues está codificada la evolución de la persona y sus condiciones actuales, potenciando toda la existencia del individuo) la identidad de una persona.

Al parecer por estos días la identidad que se denota desde la psicología, la que se inscribe en un DNI, la que se detalla desde las huellas únicas o la que propone el mismo ADN se des construye en favor de la autopercepción.

Los mayores que poseen cierta madurez, es decir, cierto dominio de sí, la personalidad definida y la identidad clara se hacen cargo de las decisiones que toman, de lo que creen de sí mismos. Se poseen las cualidades mentales, las facultades volitivas y la claridad en los afectos necesarias para el uso de la libertad en búsqueda del bien propio y el de los demás, como no puede ser de otra manera para la conquista de la felicidad…Pero pretender que un bebe de año y medio tenga conciencia, aunque más no sea de manera incipiente, para percibir su identidad o comenzar a percibirla, es un tremendo error que no se ve, quizás por los dogmatismos impulsados por valla a saber qué interés oscuro que ciega a las personas y en especial a los padres y más puntualmente a una mamá.

Pensar en el futuro de un niño que a los seis años se le cambió la identidad de género porque ya se tiene en claro su orientación sexual es desesperante. Construir una nenita de un varoncito a tan temprana edad es sencillamente un horror no solo por parte de los padres, si estos están, sino de la sociedad que toma esta cuestión como una defensa en pro de la igualdad de los derechos, de la inclusión social o de la dignificación de esta. Los púberes, los jóvenes y aún los mayores tienen frecuentemente y hasta crónicamente, en esta cultura actual, problemas de maduración psico afectiva y por lo tanto problemas de maduración de la personalidad. De hecho la distorsión en el crecimiento de un niño a tan temprana edad es un indicador de esta realidad. La persona humana, en muchos casos, crece con graves alteraciones en su interior, a tal punto que la identidad se diluye en situaciones de evolución primitiva, poco racional y sobre todo indignificante

Hugo Luis Daher

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