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sábado, noviembre 23, 2024

En el Chaco salteño, el agua es un bien escaso, escurridizo y esporádico

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Profesionales del INTI trabajan en el Chaco salteño junto a las comunidades en el desarrollo de métodos más eficientes que permitan paliar la escasez de agua mediante el uso de materiales disponibles en la zona.

Para los pobladores del departamento de Rivadavia, en el Chaco salteño, el agua es un bien escaso, escurridizo y esporádico. El clima semiárido de la región aporta apenas unos 600 milímetros anuales de precipitaciones, concentradas en el verano.

El resto del año, los productores campesinos e indígenas deben ingeniárselas para obtener el valioso recurso a partir de cauces temporales formados con agua de lluvia, o a través de la perforación de pozos que permitan acceder a los acuíferos subterráneos. El problema es que los acuíferos situados a profundidades accesibles suelen tener agua de calidad deficiente y los filtros utilizados no son muy efectivos en la retención de partículas sólidas.

Esta región salteña es una de las que presenta mayor proporción de necesidades básicas insatisfechas en la Argentina. Los ingresos de sus habitantes dependen en gran medida de la ganadería caprina y bovina; y de los productos del monte, como miel, frutos y leña. Por eso, el agua es un recurso fundamental. Para paliar el problema de su escasez, profesionales del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) en Salta trabajaron junto a los pobladores en el desarrollo y aplicación de tecnologías más eficientes para la perforación de pozos.

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El proyecto del INTI garantiza el acceso a fuentes de provisión de agua a los pobladores de la región, un derecho humano básico reconocido por la ONU.

“El desafío está en encontrar soluciones tecnológicas de las cuales la población se pueda apropiar, y que su construcción y mantenimiento se pueda realizar con materiales que se consiguen en la zona. Porque si ponemos un geotextil (tela de fibra sintética permeable que permite filtrar agua) también se resuelve el problema, pero no le permite a los pobladores reproducir esa tecnología”, destaca en diálogo con TSS el geólogo Guillermo Baudino, director del Centro de Investigación y Desarrollo del INTI en Salta e integrante del equipo de trabajo, en el que participan también profesionales del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Subsecretaría de Agricultura Familiar de la Nación y el programa Pro Huerta (del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el INTA).

A la hora de extraer agua del pozo, el principal inconveniente que tenían los habitantes de la zona era que los filtros utilizados no lograban impedir el ingreso de partículas sólidas, como en el caso de la arena muy fina característica del lugar, que desgastaba el sistema de bombeo y lo acababa rompiendo. El filtro que utilizaban estaba hecho de una tela metálica que se corroía por la propia salinidad del agua y también era difícil de colocar, porque al arrugarse complicaba su instalación.

“La tecnología desarrollada es una doble pared de filtro de PVC granulado. En el medio, posee un prefiltro de grava, que es el elemento filtrante. Es más eficiente porque es más sencillo de instalar, durable y económico”, indica Baudino y hace hincapié en la importancia de la adaptación de una tecnología. “Utilizamos la misma base científico-tecnológica que se usa en cualquier ciudad o país, pero en vez de comprar un filtro de acero inoxidable, lo pueden fabricar con caños de PVC reforzado, que son los que se usan en construcción. Y en vez de recurrir a grava seleccionada, se capacitó a la gente para que aprendan a elegirla y prepararla en función de los materiales del lugar, para no tener que encargarla a una empresa de Buenos Aires o del Litoral, donde están las proveedoras de grava”, explica el geólogo.

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El clima semiárido en el Chaco salteño aporta apenas unos 600 milímetros anuales de precipitaciones, convirtiendo al agua en un bien escaso, escurridizo y esporádico.

En cuanto a la técnica de perforación, los pobladores continuaron trabajando con palas barreno, una herramienta que permite profundizar la excavación con un diámetro de hasta 200 milímetros. El aporte de los técnicos consistió más que nada en algunos cambios en el diseño de la pala, de manera de hacerla más reproducible. En tanto, para comprobar que la calidad del agua extraída es óptima para utilizar en sistemas productivos, el INTI también cuenta con la colaboración del programa de calidad del agua de la Secretaría de Recursos Hídricos de la Provincia de Salta, que se encarga de analizar las muestras recolectadas.

Actualmente, los profesionales siguen trabajando en Rivadavia y están replicando la experiencia con comunidades wichí de Misión Chaqueña (departamento General José de San Martín). Y también están trabajando con poblaciones en la Puna. “La diferencia es que como en el subsuelo hay rodados (piedras), hay que utilizar otro tipo de sistema, con pico y pala; y en vez de entubar con PVC, se recubren las paredes con cemento”, indica Baudino. Además de la transferencia de tecnología a comunidades, los técnicos del INTI en Salta se encargan de asesorar a pequeñas y medianas empresas e industrias interesadas en radicarse en la zona, para un mejor aprovechamiento y obtención del recurso hídrico.

– Por Nadia Luna
Agencia TSS – Tecnología Sur-Sur

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