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domingo, noviembre 24, 2024

Yo tengo un sueño

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Que los trabajadores estatales de la Provincia de Salta podamos potenciar las organizaciones gremiales con las que nos creamos identificados por convicción, compromiso y lealtad, para asumir nuestra defensa.

Exigiendo convincentemente nuestros derechos y subordinándonos a nuestras obligaciones. Que nos unamos con firmeza sin hipocresía y de buena fe. Porque cordón de tres dobleces no se rompe pronto.

Así, otro tipo de sindicalismo no sólo que es posible, sino que es una necesidad insoslayable e inexorable. Desde el marco del estado de derecho, del orden constitucional. Es decir de ese pacto -aún con los temas pendientes de realización, incluso de profunda crisis de legitimidad político institucional, el sistema democrático real es el que más racionalmente permite el desarrollo de las personas- que hacen los ciudadanos de un pueblo libre. Entendiendo que la voluntad particular se somete -mediante ese pacto o contrato social- a la voluntad general. Así, la Constitución -Nacional, Provincial y el orden normativo vigente- sería la expresión de la voluntad general. En rigor, el objeto de la Constitución es defender al individuo -en una democracia, el individuo es toda la sociedad- contra todas las usurpaciones y todas las opresiones.

Así en éste status quo de las depredaciones del derecho, la realidad de tres trabajadores y sus familias vilipendiados de la DGR de la provincia que ya volvieron a su lugar de origen, los desnudó. ¿Tienen margen para seguir elucubrando con un relato ésta realidad? Con humildad, decididamente, NO. Porque hay “gobernantes”, o funcionarios con X cargos. Pero no hay autoridad. Tal es así que hoy se afirma que en la Argentina, y Salta en particular (mi opinión), se vive en la anomia: sin ley, en el sentido que en las actuales “instituciones republicanas”, salvo honradas excepciones, no hay nadie en quien confiar. Sí camarillas o bandas que consideran al Estado como una estancia de su propiedad.

Así, entre otros asuntos de laceraciones, el caso del suscripto, de las reiteradísimas aberraciones administrativas y jurídicas, un símbolo de la degradación de la calidad institucional desde el año 1992 a la fecha (22 años): violaciones al debido proceso, prevaricato, abuso de autoridad, incumplimientos de fallos, invocación de leyes que nada tienen que ver con la materia, caducidad de instancias, verdaderas maquinaciones antijurídicas de jueces de primera y segunda instancia de la Pcia. de Salta y federales, Corte de Justicia de Salta, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Comité de Libertad Sindical y Consejo de Administración de la O.I.T. en Ginebra-Suiza que, no descarto una manifestación pacífica de ayuno oportunamente. Literalmente han falseado y manipulado el derecho (Ver Deuteronomio 1: 16 y 17). Tal es que el mismo hecho, por distintas vías, podría ir por tercera vez a la CSJN. Algo inédito, no sólo en el país, sino en el mundo.

Conscientes de que la seudo-fortaleza del supuesto poder omnipotente de los reaccionarios, se imponen por las debilidades nuestras. Es decir, prevalece la cultura del terror, el no te metas, no te juntes con fulano, la resignación, la ignorancia de nuestros derechos. Pero fundamentalmente la pérdida de autoestima en nosotros mismos. Más grave aún, no sólo que nos dejamos convencer, sino que además, desesperanzados y hasta vencidos, predicamos el no se puede. Pero esto, muchas veces, no es un defecto natural de nosotros, sino una consecuencia funesta de una política deliberada, persistente de los opresores. Así, el desprecio y sometimiento es el fruto de la debilidad de razonamiento y cobardía de mentalidad y actitud de nosotros. Debemos revertir insoslayablemente este oprobio cultural.

Ante esas puertas cerradas con saña, sordas ante el dolor y la humillación. Es bueno saber que el talón de Aquiles de los déspotas y su séquito, no es el insustancial discurso dogmático ideológico de los fundamentalistas, las intrascendentes protestas, etc. Sino la capacidad de tener una mentalidad, actitud y obrar decididamente, la posibilidad de pensamiento y acción. Cuando esa fuerza se apodere de nosotros, nos demos cuenta que 250, 500, 10.000 o 20.000 trabajadores estatales unidos, ciudadanos activos, somos más. No podrán seguir avasallando y humillando nuestra dignidad y la de nuestra familia. Porque Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor, y de dominio propio.

La expropiación de la dignidad es la puerta de entrada a todas las otras expropiaciones. Se debe generalizar la lucha para fortalecer el poder. Convivir en la diversidad, no es una utopía, es una hipótesis concreta. Así, en nombre de la preservación del estado de derecho, los derechos esenciales, las garantías constitucionales, e instituciones republicanas, debemos exhibir los límites de la condición ciudadana. No se trata de imponer prerrogativas o caprichos sectoriales. Se trata de derechos legítimos establecidos e inherentes a la dignidad de los trabajadores estatales. En éste estado de cosas decadente, que se ha habituado a los trabajadores estatales de la Provincia, ése imperativo constitucional, debe ser nuestro proverbial documento de identidad. Algo tan elemental y racional. Es la naturaleza misma de un ciudadano y debe ser una severa conciencia social. Le digo no a la violencia. Ésta, sólo arruinará nuestra causa. Sí, es imperioso ejercer la objeción de conciencia constantemente. Sí a la revolución de terciopelo sindical.

Así también se afirma que, la gente cuanto más pobre, agobiada de necesidades y acosada por demasiadas humillaciones, más conservadora es. En rigor, atemorizados, con el espanto retratado en el rostro no se atreven a cambiar. El empleo digno, implica proyectar nuestra vida, es sinónimo de dignidad presente y futura. En nuestra Salta la linda desacostumbrada a que los sueños se transformen en realidad. Es -mi visión, mi sueño-, hora de profunda reflexión, de compromisos, de asumir riesgos, como en cualquier orden de la vida. Como cuando una madre da a luz, se compromete, pues pone en peligro su propia vida, con la esperanza y la alegría que le produce el dar una nueva vida. Muchos, porque no se arriesgan a perder, viven perdiendo. Es bueno observar la vida con serenidad y esperanza. Son momentos de decisiones. ¡Sí se puede! De nosotros depende que el lenguaje del vandalismo del derecho, prepotencia e impunidad no se imponga. De nuestro cambio de mentalidad y actitud depende la transformación de la realidad del trabajador estatal de la Provincia de Salta.

Se debe recuperar la capacidad de negociación. No es lo mismo negociar desde la cohesión que desde la dispersión. Menos desde la complicidad, obsecuencia o el servilismo. Si seguimos atomizados, el gobierno -aún débil- no tiene interlocutor legítimo de los trabajadores estatales. Si permitimos que otros decidan por nosotros y nos disciplinen, ellos son y serán los diseñadores de nuestra calidad de vida. Estoy tan convencido de estar en lo justo, que si tuviera que recorrer el mismo camino hasta ahora recorrido. Lleno de adversidades por no tener una actitud de sometimiento. Haría exactamente, lo que hice hasta ahora. Me resisto a ser un conformista. Debemos transpirar dignidad. Percibo una actitud de cambio. Alguien dijo: “Es grande el desorden bajo el cielo, la situación es excelente”. El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños. Así en éste año 2014 que se inicia, los convoco a compartir un camino común, una opción de vida, un sueño. Y llegará ese día, que se hable de un hecho trascendental: que los trabajadores estatales salteños fuimos capaces de crear y potenciar con acción una organización gremial soñada (A.T.A.P.). Y muchos podrán decir: “Yo fui partícipe”.

Miguel Rojo, Sec. General de la Asociación de Trabajadores de la Administración Pública Provincial de Salta (A.T.A.P.)

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