Cristina Idiarte es actriz, profesora y directora de teatro con una vasta trayectoria artística en la provincia de Salta. En esta nota, nos habla sobre la prácticamente nula e inexistente política cultural del gobierno de Sáenz, sobre una deficiente gestión en ese ámbito y además, sugiere un escenario posible hacia el futuro, aunque incierto. La grave situación de los artistas independientes descubre el real estado del teatro salteño, de nuestra Cultura. Antes, hubo un gobernador que dijo que no hay teatro en Salta. Ahora, asistimos a su muerte y confirma el lugar asignado por este gobierno a esta actividad.
El título de la siguiente entrevista, no solo es el nombre del último trabajo de Cristina sobre las tablas, sino una alusión a la ineptitud de los funcionarios designados para gestionar la Cultura salteña, quienes podrían tener acaso «La última oportunidad» de hacer algo por el teatro independiente y por el resto de las actividades artísticas independientes de Salta y sus hacedores, obviamente. ¿O están como cabeza de elenco para ganarse la marquesina y quedar bien con una élite mientras desde las tumbas estiran la mano nuestros artistas con la esperanza, aún, de ser desenterrados del olvido…?
«La última oportunidad» del Ministerio y de la Secretaría
¿Cómo definirías el accionar de la Secretaria de la Cultura en relación con los artistas del teatro independiente, frente a la crisis ocasionada por la pandemia?
– Inútil y aletargado, en 68 días que llevamos solo se gestionaron unos módulos alimentarios -insuficientes- y un empadronamiento de artistas.
¿En qué consistió el Concurso aquel y por qué fue rechazado por la Comunidad artística salteña?
– … Porque era una medida desacertada ante el hambre de los artistas que no podíamos trabajar: el premio era «sala gratis» en el 2021, cuando se pueda hacer uso. Mientras tanto, no hubo ni hay acciones de ayuda concretas exponiendo el trabajo cultural a un desempeño concursable en redes, no estamos pidiendo una curita para semejante herida…! El Estado debe entender de qué hablamos cuando hablamos de politicas públicas culturales.
¿Qué ayuda promovieron desde el gobierno provincial para salvar a los artistas locales?
– Ninguna.
¿Qué pasará entonces con el teatro salteño hasta diciembre de este año?
– No sé, espero que podamos remontar semejante crisis con trabajo, como siempre lo hicimos. Pero el panorama es bastante incierto.
¿Cómo sobrevivís vos y tu equipo de trabajo a partir del cierre, supongo, momentáneo, de tu Escuela de teatro?
– Estamos muy angustiados, de nosotros dependen familias y personas que trabajan en la Escuela. Estamos viviendo de los pocos ahorros que teníamos para producciones, ya se termina. Es una situación desesperante.
¿En qué condiciones están el resto de los artistas de teatro, en la provincia de Salta?
– La gran mayoría de los trabajadores independientes de la Cultura están en situación de emergencia. Mientras tanto, se renombran teatros y se hace un empadronamiento que ya lleva dos semanas… Claramente una postura del estado para con la Cultura y sus hacedores.
¿Cómo proyectaríamos el futuro a corto plazo, de nuestra Cultura independiente?
– No lo sé, la verdad solo puedo plantear como artista independiente -y eso tampoco es certero- la urgente necesidad de un proyecto colectivo. Claramente, esta situación, significa una gran crisis, no es lo mismo alguien con la panza llena que aquel que tiene que laburar con hambre, ¿no? Seguramente notaremos un cambio, un modifcante.
¿Se está trazando una buena gestión de gobierno a nivel cultural?
– No existe la gestión cultural en el gobierno. No tienen políticas públicas culturales ni rumbo de gestión. Tampoco se gestiona nada.
¿Creés que nominalizar al Teatro Provincial fue acertado?
– No. Para nosotros que esperamos una respuesta alentadora sobre el trabajo, no, para la masa en general que le parece «simpático» el nombre fue un guiño a elevar la imagen política bastante lastimada.
¿Cómo seguirá tu vida artística, qué cambió, qué significó para vos esta pandemia?
– Un suspenso. Un no lugar, modificó muchos criterios y también ideas, pero lo bueno es que reforzó otros. Sigue siendo un aceptar cotidiano que el mundo se suspende cuando menos lo esperamos y, pese a todo, seguimos andando.
¿Hay a nivel global un antes y un después del COVID-19?
– Seguramente sí. No somos los mismos, no sé si para peor o mejor, nuestras prioridades y alertas han cambiado. No sé cómo se constituirá el homo postpandémico, ¿a quién nos dirigiremos? ¿Cómo hablaremos de Cultura, de Arte? Creo que es un momento de reinvención de muchas cosas, entre esas, la identidad, el hábitat, la Cultura…
¿Qué estrategias se pueden implementar para salir de este estado crítico que atraviesa el teatro local?
– Muchas, se podría subvencionar a elencos con trabajo en proceso, brindarles contención con plataformas que muestren eso, donde la participación sea paga. Se pueden pagar funciones por adelantado, programar contenidos que podamos intervenir (ministerio de educación, educación artística, etc. ), ayudar de forma interesada y genuina a aquellos artistas independientes que realmente necesitan un módulo alimentario; dialogar; crear políticas públicas que transformen, ayuden y sostengan a todos los artistas. Esa es su tarea. Por algo están en ese lugar, ¿no?
¿Cómo están las actrices más pequeñas de tu familia, ahora que la educación es virtual?
– Y… la llevan, renegando, pero van. Los niños no están siendo los mayores beneficiados en esta pandemia, horas frente a la pantalla, sin contacto con el afuera. La Educación claramente debe modificarse a partir de esto.
¿Está alguien interesado, además de los artistas locales y sus espectadores, en sostener nuestra Cultura?
– No sé. No parece, ojalá me equivoque.
