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lunes, noviembre 25, 2024

Mozart por tres

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Plena de empuje vital, termina la noche como ella sabe y como Mozart planea preparando al oyente de su época. El nivel de la orquesta cada día es más sólido.

Salta, jueves 7 de agosto de 2014. Teatro Provincial. Solista: Miguel Ángel Giménez (corno). Orquesta Sinfónica de Salta. Directora Maestra Yeny Delgado. Obras de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791): Obertura El rapto en el serrallo K. 384; Concierto para corno nº 4 en mi bemol mayor K. 495. Sinfonía nº 39 en mi bemol mayor K. 543.

Lo dije en otras oportunidades. Interpretar a un solo autor en el mismo concierto, implica sus riesgos. El principal, es la repetición de temas, formas, combinaciones sonoras. Sin embargo, ese riesgo, con Mozart, no sucede o casi pasa desapercibido. Fue tal su capacidad creativa que es posible concretar un repertorio con tres de sus obras, de allí el título de este comentario. La obertura de la ópera cómica “El rapto en el serrallo” es el inicio de lo que el autor desea mostrar, ésto es, un palacio otomano (seraglio, italianización de la palabra turca que indica el palacio de un regidor de Turquía) en el cual se producen curiosas y desenfadadas circunstancias. Mozart arma un ambiente musical netamente exótico en su carácter oriental con el uso de instrumentos de percusión, semejando un harén desordenado. La obertura responde bien a estas ideas con ese toque burlón que a veces tenía el autor.

A continuación, de los cuatro conciertos para trompa, escritos por el músico de Salzburgo, llegó el último de ellos. Tal vez el menos inspirado, que pide una plantilla orquestal reducida y donde el integrante de la fila de cornos el joven Miguel Ángel Giménez tuvo lucido desempeño. Una muestra de sus dotes musicales fue, por ejemplo, sobre el final del primer movimiento, una escala ascendente casi al borde del precipicio muy bien resuelta. Entregó un bis como quien desea exhibir las posibilidades de un instrumento ciertamente difícil: una partitura en tempo de blue, bien acompañado de contrabajo y redoblante. Justificado aplauso.

No es un secreto. Lo más importante en una interpretación es la afinación y la elección del tempo. Todo lo demás debería venir por añadidura. La antepenúltima sinfonía de Mozart es una innovación en relación a sus anteriores y además, se aleja del estilo Haydn. Curiosamente inicia con un “adagio” que luego se transforma en un “allegro”. En este punto mi subjetividad toma una pequeña distancia con el enfoque de la directora. Hubiera preferido un ritmo más punzante atento a su lenguaje. Al menos es como la conocí desde siempre. Ya es el Mozart maduro, que reviste su composición de elementos de gran riqueza conceptual. Siguen los tradicionales “andante” y luego un “menueto con trío” para terminar en el momento más destacado del concierto. Ese “allegro” final es el anticipo de lo que serían sus dos últimas sinfonías y Yeny Delgado se luce largamente en su ejecución. Plena de empuje vital, termina la noche como ella sabe y como Mozart planea preparando al oyente de su época para sus notables 40 y 41.

El final es para los músicos. El nivel de la orquesta cada día es más sólido. Lhez, Izcaray, Delgado, más directores invitados, se están encontrando con un grupo que rinde. Ninguno deja de expresar su satisfacción frente a uno de los mejores grupos del país. Meritorio.

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