La obra de teatro cuya segunda función inició anoche a las 23: hs. en el Salón Auditórium Dr. Rafael Villagrán a lleno total, es la puesta de lo que iba a ser la parte final de “La Patagonia rebelde”, capítulo homenaje de Bayer a los de abajo: las heroínas de San Julián y los huelguistas de la Patagonia, anarquistas polacos, españoles e italianos. También, de alguna manera, es un revivir a Rodolfo Walsh, Haroldo Conti y Paco Urondo. La obra acerca a las nuevas generaciones a la historia argentina y se posiciona como una pieza memorable.
Sin lugar a dudas, hay una condena histórica al presidente radical Hipólito Yrigoyen, quien dio la orden de ejecutar a 1500 obreros rurales de Santa Cruz, asesinados entre 1920 y 1921, para lo cual envió al teniente Héctor Benigno Varela, encargado de esta sangrienta masacre con la complicidad de patrones rurales.
Hablar de Osvaldo Bayer es escribir el nombre “Rebeldía”. Historiador y periodista, investigador, guionista de cine y dramaturgo, pudo a sus 87 años dar a conocer el capítulo censurado de La Patagonia Rebelde durante el gobierno de Isabel Perón, a través del nefasto José López Rega. Tras figurar en la Lista negra de la Triple A, él, el director del film y los protagonistas (Brandoni y Alterio) tuvieron que exiliarse. Bayer lo hizo en Alemania, donde pasó gran parte de su vida; y por ese motivo, vive seis meses allá y seis aquí.
El investigador en declaraciones que hizo a los medios, habla de que los políticos, unos y otros, deben hacer una autocrítica. Unos por Yrigoyen, otros por López Rega. Si bien reconoce que el de Kirchner es el mejor de los gobiernos después de la dictadura, señala aspectos positivos y negativos de su mandato. Igualmente con la actual presidencia. Critica la mala decisión del nombramiento de César Mulani, y la corrupción reinante, sobre todo alrededor del Vice, de quien expresa que ya no debiera estar.
Resulta gratificante que se haya elegido el teatro para reivindicar a mujeres y obreros. El dramaturgo ubica al relato histórico en la escena, en un cruce ideal entre el teatro como expresión artística y el carácter científico de la investigación de Bayer; con ello enaltece al teatro otorgándole valor de documento, de testimonio viviente, de acontecimiento histórico; el verosímil con el que trabaja esta dramaturgia está basado en el revisionismo particular de Bayer que se materializa mediante la escenificación. La relevancia que adquiere “Las putas de San Julián” va más allá de un hecho artístico notable, trasciende las fronteras de lo teatral y se coloca como fuente, como medio, como forma y contenido de la verdad histórica.
El film “La Patagonia rebelde” que co-guionó, basado en su libro “Los Vengadores de la Patagonia Trágica”, atraviesa la historia personal de Osvaldo Bayer. Los relatos que sus padres le refirieron, quienes vivían a dos cuadras de la cárcel de Río Gallegos, deben haber sido un gran motivo para investigar los hechos, ya que fueron testigos de los gritos de los obreros reprimidos a balazos. En su adultez, debió salir del país por hacer esta película. 40 años después, en la plenitud de su vida, cierra el capítulo de su libro con la participación en esta obra teatral en la que él, presencia los hechos desde el rol de investigador-historiador. Osvaldo Bayer se representa a sí mismo al tiempo que es representado. No creo que se trate del personaje dentro del personaje; es, según mi opinión, la voz de la historia, su propia voz. En todo caso, es Osvaldo Bayer asumiendo la carnadura de la investigación. Esto logra crear un efecto, propio del distanciamiento, pero con el afán de ser Relato, y no de ser Personaje. En todo caso, el personaje cede protagonismo a la Institución que representa.
“Las putas de San Julián” es una pieza testimonial, un documento histórico. Si bien el teatro es efímero, la historia no lo es. Hay una fusión entre ambos. El Teatro Nacional Cervantes apuesta a esta versión bayereana escrita y dirigida por Rubén Mosquera, sobre cinco mujeres de un prostíbulo del Puerto de San Julián, provincia de Santa Cruz, que se niegan a atender a los soldados del ejército argentino por considerarlos asesinos, quienes en efecto, llegaban a las puertas del local con las manos ensangrentadas . Los artistas Mariela Acosta, Osvaldo Bayer, Valeria Castro, Lucio Cerdá, Mercedes Ferrería, Hilario Laffitte, Maite Mosquera, Pablo Palavecino, Sergio Pascual, Daniela Salerno, Alejandra Shanahan, Mónica Soruco y Laura Wich arman el marco necesario para el drama de estas olvidadas mujeres, virtuosas en toda la dimensión de la palabra, quienes fueron las únicas en manifestarse contra la ejecución de los obreros.
Los intérpretes sobrellevan acertadamente escenas de mucha violencia, tanto los actores como las actrices; y en mi opinión, fueron muy convincentes y el tono logrado, es el requerido por el drama. Los dobles de Bayer tienen parlamentos muy narrativos, lo que acentúa el carácter recurrente del discurso. La obra impone la reflexión y se puebla con las acciones en el prostíbulo y en la cárcel. El teatro aparece en el interior del relato, especie de conferencia que en lugar de pasar imágenes a través de una pantalla, lo hace mediante la teatralización de la historia. Esos “cortes” entre escena y relato producen una prolongación pausada del ritmo, que recupera su energía emocional, vital y conmovedora, en la totalidad del cuadro. La presencia de Bayer en la escena se vuelve central.
La ética de las “putas”, símbolo de la resistencia, merecía un reconocimiento. La obra también exhibe la hipocresía de la sociedad que actúa con desprecio hacia ellas mientras requiere sus servicios o son criticadas por las mujeres “decentes”. Expone las contradicciones del ser humano y sus miserias, pero sobre todo, realza el valor de cinco condenadas que pasaron a la historia por no haber aceptado la paga de ningún genocida. La obra es una balada a la dignidad.
Un público admirador aplaudió de pie a los artistas. “Maestro!”– le gritaron a Osvaldo Bayer.
– Fotos tomadas por Salta 21
