Lo que hace la directora del departamento de música de cámara, María Fernanda Bruno, es importante para el oyente, para los músicos en desarrollo y los músicos profesionales.
Salta, miércoles 2 de abril de 2014. Teatro Provincial. Taller conducido por Elías Gurevich (violín). Concierto ofrecido por María Fernando Bruno (piano). Elías Gurevich, Angel Martínez Haza e Iva Jovanivic (violín). Gabriela del Cid y Mariel Leloutre (viola). Romina Granata, Martín D’Elía y Carolina Pineda (violonchelo). Trío en re menor para piano, violín y violonchelo de Félix Mendelssohn. Cuarteto Americano de Antonin Dvorak para cuarteto de cuerdas y Quinteto para piano y cuerdas de Roberto Schumann.
Se suele decir que la música de cámara, en lo referido a quien la compone, representa la intimidad de su autor. Comparto el concepto. No es bueno comparar porque no es tan fácil encontrar asuntos humanos que se presten, o sea que en este punto no son comparables la música sinfónica con la música de cámara como a veces sucede: “a mí denme música sinfónica porque me genera mayor cantidad de emociones” o por el contrario “a mí dénme música de cámara porque la otra es ruido organizado”. Y así, explicaciones hasta el infinito. Me interesaba mencionar brevemente este asunto porque lo que hace la directora del departamento de música de cámara, María Fernanda Bruno, es importante para el oyente, para los músicos en desarrollo y los músicos profesionales. Y su programa “Todos al escenario”, ideado por Claudio García Bes y ejecutado por ella, cada vez tiene mayor cantidad de asistentes, tal como si se hubiera comprendido lo precedente. También son importantes los talleres, entre otros hechos, que se planean desde ese departamento. Entre ellos, la contratación del violinista Elías Gurevich ha sido una circunstancia relevante para los chicos que han participado de su taller y para los músicos que han brindado el concierto de esta noche.
Fueron tres joyas de la música de cámara. Primero la inspirada inventiva del fino, elegante, lírico trío del alemán Mendelssohn. Una página para lucir la cohesión de Bruno, Gurevich y Granata que en poco tiempo dejaron sus individualidades de lado para armar un lenguaje compartido, como si hiciera años que tocaran juntos.
Se repitió la característica con esa maravilla nacionalista que es el cuarteto del checo Dvorak escrito cuando el autor vivía en Estados Unidos aunque sus sonidos están hechos sobre la base de danzas folclóricas de su tierra como dumkas o susedaskas. Gurevich, Martinez, Haza, del Cid y D’Elía fueron sus eficaces actores.
Finalmente la vitalidad emocionante de uno de los grandes románticos del siglo XIX, Schumann, que escribe la belleza de un quinteto para piano y cuerdas. Bruno, Gurevich, Jovanovic, Leloutre y Pineda, brindaron una lección magistral de lo que se debe hacer en materia camerística. Aquí fue posible advertir que el compositor está en el conocimiento profundo de Bruno y Gurevich y los tres restantes aprovecharon la circunstancia para encontrar un lenguaje común. La fuerte presión emocional de la obra fue debidamente acompañada por un toque de teatralidad, excelente en este caso que ayudó al sonoro producto final.
El vigoroso mecanismo del quinteto, impulsado por los dos instrumentistas citados, no fue obstáculo para la serena aristocracia del mismo. Dos últimas reflexiones. Primero: la visita de Gurevich fue de gran valor. Segundo: es preciso ser conscientes de los excelentes músicos que tenemos en Salta a partir de la creación de la orquesta local.