¿Qué pasó con la militancia del cantautor? No se trata de haber “tocado” gratis en Plaza de Mayo o no. El costo es social, el costo es político, el costo es vital y humano.
Más allá de las críticas de los matutinos porteños a la “banda de genuflexos K” que participaron del acto del 10 de diciembre “Democracia para siempre”, es decir, los artistas que defienden a rajatabla la última década, es necesario plantear que su participación en el mega espectáculo denominado “popular” fue errado por el malestar general que se vive en el país a consecuencia de las muertes producidas por saqueos y la cadena de violencia que se ha generado en las distintas provincias, amén del estado de incertidumbre en el que nos encontramos todavía.
Cuando la Presidenta se refirió a ratificar la democracia me pregunté en qué medida un espectáculo de esta magnitud servía a los fines. ¿Es un show lo que ratifica la democracia? ¿Qué democracia puede ser celebrada si el país llora a sus muertos, la delincuencia acecha, la inseguridad galopa y el miedo a vivir es moneda usual?
León Gieco es un artista como pocos, pero me ha desencantado por completo, irremediablemente. Un hombre que pelea por causas nobles y se enfrenta muchas veces al poder, no tiene justificativo alguno al haber participado de una celebración que dejó, salvo a Buenos Aires, al resto de las provincias excluida de la fiesta.
Quizá ingrese en el grupo de los estúpidos y de los pelotudos, calificativos con los que León Gieco ha criticado a los que opinan de manera contraria a él o al modelo K. No me importa ingresar en estos grupos, porque ejerzo mi derecho a manifestar mi indignación con estos festejos fuera de lugar.
Si esta fiesta se pretendía popular tendría que haber esperado el momento oportuno para concretarla, y quienes estuvieron de acuerdo en ello fueron coherentes con el contexto histórico. Si era una fiesta de la democracia por qué la Presidenta no escuchó a los sectores que le expresaron lo poco feliz que era hacer el mega evento, por qué no lo puso a consideración, por qué de manera autoritaria fue contra todo pronóstico.
Gieco se solidarizó con artistas y con los defensores del medio ambiente. Casi estuvo del otro lado del oficialismo cuando atacó la minería a cielo abierto. Casi fue un cantante de protesta.
“Todo está guardado en la memoria”, y esto también, lamentablemente. No creo que Gieco no supiera lo que acontecía en el país, no creo que Gieco no supiera que sus hermanos estaban muriendo, que muchos estaban defendiendo sus casas de los saqueadores, que había balas de fuego, que con palos, agua hirviendo y aceite, como en las Invasiones Inglesas, la gente defendía sus cositas. No, es irreversible. Ahí estaba, cantando para un país de novela, cantando para un país que negó el dolor del resto de los argentinos, ahí estaba cantando en un país que no nos incluía.
Duele en lo más hondo. Duele con alguien de la talla de Gieco, a quien jamás podría ni retocársele una sola coma de sus letras. Hasta el lunes 9 de diciembre de 2013, “Sólo le pido a Dios” era inmortal. Ahora, es inmoral.
Otros de los artistas que se subieron al tren: Horacio Lavandera, Chango Spasiuk, Cacho Castaña, Adriana Varela, Susana Rinaldi, Rodolfo Mederos, Leopoldo Federico y Ariel Ardit, Horacio Guarany con el chaqueño Palavecino, Kapanga, Jaime Torres con Melania Pérez, Tukuta Gordillo, Daniel Vedia, Víctor Heredia, Teresa Parodi, Gustavo Santaolalla con Man Ray y Choque Urbano, La Renga, entre otros.
(Debe ser la primera vez que Palavecino sube gratis a un escenario.)
La Presidenta no quiso emitir una cadena nacional para evitar que a la par, en TV y con imágenes, pongan a los violentos que desprecian los valores de la democracia. Pero no podrá evitar que la historia cuente sus grandes hazañas y las de los que la acompañaron. Las hazañas tristemente célebres, son las más recordadas.
