Tres mujeres y un camino, rezaría hoy el tema musical. Dramatismo, soledad, amor y un hombre en común son la fórmula para esta obra de teatro comercial reestrenada con Julieta Bal, la hija de Silvia Pérez y Santiago Bal: “soy actriz del teatro under de Buenos Aires”- dice al salir del Teatro del Huerto.
“Secreto entre mujeres” , la obra teatral de Carlos Furnaro protagonizada por Silvia Pérez, Norma Pons y Julieta Bal se presentó por única vez en Salta el 21 de junio a las 22 hs. en el Teatro del Huerto bajo la dirección de Julio Baccaro. La obra se estrenó el 4 de enero de 2008 en el Multiteatro de Buenos Aires.
Extrañamente, por cosas de la vida, las actrices que realizaron la obra, tienen trayectos de vida muy significativos al igual que la vida de estas tres mujeres de la obra: Norma (Norma Pons), Cristina (Silvia Pérez) y Verónica (Julieta Bal). Cabe aclarar que Julieta reemplazó a Sofía Gala Castiglione que está en China presentando La Ronda, la película que protagoniza para la selección oficial del Festival Internacional de cine de Shangai.
En marzo del 2008, Sofía, la teens lover, hija de Moria Casán, dejaba “Secreto entre mujeres” por dos rumores: el del embarazo y el del rodaje de Tetro del director Francis Ford Coppola, filme tipo “independiente” del cual participaría la actriz, entre otros actores argentinos (también Silvia Pérez). Pareja de Diego Tuñón, integrante de Babasónicos, está embarazada nomás y a su regreso de China intentará conocer el sexo de su bebé. Moria será abuela.
El rodaje del filme (co- producción ítalo hispano argentina) con la productora Zoetrope tuvo varios tropezones. Coppola (70) se enfrentó a la Asociación Argentina de Actores por cierta irregularidad con los contratos y los salarios de los actores (bajos y de $ 400 por día), el embarazo de Sofía (actriz secundaria) y -si se puede decir- un romance con Leticia Brédice (32), actriz del film. Aunque no faltó gente dispuesta a “hacerlo gratis” como Susana Jiménez, quien convocó a todas sus amigas.
Norma Pons, de quien me pareció interesante tomar la entrevista de clarín “No me salió prostituirme”
http://www.clarin.com/diario/2007/12/30/espectaculos/c-01574399.htm, pasó de vedette a actriz de teatro y de TV. A la par del estreno de Secreto… aparecía Aquí no hay quien viva por Telefé. Pero de esta entrevista, me resultaría muy pero muy interesante preguntarle: ¿todavía querés salir con un estanciero? Norma, sería muy bueno saberlo.
Muchos la recordarán en Vengo por el aviso De Marc Camoletti (la cito porque en Salta se hizo esta comedia con actores locales) o por “Operación ja ja”, tan “masiva” como efusiva.
Silvia Pérez, la popular y bella rubia del flequillo recto, pasó de ser una actriz ligada al éxito Alberto Olmedo en la década de los 80, a una actriz de dramas. Pero su “performance espiritual” le produjo en giro completo en su vida y su carrera artística, tras la muerte del gran comediante argentino.
Dijo La nación:
«Silvia Pérez llega a este proyecto [(Secreto…)] después de cumplir un exitoso recorrido con Encarnación , la película de Anahí Berneri en la que mostró un costado de actriz que la intérprete ansiaba exponer. Le ha costado separarse de la imagen que la ligaba a las comedias picarescas, a esa mujer sexy e ingenua que durante muchos años estuvo al lado de Alberto Olmedo. Hizo un camino muy intenso, estudió muchos años con Carlos Gandolfo, autogestionó la puesta en escena de El último pasaje , pieza de Marisé Monteiro; durante casi un año preparó su personaje de Encarnación , y ahora espera el estreno de Secreto entre mujeres» .
Lo “Under» marginal y lo corrienteril porteños
Es el otro espacio, el otro circuito de Bs. As. En una charla amena con Julieta del Bal, confiesa ser amante de las tablas menos “populosas” de la gran urbe. “Hacemos todo nosotros”- comenta. “Producimos, elegimos una obra que nos guste y la hacemos”. “Hay dos tipos de teatro en Buenos Aires: el independiente y el comercial”. Es tajante en esta división. “¿Trabajás de otra cosa para sostenerte y hacer teatro independiente?”- le pregunto. “Sí o no podría hacer lo que me gusta. Además, soy manager de mi mamá, le manejo toda su vida artística. Empecé a hacer teatro a los trece años.”
“Pero sos muy joven…”- le digo “como de 20…” y se ríe. “Tengo 30 años”- responde Julieta.
Refiere a que esta ha sido una muy buena oportunidad de trabajar junto a Silvia y de hacer teatro comercial.
– Cómo es la recepción con el público … (de Secreto…) porque tal vez prefieren más la comedia?
Pasan cosas rarísimas. En Buenos Aires la gente llora desde el comienzo hasta el final. Aquí sentimos otra cosa, en las provincias la gente la recibe distinto. La comprenden de otra manera. Aquí sentimos una energía muy linda hoy con el público. ¿Pero viste que no todo es drama y que por momentos tiene humor?
– Es la primera vez que veo a tu mamá en un papel tan dramático y profundo…
Después de Encarnación, sí… es una excelente película.
Silvia Pérez sale muy feliz del teatro salteño. Es que logró crear un clima, una densidad.
– ¿Cuesta mucho sacarse el personaje al bajar del escenario?
Es difícil. Es una obra muy profunda, cuesta (suspira).
– ¿Puede ocurrir esto en verdad, que tres mujeres logren comprenderse y dejar de ser egoístas?
La gente lo vive según su realidad, lo toman de diferentes maneras.
– Entraste en un papel dramático, ¿vas a seguir por esa línea o preferís el humor?
Es mucho más difícil hacer humor. Sí, me gustaría…
Y Norma Pons cruza hasta el pasillo: “lo importante es que les haya gustado, que lo hayan sentido, eso es lo fundamental”. Y se sienta exhausta en una silla mientras retiran la escenografía, con unos pocos elemntos decorativos (síntoma de otro concepto estético).
Una noche helada. Las actrices salen cerca de la medianoche. Antes, una hora de actuación. Un público no numeroso (contrariamente con lo que sucede con espectáculos livianos) seca sus lágrimas. Aplaude sostenidamente.
La opinión
Norma Pons llevó la obra. Conmovedora hasta los huesos. Dramática, loca, conservadora. Compone a una virtuosa del amor, incomprendida y abandonada por su marido. Allí están las otras que le provocan extrañeza pero en las que de algún modo se reconoce: lo que debió ser, lo que debió ver, lo que pudo aceptar. Frente a sí, las operadoras del cambio.
Cristina, la abogada perfecta, tiembla frente a la soledad, teme el silencio y el vació. Pérez se desliza por entre sus prejuicios, y madura, acepta que los ha dejado atrás. Con Verónica tiene la oportunidad de permitirse vivir la maternidad.
Verónica asesta con una frase: “ella (por Norma) no es dueña del dolor”. Da un paso más allá de su vida naif. El futuro sin él la devuelve a la realidad donde se encuentra con dos mujeres a las que ya conoce, a través de él. Julieta Bal impone una imagen de cordura, de apertura y de humanidad.
El secreto está guardado. El vientre de Verónica es una señal hacia el futuro con el amor del pasado enterrado en el presente. Él las deja vivir.