La Presidenta baila. Gieco canta. Mientras no termina de contar los muertos Alperovich inaugura en Salta una concesionaria de autos importados.
Cuando todavía los sucesos policiales en dieciocho provincias del País no se han acallado totalmente, y la usina de rumores intencionados llevados adelante por las mismas fuerzas en protesta y alentados por los medios de comunicación opositores hacen persistir la incertidumbre y hasta el temor en la población, el oficialismo gobernante en una peligrosa estrategia elusiva ha preferido barrer la basura bajo la alfombra en vez de asumir responsabilidades a la altura de la gravedad de la situación.
En medio de los saqueos en ciudades y localidades del interior en el que morían ciudadanos argentinos que pasaron rápidamente al anonimato y al olvido por parte de los mismos gobernantes -y curiosamente también por parte de los mismos medios agitadores- la señora Presidenta bailaba en un palco castigando una sartén y sonreía como si nada pasara, mientras de fondo León Gieco con total indiferencia de los acontecimientos, repetía una y otra vez el pedido a Dios de que el dolor no le fuera indiferente, dejando de lado el dolor de las familias que velaban a sus muertos.
Unos días antes Hebe de Bonafini sorprendía a todo el mundo fotografiándose con César MILANI brindando el evidente apoyo oficial para que sea designado como jefe del ejército, tirando por la borda quizás las últimas expectativas que el movimiento social por los derechos humanos tenía puestos en ella, mientras el flamante jefe de gabinete de la nación analiza cómo pasar a cargo del Estado la deuda de su fundación de doscientos millones de pesos. No ha sido para nada una casualidad ni un simple desatino de la señora de Bonafini apoyar al cuestionado militar. Shoklender mientras tanto mutis por el foro.
El mismo día que se conocían los luctuosos sucesos derivados del conflicto policial y que llegaban las noticias del norte de la Argentina dando cuenta de los muertos, otra representante de los derechos fundamentales la señora Estela de CARLOTTO increíblemente afirmaba que había que investigar primero quiénes eran los muertos para poder opinar. Toda una vida de lucha opacada por servir ahora al oficialismo de turno, lo que parece un precio demasiado alto para un renunciamiento así.
Haciendo coro con la falta de sintonía espantosa de esas declaraciones el dirigente y ñoqui del Estado Nacional Luis D´ELÍA vociferaba en los medios sensacionalistas que estos muertos no eran como los del 2001, porque aquéllos eran luchadores contra el neoliberalismo y estos no. Al parecer la consideración de la vida tiene distintos valores según sea el tiempo en el que el Estado reprime y mata, lo que aparece como una concepción sumamente peligrosa. Hay muertos que no se justifican y otros que sí, dependiente de quién de la orden. Increíble.
Al mismo tiempo que la Presidenta anuncia que se va de fin de semana a El Calafate, quien en la práctica ejerce el poder y toma las decisiones en el gobierno, el suspendido gobernador de Chaco Jorge Milton CAPITANICH le reclama a los productores agrícolas que liquiden las divisas mientras se devalúa diariamente la moneda para acercarles la tentación de que rompan los silos bolsas en los que guardan dos cosechas seguidas.
La petición sonaría muy lógica pero no aparece como tal frente a las groseras contradicciones del funcionario al conocerse que Héctor y Daniel CAPITANICH, sus hermanos a cargo del negocio familiar de la soja, mantienen bajo cultivo dos mil quinientas hectáreas y tienen dos cosechas acumuladas sin liquidar. “Vendan, no especulen. La tendencia en el precio de la soja es decreciente” les espeta el improvisado Jefe de Gabinete a los demás agricultores mientras especula con su propio patrimonio en sentido contrario.
Otro personero del oficialismo José Jorge ALPEROVICH por su parte, mientras no termina de contar los muertos por el caos de la provincia que debería gobernar, inaugura en la esquina de calle Las Palmeras y Av. Reyes Católicos de la capital de Salta una concesionaria de autos importados de alta gama, para la ostentación del lujo y el derroche de la clase dominante que gobierna desde otro Estado, muy distinto al de los negros de mierda que hay que matar para terminar con los saqueos.
Con explicaciones poco convincentes de que todo esto está organizado por grupos desestabilizadores y que no es casualidad que todo el País se altere al mismo tiempo, el discurso oficial insiste en presentar el hecho social como un acontecimiento orquestado por la policía extorsionadora, y anuncia irresponsablemente que una vez acordados los nuevos salarios -en una clara confesión de ceder a la extorsión que se denuncia- todo volverá a la normalidad
Esa normalidad tan bien montada para que la policía los siga cuidando en su cómoda posición de clase dominante, de los arrebatos y saqueos de todos los demás que no participan del festín que es solo para los elegidos. Se niega de esta manera la cuestión social de fondo y se quiere disimular el agotamiento de un modelo que no cierra presentando la situación como un acto delictivo común, que claramente no es tal.
Para muestra basta un botón: un hecho que pinta de cuerpo entero el clima social adverso es el acuerdo que ha hecho el ministro de seguridad de la Provincia de Buenos Aires Alejandro GRANADOS con las cadenas de supermercados para repartir bolsones navideños en vísperas de las fiestas de fin de año con miras a evitar saqueos. Siguiendo el discurso oficial tendríamos que aceptar que se va a pagar anticipadamente a los supuestos grupos organizados para que no extorsionen nuevamente, lo que aparece como un gran absurdo.
En la provincia de Salta el panorama no es distinto. Mientras el joven gobernador Juan Manuel URTUBEY designa otro improvisado gabinete al que de antemano le ha disculpado los errores que descuenta cometerán afirmando que los podrán remendar (textual), el boletín oficial de la Provincia publica en esta semana la aceptación de las renuncias de todos los salientes y la inmediata designación en cualquier otro carguito salvador para que puedan seguir mamando de la teta del Estado, para que la fiesta de la seguridad y la estabilidad del sistema para los elegidos como ellos no se interrumpa por algo tan banal como las desigualdades sociales.
El mismo boletín oficial nos informa que sigue la sangría de viajeros hacia CHILE para participar de eventos de turismo e integración, todo alentado por jugosos viáticos, recepciones cinco estrellas y resultados nulos y productividad cero, pero que ningún auditor molesto osaría cuestionar porque el organismo que supuestamente debería hacerlo está también dedicado a disimular.
Y así entonces el oficialismo usando de mascarón de proa a sus artistas de cabecera y las dirigentes de derechos humanos, que hacen mejor papel que los funcionarios que insultan a sus adversarios calificándolos de mogólicos, intenta minimizar que la profundización del llamado modelo va por mal camino, que la asignación universal por hijo era una muy buena receta de transición pero que no puede ser un método permanente, y con esa actitud pone en riesgo cierto la escasa estabilidad social.
El discurso ya no alcanza, seguir negando la realidad tiene corto plazo, y la inflación reinante, la devaluación que nuevamente va a favorecer a los que más tienen poniendo el peso de la medida sobre los asalariados y los que reciben beneficios sociales depreciados, va a generar mayor desigualdad y obviamente mayores conflictos. Ha llegado la hora de asumir la necesidad de cambios drásticos de un modelo agotado para evitar otra disgregación.
Pero como los cambios deberían tocar intereses de la clase dominante, muy lejos aparece la posibilidad de que aparezcan. Un sistema tributario progresivo y no regresivo, exención de IVA para los de menores ingresos, gravamen a la tierra improductiva de los grandes terratenientes, impuestos a la renta financiera y bursátil, eliminar subsidios y exenciones a los grandes grupos empresarios, en particular los mineros; exigir la liquidación de divisas a los sojeros, eliminar jubilaciones de privilegio, y la lista podría seguir.
Habría en definitiva que aplicar lo que se predica. Ni más ni menos. De lo contrario y de manera inversamente proporcional a la no distribución, inevitablemente deberá aplicarse mayor represión.
– Notas relacionadas:
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