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martes, noviembre 26, 2024

Los votos del PO

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El colchoncito de votos que se viene adjudicando el PO merece algún tipo de análisis, no sólo político sino también a nivel social dentro de esta sociedad tan peculiar como lo es la salteña.

Desde la óptica política el mensaje de los votantes es claro y va directamente dirigido como un misil a la dirigencia. Es un alarido de rechazo a estos que no presentan alternativas que llenen las expectativas de las gentes salteñas.

El espectro de las ofertas políticas se bandea entre los personajes conservadores, corruptos, eficaces, comprometidos y oportunistas. Aquellos que no tienen ideologías pero que si tienen claros intereses y estos quizás son los más disputados por los votantes ya que se saben mover en los estamentos de poder de la sociedad salteña. Otrora se decía que el poder en Salta pasaba, si o si, por el club 20 de febrero. En otras ocasiones por finca las Costas y así gira que te gira el tan deseado poder y que de hecho es necesario para producir cambios.

Si el PO llegara a cargos de compromiso social, cargos en la administración pública o por el estilo se encontraría en un estado de defección con respecto a la sociedad ya que nadie del área económica le otorgaría el poder necesario para que estos impongan sus “ideales o propuestas de plataforma de gobierno”. ¿Quién en la actualidad en su sano juicio pretendería alentar las ideas que impulsa la dirigencia del partido que se presenta como defensor de los derechos de los obreros? ¿Actualizaron estas ideologías que nacieron a fines del siglo XIX o especulan con colgarse de un neo progresismo más radical que los actuales y que están en franco retroceso a nivel latinoamericano? El PO solo con apoyo foráneo intentaría imponer sus pretensiones ideológicas, cosa muy poca probable por estos días.

El gobierno actual está agotado, el respaldo nacional no alcanza para seguir avanzando según pretende el salteño pues el acervo de votos de estos es cada vez menor. Los partidos políticos tradicionales como la UCR, Renovador y su fractura PPS están prácticamente en extinción. Los conservadores y populares se muestran con muy poco recurso material y astucia para conquistar o pactar con el poder y se disuelven en la nada.

Se perfilan cuatro alternativas: Romero desde el PJ, Urtubey desde el Partido de la Victoria, el PO y finalmente Olmedo. Una derecha fractura en tres (Romero, Urtubey y Olmedo desde distintas tarimas) corrientes poco reconciliables y una izquierda que a la larga no representará a la genuina sociedad salteña que se destaca por su tradición gauchesca, folclore genuino, fe incomparable, paternalismo, machismo y cosas por el estilo.

En esta sociedad no puede dejarse de lado indicadores de transformación que se viene manifestando en los últimos años, así por ejemplo el retroceso del catolicismo y el avance del protestantismo; el agnosticismo crítico en los jóvenes y el ateísmo creciente en los polos intelectuales de la sociedad la permeabilizan al progresismo cayendo los valores autóctonos que por siglos cultivó como lo son la familia, la vida, la solidaridad y cosas por el estilo. De hecho estas cuestiones la polarizan ideológicamente entre la izquierda y la derecha.

Tampoco debe dejarse de lado la transferencia económica que se hizo en las últimas décadas desde las manos de familias tradicionales y de poder a sistemas económicos transnacionales, ya sea en el área de la agricultura, ganadería, minería, alimentos, etc…El turismo, el crecimiento poblacional y el clima también son factores que mutan las características de nuestra sociedad y la sumergen con mucha más fuerza en el sistema neo capitalista.

Ante esta realidad los votos del PO hoy por hoy y en un tiempo mediato no significan nada. Las propuestas y el perfil de la dirigencia no responden a las demandas de esta sociedad y por lo tanto el mensaje democrático de la ciudadanía va por otro lado. Es particularmente del oficio de la mejor dirigencia hacer la lectura correspondiente y ofertar a los salteños una propuesta y acción desde la administración pública que satisfaga a la misma ya que el ciudadano común en definitiva da de comer a los pulpos del poder.

Hugo Luis Daher

1 COMENTARIO

  1. Los votos del PO
    El asco por ciertos «políticos» y por ciertos aspirantes a ser llamados «políticos», es un síntoma de buena salud social, de recuperación de la salud social. También es una manifestación de qué, una parte importante de una sociedad, está convencida de que es necesario que los políticos y, más aún, los aspirantes a serlo, deben (les guste o no), demostrar un mínimo de pudor y un máximo de moralidad. Es bueno saber que una buena parte de los votantes salteños, sienten repulsión por las barbaridades que los políticos instalados nos obligan a ver y escuchar, día y noche. Todo con el dinero de nuestro trabajo. El crecimiento en el número de simpatizantes del Partido del Obrero-PO, no es otra cosa que una manifestación de esa repulsión. No tendrá, cómo ha empezado a delirar la dirigencia eterna del PO, mayores consecuencias. En ningún país hay cabida ya para los discursos de barricada de la dirigencia del PO. No se si ellos mismos se han dado cuenta de ello, pero, he notado que, algunos dirigentes del PO ya ha empezado a presentarse con una cara conciliadora. Han salido a afirmar que, de hecho, ellos no son «tan» trotskistas como la gente cree que son. Seguro que no lo son, puesto que Trotsky hubiera detestado las practicas manipuladoras, para eternizarse y morir en el poder, de la dirigencia del PO, a nivel nacional y provincial.

    En efecto, Trotsky advertía que es muy fácil pasar, de la dictadura del proletariado, a la del comité, de allí a la del partido y de allí a la del Presidente del partido. O sea, a una dictadura en todo el sentido de la palabra. En los PO salteños y argentino, no ha ocurrido eso. Aquí no se ha pasado a la dictadura del Presidente del partido, sino a la de los dos presidentes del partido: Resnick y Altamira en Buenos Aires y Del Plá y , Fofani, marido y mujer (¿por casualidad?), aquí en Salta.

    Pero, el drama argentino no es ése. El PO jamás llegará al poder político en régimen de constitucionalidad, aunque éste, las más de las veces, sea sólo una fórmula. El problema es qué no hay una fuerza, política y moralmente madura, capaz de contrarrestar el asalto de las hordas radical, peronista o macrista.

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