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sábado, noviembre 23, 2024

Predominio peronista y eclipse de Zottos tras el cisma del oficialismo

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El híbrido vicegobernador Andrés Zottos es marginado en los castings para reformular gabinete. No ha presidido ninguna sesión del Senado Provincial, no maneja la caja de esa cámara y amplía sus diferencias con el gobernador por el tema retenciones.

El cisma del oficialismo en Salta ya tiene expresiones concretas y es consecuencia directa de la hibridez del vicegobernador en ejercicio.

No ha presidido ninguna sesión del Senado Provincial –a excepción de la Asamblea Legislativa-, no tiene predominio en el manejo de la millonaria caja de esa cámara y tampoco logra cohesionar a los legisladores de su partido en un rumbo previsible.

Tal vez por esos defectos, el metanense Raúl Bartolomé García comanda un bloque que progresivamente inclina su perfil hacia la oposición aun cuando fueron coprotagonistas del triunfo de octubre pasado.

El vicegobernador amplió aún más las diferencias con el gobernador y adoptó posición en contra de las retenciones a la exportación de oleaginosas que superen el 35%. Argumentó que más allá de ese tope son confiscatorias y, por ende, inconstitucionales.

Individualmente, cada uno de los legisladores de esta fuerza ya había adelantado su negativa a la ratificación que exige CFK y tal vez trató de maquillar una dispersión de voluntades gestada a la par de su indefinición inicial en el conflicto rural y el posterior apoyo a la soberbia presidencial.

La esquizofrenia propia de una alianza heterogénea también signa el derrotero personal de Juan Manuel Urtubey, que encontró excusas para no asistir al acto de Plaza de Mayo el miércoles pero manifestó su expresa adhesión a la Presidenta. Percibe, acertadamente, que una nueva foto a la par de CFK o Alberto Fernández produciría una sangría que lo debilitará dentro del justicialismo en el que construye un espacio propio.

Dando continuidad a la marcha oscilante, el gobernador sostuvo que dentro de sus pasos inmediatos no contempla verter sugerencias a los legisladores nacionales. Quizás encubra el íntimo convencimiento de que su ingerencia individual no se traduce en espacios concretos de representación y que las estructuras partidarias tradicionales exhiben lazos de pertenencia más sólidos.

Mientras Juan Carlos Romero incide en las decisiones de la senadora Sonia Escudero y los diputados Beatriz Daher y Osvaldo Salum; el PRS gravita sobre Juan Agustín Pérez Alsina, María Inés Diez y Mónica Torfe.

José Vilariño y Susana Canela no responden directamente a Urtubey y maduran, cada uno por su lado, decisiones en base a consultas que se extienden a otros niveles y alcanzan a dirigentes como el ex “Guardia de Hierro” Juan Carlos Mazzón o Carlos Kunkel. Marcelo López Arias, con alivio, no juega esta partida.

Así las cosas, el Partido Justicialista ortodoxo y el PRS pragmático se erigen hoy en una complicación para un gobernador que no puede asegurar más que dos votos sobre diez senadores y diputados nacionales. Solamente logró concentrar su peso específico en el equipo ministerial y, a pesar suyo, tuvo que confesar su debilidad ante los asesores presidenciales que auscultan el número de voluntades en la confrontación que se produce en el Congreso de la Nación a partir del lunes.

El eficiente desembarco del kirchnerismo dentro del justicialismo no tiene los mismos efectos en Salta. Mientras el ex presidente propone al “Movimiento” como un apoyo incondicional de la Presidenta, a nivel local Juan Carlos Romero retacea la adhesión partidaria orgánica y ha iniciado discretamente una cosecha de voluntades dubitativas. Duhalde, Rodriguez Saa, Puerta, Schiaretti, entre otros, diseñan la continuidad partidaria que emergerá de proseguir los desaciertos del oficialismo.

Numerosos intendentes exhiben síntomas de cansancio luego de peregrinar durante un semestre por los despachos del Centro Cívico sin mayores respuestas que la promesa. El fracaso de las gestiones afables, sumado a la reducción de los anticipos de coparticipación, probablemente los lleve a confluir en un esquema de presión en derredor del ex gobernador y, también, complementarán una estrategia electoral que luce sólida con vistas a las legislativas del 2.009.

Hay mucho más en juego que los escaños parlamentarios en los comicios del año venidero y la llave del éxito está todavía guardada en los terrenos del PJ. Esto, de no interrumpirse la inercia que muestra al romerismo con fortaleza electoral y lo tiene, formalmente, como responsable de la conducción orgánica del justicialismo frente a una coalición que consiente su devaluación por el cisma que la aqueja.

La permanencia de la planta de funcionarios conformada en el anterior gobierno, la continuidad del modelo económico de tinte neoliberal y la preservación de un esquema institucional de baja calidad, son indicios suficientes del pacto Romero-Urtubey. Qué nos impide elucubrar que para las elecciones del 2.009 se consolidará el poder del PJ en desmedro de un Partido para la Victoria que nunca asumió el rol de oficialismo y un PRS cada vez más distante del poder?

El ataque de la transversalidad hacia los partidos tradicionales, sumado a la confluencia post-electoral de las expresiones políticas mayoritarias en la provincia, tuvo resultados devastadores para el pluralismo a nivel local. El aparato gubernamental en el que se guarecen al PJ, PV y el PRS ha licuado la proyección ciudadana de las dos últimas expresiones.

El PV luce como un sublema del peronismo y su crecimiento se ha visto interrumpido por la confluencia de sus principales dirigentes con la fuerza política de la que renegaron hace apenas cuatro años y que los expulsó sin contemplaciones. La interna entre Normando Arciénaga y Sergio Napoleón Leavy por la conducción del Partido para la Victoria luce abstracta y se agota en la pugna por un sello que posibilitará la postulación de quienes sean marginados de un oficialismo que prefiere recostarse en el peronismo.

Con idénticos resultados, los renovadores sacrifican cotidianamente la coherencia de un partido de centro derecha que incursiona por un derrotero pseudo progresista. Se enfrentan ahora con la clase media que antes los percibía como sus representantes más fieles y hoy se siente agredida por el improvisado modelo urtubeysta. No cuaja en ellos el pregón de la revolución ni la absorción de cuadros de la gestión saliente. Cuando el timonel era Ricardo Gómez Diez la línea ideológica era nítida.

El radicalismo “K” ha congelado sus posturas y busca atravesar una coyuntura desconcertante que se originó con la carta abierta en la que el Vicepresidente reclamó el tránsito del conflicto rural por el debate parlamentario y amenazó con producir una sesión extraordinaria. Si bien la secuencia posterior pareció darle la razón, en los ámbitos palaciegos consideran que sacó los pies del plato en el peor momento y obligó a la Presidenta a forzar una salida que no le asegura la ratificación de todo lo actuado en estos 100 días.

Ninguno de los gobernadores oficialistas asistirá a la convocatoria de Cobos prevista para el lunes y eso incluye a Urtubey. Las violentas respuestas de los kirchneristas para con los tibios blanquea aún más su esterilidad y la inexistencia del propósito “concertador”. Los correligionarios están pintados, en Buenos Aires y en Salta, aunque eso no implica que no adviertan como cercano su precipicio político.

La falta de cuadros es preocupante. Quiénes encabezarán las listas de candidatos en el 2009? Zottos busca revitalizar a Jorge Oscar Folloni, mientras que el PV atraviesa por la orfandad que tal vez lo obligue a regurgitar de entre sus huestes a Hernán Hipólito Cornejo.

En el justicialismo, Santiago Godoy se prueba el saco de diputado nacional que trocará por una perfomance legislativa complaciente, mientras que Miguel Isa sigue pergeñando su candidatura a gobernador. Aprovecha en esta instancia la ingenuidad de un Urtubey que, en la búsqueda de socios internos, arriesga su proyecto reeleccionista y la cohesión de la coalición que lo llevó al triunfo.

Los electores salteños advierten hoy sólo un filón de la diáspora que se pondrá en escena en poco más de un año. Una oposición disgregada, que no aprende a coincidir, se erige una vez más en el garante del predominio peronista.

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