“La Habana de Mente o de Chocolate”, es “un espectáculo conformado por dos monólogos que tienen a la capital de la mayor de las Antillas como pretexto y telón de fondo para la nostalgia, el humor y la música”, dice la publicidad. Dos actores en escena con monólogos y un combinado que relaciona las historias. Un final develador y revelador de las circunstancias de los personajes. Con humor y dramatismo, los actores encarnan una historia de carencias, miedos, locura, desamor y un presente desgarrador. Aquella Cuba late en el canto, en el baile, en el tono, en los acentos y en el arte que se libera de la carencia para transformarse en “riqueza”. Canta Cuba, baila Cuba y dos actores sostienen la melancolía con sátiras y buen tino. Se presentaron el viernes 15 y el sábado 16 en la Mecano. Estarán en Cafayate el 17 y vienen en tren de gira, visitaron Jujuy y continuarán con otras escalas, dijeron para Salta 21. Muchos los aplaudieron de pie.
El primer monólogo se titula “Anteo en La Habana” (45 minutos) en el que actúa el propio director y autor: Alejandro Piar, actor cubano de larga data en el teatro, la TV y la radio de su país.
Reseña de su historia: Anteo es un viejo vagabundo, que vende baratijas poéticas para subsistir. Julián y Ñico son espíritus que habitan en este hombre tierno y triste, divertido y pesimista. Cada componente del trío, contradictorio entre sí, dará una mirada, desfachatada y sencilla, sobre la felicidad y la vida.
El segundo monólogo es “La maldita circunstancia” (50 minutos) en el que también el actor es el mismo autor: Antonio Arroyo (sobre una idea de Álvaro Álvarez). Este monólogo fue dirigido por el actor y Paula Kofoed. Reseña: José vive obsecado con el papel higiénico, las noticias de los diarios y la evacuación del vientre. La abuela, la novia y un enfermero de hospital psiquiátrico, conformarán el mundo de José, un hombre que sueña todo el tiempo con un inodoro de agua cristalina. En un día cualquiera, nuestro personaje tiene un leve accidente en la calle. Éste será el puntapié inicial para abordar la realidad desde aspectos cotidianos, casi siempre ignorados.
Con distintos matices, ambos actores desplegan un gancho con el público: los miran, los interpelan, los hablan, les cantan, les bailan y los hacen aplaudir.
Mucha gestualidad, técnicas corporales y buenas voces modeladas y moduladas para cantar, decir parlamentos e interpretar distintos personajes. Actores dúctiles que van combinando diversas estéticas que pueden converger en el grotesco y hasta en el absurdo.
«La realidad Cubana es motivo para reírnos de nosotros mismos” dice Antonio para Salta 21 y Alejandro agrega que “no es nuestra intención la crítica y no es un teatro de denuncia social”. Para Antonio hablar de las verdades que todos conocen como la escasez de agua no tiene tenor de crítica sino de humor. Viven en Cuba y están de gira. Comentan que el público recepciona bien su trabajo.
En mi opinión, la realidad es vista con mucha reflexión, la que sólo el artista puede concebir y aunque no haya intención, hay lectura crítica en tanto estos errantes y aparentes vagabundos-en realidad internados en un psiquiátrico, han sido absorbidos por un sistema opresor que los ha vuelto presos de su locura, son cautivos de su pasado e intentan desprenderse de él. No hay posible futuro, sólo en el poeta que lleva Anteo o sólo en el recuerdo que posee José de su parte buena; no sospechan su maldad y su condición es la de seres marginales.
Declamaciones a Dios, exhortación sobre la búsqueda de las causas de sus delirios y un vuelo desatado por sus vidas, dejan por Salta una Cuba teatral muy rica.
El absurdo teatral es similar a lo absurdo de la vida, y la obsesión por el papel higiénico representa varias cosas: escasez de agua, reglas y gobierno doméstico de ahorro forzoso; y el empleo de los diarios para la higiene pude significar la transformación del palel que fuera noticia en un destino más eficaz. Esto fue muy cómico, puesto que hicieron alusión a los diarios La Nación y El Clarín- incluso a El Tribuno- que tienen grandes y largas hojas y por ser abultados, hubiesen rendido muy bien en Cuba para ir al baño.
Hablar de la “mierda” también tuvo connotaciones, puesto que filosofar sobre ella en Cuba o en Argentina, termina por convencernos que todo tiene un costado semejante y que estamos conectados por la misma “mierda”.
El final sorprende aunque hay anticipaciones a los largo de los monólogos; también hay diálogos y asociaciones a través de las narraciones y los elementos que conectan la salida y la entrada de los personajes con las historias de los hermanos. Esto fue un acierto, un logro y terminó siendo el hilo que los conecta con la vida aunque los desconecta de la realidad: están locos.
Estos «locos sueltos» nos transportaron por distintos espacios, vivencias, sentimientos, nos hicieron reír y ponernos serios. Avanti con su gira y mucho éxito por el camino. Aunque uno de los personajes me preguntaría: ¿qué es el camino? Y el otro me gritaría: ¡Me darán ganas de ir al baño!
– Fotos: Leandro Méndez
Demente o chocolate, teatro cubano con ritmo y sátira
Toni mira como vengo a encontrar de casualidad este articulo sobre la maldita circunstancia. Por donde andaras ahora amigo???
Estas en Cuba? Estas en Chile? Por aca se te extraña bastante la verdad.
Te quiero mucho mucho y espero que estes muy bien.
Un abrazo grande.
Desde Rosario, Argentina.