¿Es el colectivismo la respuesta a la desigualdad social? Un film políticamente incorrecto.
La brecha abierta entre poderosos y pobres queda muy bien expuesta en “Elysium”, cinta estadounidense de ciencia ficción dirigida por Neill Blomkamp y protagonizada por Matt Damon, Jodie Foster, Sharlto Copley, Wagner Moura, Diego Luna, Carley Pope y Alice Braga.
Corre el año 2154. La Tierra está habitada por hombres, mujeres y niños en situación de extrema marginalidad, viven como ratas, sujetos a un trabajo mal pago y a un sistema perverso de control absoluto en donde reina una especie de Obamacare, proyecto real que podría aplicarse actualmente en EEUU con el cual se pretende dividir a la población en amos y esclavos, es decir, crear un nuevo orden que separa ciudadanos de primera y de segunda categoría, según puedan o no financiarse la salud. A este universo pertenece el protagonista, Max, felizmente interpretado por Matt Damon, quien recibe una descarga de radiación, obligado a reparar una máquina o a perder su única oportunidad de trabajo con sueldo paupérrimo.
Del otro lado, aire puro, vida sana, riquezas y poder sobre la enfermedad. En órbita, se encuentra Elysium, a cargo de una siniestra funcionaria cual representante del FMI, la fría y calculadora Delacourt, interpretada por la gran Jodie Foster.
El conflicto parte de un hecho absurdo, cuando Max es interceptado por un robot policía en una especie de requisa por la que recibe una injusta golpiza. Todo atrae consecuencias porque se estado físico se encuentra deteriorado, le ocasiona demoras para llegar al trabajo y heridas de las que debe sobreponerse para no perderlo. Vive en un cuchitril, en un sitio inseguro y superpoblado tal y como se vive en las favelas o en las villas tercermundistas que todos conocemos muy bien. Su situación, desgarrante y angustiante, es el centro del drama y el protagonista se convertirá, sin desearlo, en el héroe que nuestro planeta necesita para lograr la tan ansiada igualdad de todos los ciudadanos.
Las escenas recorren ágiles situaciones de las que parece difícil salir bien parado. El género permite el contraste entre dos mundos tal y como lo propone el cuento “El hombre que mira” del argentino Esteban Valentino (autor de “Perros de nadie”, pintura de casi niños líderes de dos villas donde la delincuencia parece ser la única oportunidad). Allí, en el relato, el CFT (Centro para la Felicidad de Todos) se encarga de los pidientes, del control en la ciudad y de expulsar a quienes se quejan o ven con pesimismo al sistema. Valentino imaginó ya, un mundo similar al de Elysium en el que el bienestar es sinónimo de elitismo.
Varias escenas se filmaron en el Bordo de Xochiaca, un enorme vertedero de basura que abarca cerca de 200 hectáreas, en el Estado de México. El basurero es real y aparece dentro de una visión futurista. No caben dudas que el film apela a una conciencia sobre el manejo de las políticas actuales que favorecen a los ricos y terminan por enterrar a los pobres. Y la crítica a un sistema inaccesible de salud, como los actuales servicios de prestaciones médicas. No es casual que el director sea sudafricano para realizar este tipo de planteos, quien ya había propuesto en “Distrito 9”, la vida en un gueto al estilo de un documental. De allí sacó a Sharito Copley, que en Elysium es un villano codicioso, y que se hizo conocido por el papel de Wikus van de Merwe. La última de Blomkamp es más ambiciosa aún y genera nuevos y más adeptos al género no sólo por la fotografía, el contenido y la buena ambientación, sino por los estelares protagónicos.
Elysium, realización futurística de un retrato actualizado
Vivo cerca del lugar donde Matt Damon filmo las escenas de extrema pobreza, y lo más curiosos es que unos kilómetros de los sets si se puede ver la diferencia de clases muy marcada