El 10 de abril de 2014, representó otro baldón más en la historia negra del país, por lo inconducente, gravoso e inútil, para aquellos que no formamos parte de las Corporaciones sindicales mayoritarias
Cuando la crónica oficial registra los 13 Paros Generales a Alfonsín y los 8 a De La Rúa, no es intención señalar estadística confiable de causa y efecto, que pudiere justificar el contexto social de esas épocas, dado que la historia siempre es circular: Vuelve a repetirse.
Es lo que parece reflejar el Postcriskirschnerismo que se avecina inexorable, con 12 años de mandato y gestión consecutivos, no obstante no tener en ese lapso, esa dimensión de protesta y desaprobación popular concretado en Paros Generales, pese a la infinita cadena de errores y presuntos actos de corrupción que envuelve al Gobierno Nacional desde hace tiempo. Es así, que pese al creciente malhumor colectivo, a CFK sólo le importa intentar administrar la crisis social y económica con ajustes y parches disimulados y encubiertos y, llegar indemne a diciembre del 2015.
Ante tal coyuntura, esta es aprovechada en exceso por las grandes organizaciones gremiales, donde no se conocen sus balances contables y sí es visible la vetustez de sus métodos de protesta y movilización, como la extensa cronología de antigüedad en los cargos, los que superan los 20 o 30 años, tornándose casi vitalicios. En esa dictadura sindical, ELLOS se autoeligen indefinidamente frente a la anomia inorgánica de una masa de afiliados que convalida sus actos por simple inercia.
No hubo entonces, HUELGA GENERAL de trabajadores, desocupados y jubilados, con las excepciones del caso. Si la hicieron las CORPORACIONES SINDICALES, extorsionando a millones de personas e invocando una falsa representación colectiva que ya no tienen. ¿Podrá el próximo Gobierno del año entrante, acotarles ese PODER implícito e ilegítimo que los faculta a poder parar un país?
Así estamos.
– El autor es Periodista – Analista Político – www.tiemposdehoy.org.ar