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jueves, octubre 10, 2024

Sobre “Some Girls”, cuatro mujeres a las que alguien les cagó la vida

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“Algunas mujeres a las que les cagué la vida” pasó por el Teatro del Huerto de Salta el jueves 30 de octubre en el marco de una gira prometedora. Mirta, Anto, Miranda y July integran un muestrario femenino que espectaculariza el cinismo de un pseudo intelectual que lejos de prenderles una velita a sus vestales modernas, intenta ponerles “palabras” como cuando se quiere pedir perdón cinco minutos antes de morir. La pieza que dirige y en la que actúa Marcelo Cosentino se mueve por el realismo reflexivo sobre todo porque trabaja el concepto de verdad escénica.

Marco (Marcelo Cosentino) es el personaje referencial de la obra, un anti-héroe actual, un infiel, un mentiroso. Sus antagonistas son esas mujeres a las que les cagó la vida en un cuadro con cuatro relatos que él protagoniza. Las mini-piezas integran la totalidad acerca de cuatro amores inconclusos, mujeres de su vida a las que coloca en una especie de “book”. Al hombre creado por Neil Labute (el dramaturgo de la versión original), no le pasa nada nunca, por más que sus ex le den palizas o le griten en la cara lo hijo de puta que es. Sigue su vida de manera “normal” y el humor llega cuando cada historia se convierte en una parodia de la relación amoroso-sexual que tuvo con ellas. El drama está en el interior de cada una de las mujeres que padecieron a este “terrorista emocional” pero el drama más terrible, es la insensibilidad real del protagonista, su incapacidad para “amar”. En esto coincido con Cosentino, cuando expresa en una entrevista que le realizara, que se trata de una mirada corrosiva sobre la masculinidad.

El logro dramatúrgico es haber hallado el punto de fractura de cada una de esas relaciones con detalles, excentricidades, secretos y confesiones que las mujeres exteriorizan. El logro del director es haber agotado las posibilidades que exigían un derroche de sensualidad, lo femenino por sobre lo masculino, al extremo de convertir el mundo subjetivo de un hombre en un espejo de la sociedad. El logro de las intérpretes, es haber encontrado la tonalidad que las arroje fuera del estereotipo del feminismo insoportable. Ellas son mujeres de hoy, complejas y cambiantes, y en esta serie de encuentros personales, instalan una polémica abierta con su pasado, para clausurarlo o avivar el fuego. Como sea, aunque no son las causantes del encuentro, detonan juegos amorosos y estados emocionales que revierten la picardía masculina.

Si bien es cierto que él queda expuesto ante la mirada del público que ocupa el rol de testigo, ellas administran la reparación y el goce, por más que otra vez, Marco pretenda manipular cada una de las situaciones.

Constanza Melgratti, la chaqueña que reemplazó a María del Cerro, interpreta cabalmente a Mirta, un amor de secundaria que representa viejas ilusiones del pasado de la temprana juventud. La 214 de un hotel cualquiera se tiñe de verde, quizá con la esperanza de olvidar el mal trago de aquella etapa. Hora de comenzar de nuevo.

Miriam Lanzoni apuesta a la desinhibición total y como Antonella, compone a una mujer escindida por lo aparente y lo profundo. Expone sus dotes de femme fatal pero también sus sensibilidades dramáticas al pasar de la alegría casi forzada, al llanto. Las escenas jugadas entre ella y su oponente, marcan un erotismo que se debate entre la pasión y el amor, un romance no tan color de rosa que quedó a medio camino. Para cerrar, quizá, se necesitaba una noche más… Lanzoni se luce actoralmente y muestra toda su belleza. Una leona en el escenario. La 102 no es una puerta que se cerró detrás de ti precisamente, sino una que se abre a la imaginación más perversa.

Por la 127 sale una excepcional Laura Bruni y por la 315, una Ximena Capristo con aires de princesa de Disney. Capristo, pasa de comediante a intérprete dramática con la misma sorprendente solvencia. Lo de Bruni es un salto al vacío, produce esa inusitada fuerza que entona con el rojo de su vestuario.

Cosentino a su vez, se replica en cuatro diferentes tipos por como actúa con cada una. El personaje, excelentemente compuesto, da en la tecla.

De manera que “Algunas mujeres a las que les cagué la vida” trae agua, por eso sonaba el río.

Me encantó la osadía de algunas escenas, la puesta, lo estético, las imitaciones de Bruni, el planteo de la obra y su complejidad dramática en clave de comedia. Pero sin estas actuaciones, la espectacularidad de lo sugerido no hubiese alcanzado sus fines.

– Fotos tomadas por Salta 21

– Nota relacionada:

Marcelo Cosentino y Algunas mujeres a las que les cagué la vida: “no hay recetas en teatro”
http://www.salta21.com/Marcelo-Cosentino-y-Algunas.html

– Anterior:

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http://www.salta21.com/Raul-Taibo-llego-a-Salta-con.html

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