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domingo, septiembre 29, 2024

Trece temporadas de la Sinfónica, admirable!

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…desafiando muchos malos vientos y aprovechando los buenos…

Salta, jueves 5 de diciembre de 2013. Teatro Provincial. Solista: Carolina Pineda Andrade. Orquesta Sinfónica de Salta. Director Titular: Mº Jorge W. Lhez. Edward Elgar (1857-1934): Concierto para violonchelo y orquesta en mi menor op.85. Nicolài Rimsky-Kòrsakov (1844-1908): Scheherazade op.35. Cierre de temporada de la orquesta. Aforo: 85%.

Tal vez sea repetitivo pero el tema lo amerita. La Orquesta Sinfónica de Salta se creó en el año 2000 y su debut se produjo en 2001 luego de severos concursos para elegir director e integrantes. Por aquellos años no fueron pocos los que dijeron “esto no dura”. Felizmente se equivocaron y no sólo erraron el futuro, sino que deben aún estar sorprendidos al ver cómo el costoso organismo, desafiando muchos malos vientos y aprovechando los buenos, hoy está incorporado en los diletantes de entonces y también en los que se fueron formando a través del tiempo. Todo en una provincia periférica de nuestro país, también periférico, destrozando la horrible costumbre de que el cambio de autoridades trae, a veces, cambios de políticas. Por eso el título: Admirable.

Diez años después de formada llega a la fila de violonchelos la platense Carolina Pineda Andrade, la solista de hoy. Intérprete sólida, de formación ecléctica pero principalmente catalana. La emprendió con uno de los menos tocados conciertos para su instrumento, no porque la obra no tenga altura sino porque su casi atrapante melancolía, que tiene que ver con el espíritu depresivo del autor, no juega a favor de una actitud triunfalista. Sin embargo su pensamiento es noble, refinado y tiene que ver con que Elgar fue considerado después el creador de la escuela inglesa de música contemporánea. Carolina Pineda lo tiene hace años en su repertorio y lo tradujo con solvencia manteniendo, cosa difícil por cierto, ese espíritu de cierto desánimo que le producía la irremediable y definitiva enfermedad de su esposa. Todo esto está en el academicismo de la composición y la excelente técnica de la solista sobre todo en esas terribles escalas descendentes de una tonalidad de por si tristona. Se supone que el cierre de una osada temporada debe tener gran vuelo. Con este Elgar, Pineda Andrade, Lhez y la orquesta lo tuvieron.

Finalmente llegó la deslumbrante orquestación del poema sinfónico “Sheherazade” de Rimski-Korsakov. Desde el Mº Felipe Izcaray, la obra se hizo no menos de seis veces. Hubo una de 2007 conducida por el maestro israelí Yaron Gottfried que priorizó el lujo sonoro de la orquesta y entusiasmó plenamente al público.

En esta oportunidad, Jorge Lhez trató la partitura buscando ese lujo sonoro pero sin dejar de priorizar los momentos de los hermosos solos a cargo de Cristina Tarta (concertino), culturalmente rumana pero decisivamente eslava en sus maneras musicales, Chornyy (violonchelo), Ulloque (flauta), Borzone (pícolo), Lépez (oboe), Tiburcio (clarinete), Morán (fagot), Varvará (arpa) los más destacados.

La obra comienza y finaliza con el mismo motivo que para muchos representa a la protagonista, la princesa que para salvar su vida, cuenta al sultán Shahriar, representado por los metales pesados, historias con suspenso durante mil y una noches hasta que el sultán parece convencerse que no podrá vivir sin ella. El Mº Lhez presentó un discurso levemente mas lento que el tempo original y lo hizo con autoridad, sobrio esplendor y sentido de grandeza, expresando alternativamente vitalidad, ternura, la explosión de amor del tercer cuadro, el poderío de lentos trombones y el fraseo punzante de las trompetas. Lo hizo con musicalidad límpida, cultivada, sin torpezas, buscando la permanente respuesta de una orquesta generosa y sin altibajos.

Confieso, me gusta contar con un sentido crítico. Pero al mismo tiempo procuro hacer pensar. Por tanto deberá llegar el día en que les transmita lo que ha significado y lo que significará esta orquesta para Salta, para el resto de las artes, para la cultura local, para los funcionarios responsables. Trece temporadas en nuestro país donde la continuidad no siempre es materia presente, aún con conducciones diferentes, despiertan admiración.

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