En la Argentina, la mayor disputa interburguesa es por la riqueza que generan los 105 millones de toneladas de granos y sus derivados.
Es la actividad industrial más moderna y obviamente está casi totalmente en manos extranjeras. Las cerealeras más importantes del globo operan en la República Argentina. Han convertido a la Hidrovía del Río Paraná y su sistema privatizado de puertos en el epicentro del desarrollo de la nueva industria agraria, sólo comparable con la Norteamericana y la de Brasil.
Rosario y su zona de influencia son el paradigama del modelo agroexportador y también de la superexplotación y marginación de miles de jovenes. Los gerentes de Cargill y sus complices son los verdaderos capos en la oscuridad de la Banda de los Monos. Este es el resultado dialéctico, esta es la síntesis.
Las izquierdas en Argentina están distraídas en otros menesteres, no enfrentan al poder donde más le duele. No les importa, no saben, o simplemente no quieren enfrentar a estos enemigos. Prefieren hablar de la agricultura andina, cultivar las plazas de Buenos Aires y proclamar que la salida es el mundo verde.
El mundo moderno, ha expulsado – (y seguirá haciéndolo) hacia las ciudades – a los pequeños campesinos sin tierra y pequeños propietarios. Los grandes pooles y terratenientes producen para las multinacionales y éstas determinan el precio de los alimentos. De aquí surge el inmenso poder que tienen estas grandes compañías.
El gobierno nacional pretende ser aliado de ellas. Tiene para con ellas “la política de la seducción” de la presidente que, o no los nombra, o los trata como aliados según sea necesario.
Las multinacionales funcionan como Banco de Préstamos del Estado argentino, a intereses usurarios, por supuesto. Pero a decir del Sr. Kisciloff “se comportan con una gran responsabilidad frenando las corridas cambiarias” y se olvida decir que ellas mismas originaron el desdoblamiento cambiario y luego la devaluación. Cambiaron de idea.
El gobierno nacional no estatizará el comercio exterior de granos, y no atacará a éstos pulpos multinacionales porque no está en su ADN político hacerlo.
El peronismo sólo negociará con ellos para llegar hasta el 2015. Mientras tanto siguen «luchando por la agricultura familiar» y popular…
Estas compañías cerealeras fueron las que le dieron el ultimátum a la presidente argentina para cambiar el control de las acciones de Repsol. La incapaz y ladronzuela conducción española dejaba sin gasoil al modelo, por consiguiente, sin poder procesar y transportar la cosecha de granos. Ese fue el verdadero motivo de la curiosa y repentina expropiación de las acciones de YPF.
El gobierno nacional no sólo no ve como enemigas a las cerealeras sino que son su aliado más importante siempre y cuando, las multinacionales controlen las exportaciones argentinas de agro alimentos y el modelo de financiación de las mismas. Toda la épica anti imperialista por Malvinas, todo el palabrerío progresista ante las cuestiones de género, pachamamismo, etc., etc., etc., son sólo anécdotas. El núcleo duro de la política Kirchnerista es su alianza incondicional con los bancos y las cerealeras. Este es el pasaporte oficial hasta el 2015.
El escenario actual de ajuste, devaluación y de avances represivos, es el resultado de tanto ceder, de tanto aceptar y de concentrarse a esta altura del proceso político nacional, en la mera supervivencia del círculo mas estrecho del kirchnerismo.
No se debe ni se puede ser furgón de cola de estas políticas, porque la sumisión, aunque ahora esté de moda, es mala e indigna; ya la aprendieron según cuenta la leyenda, Áudax, Ditalco y Minurus, asesinos a sueldo que acabaron con la vida de Viriato: Roma no paga traidores.
Por la estatización sin pago del comercio exterior de agroalimentos!!
Por la nacionalización del crédito!!