La poesía, las fiebres de un exiliado en las noches de 1849, en el Soho. Alternativas para una posible interpretación de la norma valor y de la tasa de ganancia.
“…
… (Veo) erigirse, sin reposo, altos montículos de piedras a
orillas de los océanos, (para) que las almas de los difuntos, cuando están cansadas de sus apacibles tumbas, puedan (irse) por encima de ellas y contemplar las agitadas olas, y sentirse rejuvenecidas por las tempestades, la inmensidad, la libertad, la acción. **
…”
Whitman, Walt (2009): Hojas de hierba, ubicado en http://www.youblisher.com/p/94316-Hojas-de-Hierbas/ en Noviembre de 2013. Fragmento de “¡Salud al mundo!”, p. 156.
“… Marx era igualmente, un poeta …”
Lacan, Jacques-Marie Émile (Marzo de 2005 y): El Seminario. Libro 25. El momento de concluir. 1977–1978, p. 10.
En http://www.agrupaciondco.com.ar/biblioteca/Lacan%2C%20Jacques%20-%20Obras%20Completas/30%20Seminario%2025.pdf [http://www.agrupaciondco.com.ar/biblioteca/index.php?dir=Lacan%2C+Jacques+-+Obras+Completas (home)], entre otras páginas web. Junio de 2012.
Fue un gran escritor y un enorme poeta, en virtud de que hay que ser un soñador hasta no anhelar despertar, como esgrimió Sigmund…, para enaltecer la Revolución como él, Karl, lo hizo.
La lectura “pakistaní” de la regla valor
Para mí, en la ley del valor existe implícitamente, un argumento acerca de los costos de producción que puede abarcar desde que asomó la economía.
En su interpretación restringida, la norma valor se aplica a las sociedades mercantiles con precios y dinero. Es la lectura que propone Anwar Shaikh, el cual independizó la ley del valor de su vigencia en el orden burgués, que es la que aceptan determinados leninismos muy estrechos de sesera.
Basándome en parte, en el razonamiento de Shaikh, opino que la norma valor puede aplicarse a todas las comunas mercantiles, tengan o no precio. Aunque para Marx, las sociedades de trueque son mercantiles en la escala en que existe el intercambio bajo el aspecto de «barter» y a raíz de que algunos productos, de cuando en cuando, funcionan ya como mercancías, poseyendo algunas de las comunas con trueque, dinero en forma de un valor de uso altamente estimado…, considero que como mínimo, la ley del valor está vigente desde las colectividades con trueque, en adelante.
El trueque asomó con las tribus, las cuales son formaciones del Paleolítico Superior, por lo que la norma valor, tiene miles de años.
Hasta ahí, la norma valor.
Una apuesta osada en torno a la ley del valor
Lo que está implícito en el razonamiento de Karl, es que los productos se inducen con dos factores escasos y valiosos, que son el tiempo y el trabajo.
Si planteamos así el asunto, el uso de lo temporal y de las faenas se aplica no únicamente a las mercancías o a las colectividades mercantiles, del trueque en adelante…, sino a las sociedades que producen riqueza o valores de uso.
Ahora bien, la riqueza se gestó desde, como mínimo, los primeros Homo. En consecuencia, los factores de producción escasos que son tiempo y tarea, se emplearon desde hace millones de años.
Implica eso que la ley del valor puede detectarse desde los primeros Homo. ¡Claro que no!
¿Qué pudo acontecer?
Primero, nuestros ancestros buscaban alimentos sin importarles cuánto despilfarraban de luz diurna (esa fue la manera “primitiva” de khrónos…).
En simultáneo, después o antes, no lo sé y dudo…, esos mismos antepasados del sapiens sapiens, intercambiaron “dones”.
Poco a poco, fue necesario cuidar cuánto se invertiría en luz diurna para conseguir alimentos.
Comenzó a nacer el tiempo…
Poco a poco, también, importó cuánta faena se empleaba para obtener comida y para hacer instrumentos.
Fue apareciendo el otro factor valioso; el trabajo.
Creo que hacia fines del Paleolítico Inferior, con el Homo erectus o previamente, con el habilis, y siempre que se trate de especies diferentes y no de una misma especie, como postulan determinados paleoantropólogos desde 2005…, puede imaginarse que lo temporal y las labores estaban actuando como elementos que regían la búsqueda de alimentos.
En esa tempranísima etapa, tiempo y trabajo operaban como medidas de lo que se gastaba en obtener comida y en fabricar herramientas. En suma, lo temporal y las tareas eran ya costos de producción, LO QUE NO ES SINÓNIMO de norma valor.
Después, quizá con el Cromagnon u Homo sapiens moderno, los gastos de fabricación apoyados en tiempo y trabajo, principiaron a operar como una regla cada vez más inexorable.
Hasta que los costos de producción se hicieron ley del valor.
Lo que hasta ahora comento, está inferido de Marx, pero no puedo demostrarlo con citas ahora y no es básicamente, lo que quiero discutir.
Es una introducción necesaria para que se entienda lo que sí me interesa compartir.
La norma valor y la cuota de beneficio
Uno de los aspectos que no se entiende es que la ley del valor no tiene porqué aplicarse de una manera “perfecta”, a los fines de estar autorizados a creer en ella. F. e., el dinero en tanto que una escala de proporciones para calibrar las alteraciones en el valor condujo a los economistas –que son insulsos (Marx, Teorías sobre la plusvalía, libro II, 1975 a: 439)– a desear “… alguna medida fija e invariable … que a su vez no se hallara sujeta … a … fluctuaciones …” Pero aunque existiese tal mercancía, una serie interminable de fenómenos y de causas “… le impedirían ser una medida perfecta del valor …” –op. cit.: 172.
Si el tiempo de tarea consumido para suscitar objetos útiles es una medida del valor, inferimos de lo enunciado que ni siquiera el valor acaba expresado idealmente en lo temporal estadístico y necesario de trabajo invertido.
A eso lo dijimos en nuestra Tesis Doctoral.
Lo que sigue fue desplegado en 2013, a raíz de que fue cuando nos percatamos de una serie de consecuencias de lo que vislumbramos en 2004, de este pertinaz solitario que no es ricardiano.
Si el valor no es traducido completamente, por “chronos” y por las faenas, lo opuesto también es verdadero: el tiempo y el trabajo gastados no se homologan absolutamente, en valor, aunque suene una herejía que erosiona la ley del valor.
Determinadas mercancías, ciertos servicios, determinadas faenas pueden contener más tiempo invertido y más faena que lo que se expresa en el valor (obviamente, no aludimos al ejemplo en el que los empresarios menos aptos fabrican sus productos, gastando por encima de lo que el mercado fija, sino que nos referimos a las mercancías que, como una pintura, detentan un plus que se homologa a los empellones, a dinero y precio). Por eso es que los burgueses y/o comerciantes que no son capitalistas, desperdician una fracción de lo gastado, sin poder calcularla perfectamente, en dinero y precios.
However, no es impostergable que exista ese caso, que son los de los bienes denominados “intangibles”, para que lo descrito ocurra. Ni en el capitalismo, la norma valor puede regular sin derroche, cuánto vale algo en dinero y en precio. Siempre queda un poco de lo que se invirtió, sin ser traducido exactamente a dinero y precios.
Pero las citadas “anomalías” no son tales, a causa de que el capitalismo funciona sin que sea posible calcular todo en parámetros economicistas de dinero y precio.
Esa improlijidad en el orden burgués, no es propia de él, sino que indica que en las sociedades en las que la economía impacta, sea de manera directa o no, a través de “dilaciones” o no, en la existencia de los individuos, no todo puede traducirse a escalas economicistas. Lo que significa que lo humano desborda la prisión de lo económico y que no todo es factible de calcularse en términos de economía. Ni siquiera lo que debiera poder tabularse en medidas económicas…
– Coda1: Lo que acabamos de enunciar, se vincula con que hay una “entropía” alrededor de la ley del valor, en el capitalismo, que ocasiona que la plusvalía no pueda convertirse al 100 % en ganancia.
Eso no es incoherente con lo que afirmamos respecto a que los gigantes burgueses, pueden transformar el 100 % de su propio plusvalor en dinero o ganancia, sino que deben convertir una sección creciente de la plusvalía de otros capitalistas menores, por la competencia, en dinero o beneficio. O sea, que los enormes burgueses están obligados a atrapar la mayor cantidad de plusvalor que puedan y transformarla en dinero o ganancia. Como se observa, se trata de una tendencia en la que deben caer los capitalistas gigantes; empero, aun en los enormes burgueses, la plusvalía capturada no se transmuta al 100 % en lucro.
Tampoco lo que sostenemos con respecto a que existe una “entropía” que impide que los insumos–valor se sustancien en valores que puedan igualarse al 100 % en precios y dinero, sin pérdida alguna de lo invertido en tiempo y faenas, en la homologación en precio y dinero, es incoherente con las entropías que intervienen en la conversión del plusvalor en beneficio. Podría enunciarse que la “entropía” que dificulta que los costos–valor puedan identificarse al 100 % en precios y dinero, es la entropía “madre” de las otras clases de “entropías”, enlazadas a la transformación de la plusvalía en ganancia o dinero.
A su vez, lo que aclaramos para el orden burgués es viable de ampliarse para las colectividades, sean mercantiles o no, existan en ellas, los precios o no, actúe el dinero o no, sosteniendo que hay una entropía que impide que los gastos de fabricación de los valores de uso, puedan traducirse a parámetros economicistas, sin que exista un resto, por mínimo que sea, que escape al cálculo eficiente de lo que costaron los insumos de producción. En otras palabras, hay una “entropía” ineludible por la que es imposible cuantificar el 100 % de lo que se gastó en los costos de fabricación.
Lo que decodificamos es una interpretación sui géneris de la sentencia del admirador de Engels, con relación a que el precio se “bambolea” con respecto a los gastos de fabricación. Ya aquí, figura in nuce la idea de una “entropía” que es una barrera para que el 100 % de los gastos de producción, se homologuen exactamente, a dinero y precios.
– Agregado2: Eso implica que hay tres entropías adicionales a las que indicamos en 2004.
La primera, la más universal o amplia, es la que establece que es inviable traducir el 100 % de los insumos de fabricación, sin que un segmento sea incuantificable. Esa primera “entropía” es una entropía que abarca a las comunas que tienen o no, dinero y precio, y que son mercantiles o no.
La segunda es un poco más restringida, aunque sigue siendo general, y dice que es imposible calcular con el 100 % de eficiencia, los costos de producción en las sociedades que son mercantiles, fase que subsume a las colectividades desde la etapa del trueque.
La tercera “entropía” estipula que es inviable traducir el 100 % de los gastos de fabricación, cuando comienza a imperar la ley del valor, en valor, dinero y precios. Esa tercera entropía abarca al capitalismo.
Glosa3: Es plausible que en el régimen burgués, haya que añadir integrantes a la norma valor “clásica”, que sería la de Marx, lo que a su vez, afectaría la tasa de lucro.
En cada conversión de una igualdad en otra, se incluiría una cifra que será lo que eventualmente, se pierde en valorizar lo que se debiera valorizar en un 100 %, y de lo que no se convierte en dinero y precio.
El monto de lo que no es probable transformar a valores, puede ser distinto de lo que no es factible de convertir en dinero y precios.
A título de ejemplo de lo que desempolvamos, reflexionemos en las estimaciones de las aseguradoras contra accidentes en las faenas de alguien que percibe ingresos.
Tales aseguradoras, “distinguen” entre el porcentaje de discapacidad de un miembro del cuerpo del accidentado, de acuerdo a si éste labora o no contratado por un tercero, que sea o no el Estado. Ya aquí, encontramos una arbitrariedad: es como si el porcentaje de discapacidad e indemnización por el mismo accidente, valiera una cantidad para los que se afanan para el Estado y para los que se atarean para entidades “privadas”.
Pongamos un caso específico. Como laborante improductivo, en tanto educador universitario, en 2008, me fracturé severamente, la muñeca derecha, tal que se requirieron tres cirugías de alta complejidad y que fueron excesivamente, onerosas, para devolverle cierta habilidad a mi mano, la cual en otra época, sin los avances médicos de principios del Siglo XXI, hubiera quedado inutilizada.
Con relación a una mano derecha, que es tabulada más valiosa que la izquierda…, se me otorgó un 17 % de discapacidad permanente.
Acá, detectamos la primera sisa, dado que no podemos homologar sin más ni más, una discapacidad severa, continua y traumática, con un 17 %.
La otra resta se ubica cuando ese 17 % se equiparó a un monto, que a su vez, fue el resultado de un cálculo en el que la fórmula intentaba sisar todo lo que podía incrementar la cifra indemnizatoria. O sea, que la ecuación era evidentemente, desfavorable para el atareado improductivo, es decir, para mí.
Ese problema de la traducción de algo que es inviable de homologar con una cantidad precisa es una dificultad universal.
Ignoramos los montos que no son plausibles de mudar en valores o en dinero y precio; haremos una aproximación, que puede trasladarse en horas o en moneda.
En la intelección que ofrecemos de la ley del valor en el enemistado con Proudhon, los costos “inmediatos” no operan directamente en tanto gastos–valor, a causa de que lo insumido en “khrónos” y faenas, no se traduce sin pérdida en costos/valor, por lo que apuntamos.
La primera equivalencia que comienza con una merma incierta, es la de los gastos en tiempo y labores, que se traducen imperfectamente, en costos–valor.
Gastos en chronos y tareas = costos/valor – a. La tal “a” podría ser fijada para descripción, en una cifra menor o igual a 0, 10, porque es la equivalencia más cercana a la de los gastos en parámetros de tiempo y faenas. A esa “a”, en virtud de que es un monto indeterminado, se la puede nombrar Δ a. Tenemos así, costos en “khrónos” y tareas = (gastos–valor) – Δ a [1] = (insumos–valor) – 0, 10.
Estas sucesivas pérdidas, son recuperadas en alguna escala, por los capitalistas en los precios finales de venta. No obstante, debe asumirse que los burgueses no conocen cuánto es lo que se extravía de una “igualdad” a otra, porque la lógica del capitalismo lo impide…, y al hacer las estimaciones, éstas no pueden ser sino aproximativas siempre.
La dinámica del sistema burgués, ocasiona que lo que se pierde de una “equivalencia” a otra, sea una incógnita que ninguna tabulación o estadística, podrá reducir a su medida. Es como si hubiera un “principio de incertidumbre” respecto a lo que se extravía, en el instante en que se procura convertir los costos en valor o en dinero y precios.
Una vez obtenidos los gastos/valor con una pérdida que se ignora y que es pasible de ser calculada de manera inexacta, la otra “igualdad” es la de los costos–valor con el precio de producción: gastos/valor = precios de fabricación.
A raíz de que nos ubicamos cerca de los costos en tiempo y faenas, el precio de producción puede sufrir una merma incalculable y aproximada, similar a 0, 60. Conseguimos entonces: gastos–valor = precios de fabricación – “Δ b” [2], o costos/valor = precio de producción – 0, 60.
Si bien existen numerosas clases de precios en Marx, el otro precio que es importante para un capitalista, es el precio de mercado que opera como si fuera el valor de la mercancía.
Desde la perspectiva que desarrollamos, se interpreta mejor por qué esos precios de mercado son precio/valor, aun cuando precios y valores no sean idénticos. Es porque el precio–valor de mercado, ayuda al burgués a orientarse cuánto tiene que recuperar en los precios finales de venta, lo que fue extraviando en cada una de las “equivalencias”. Lo angustiante para el capitalista es que si el precio/valor de mercado puede ser un “faro” que lo guíe más certeramente, que sus propios precios de fabricación, la homologación de su precio de producción con los precios–valor de mercado, incuba otra merma.
En ese ítem, el admirado por Engels, reconoce que si el precio de fabricación de un capitalista no se aproxima a los precios/valor de mercado, sufre una pérdida. Es uno de los puntos que nos animan a esgrimir esta visión de la ley del valor en Marx.
Lo que es sisado en la traducción del precio de producción a precios–valor de mercado, debe indicar un “salto cuántico”. Podemos atribuir que la merma se encuentra en 1, 30. Así pues, la equivalencia es: precio de fabricación = (precios–valor de mercado) – “Δ c” [3], o precio de producción = (precios–valor de mercado) – 1, 30.
Aunque el alejado de Arnold Ruge no lo dice, parece que el precio/valor de mercado lo establecen el mercado mundial o los mercados regionales.
Uno de los otros precios nodales en Marx es el precio de mercado que, en contraste con los precios–valor planetarios o zonales de mercado, es más puntual.
La otra serie es: precio/valor de mercado = precios regionales de mercado – Δ d [4]. La divergencia o “clinamen”, entre los precios–valor de mercado y el precio local de mercado, debe ser acentuada, por lo que la incertidumbre es mayor. Creemos que podría ser de 3, por lo que la homologación quedaría: precios/valor de mercado = precio zonal de mercado – 3.
Por último, vienen los precios finales de venta. Como tal precio llega tras una cascada de precios, la inexactitud y lo que se merma, es significativa. No sería caprichoso imaginar que la incertidumbre de lo que se pierde es igual al monto que obtenemos de sumar las cifras estimativas: 0, 10 + 0, 60 + 1, 30 + 3 = 5.
La “equivalencia” entre precio local de mercado y los precios de venta, dan una resta de 5: precio zonal de mercado = precios de venta – Δ e [5], o precio local de mercado = precios finales de venta – 5.
Sin embargo, el sisado que emerge de las “igualdades” que van de los gastos en chronos y faenas, al precio de venta…, es un 10 de “entropía” o pérdida que puede recuperarse en los precios finales de venta, aun cuando no globalmente.
Coda4: En lo se vincula con la cuota de beneficio, es ineludible agregar correctivos a la fórmula del amigo de Engels.
Uno de ellos, se entronca con la plusvalía. Cuanto menos se abone en salarios, el plusvalor se incrementa. Ocurre que indirectamente, el capital variable (c v), padece una sisa, a causa de que los salarios compran mercancías que, por lo descrito, sufren una resta.
La plusvalía se incrementa relativamente, y es sisada, también en forma relativa.
En virtud de que ignoramos ese aumento del plusvalor y su merma, el numerador de la ecuación de la tasa de lucro es: (pl + Δ pl) – (Δ f).
“Δ f” es un porcentaje indeterminado e indeterminista que se extravía, siendo Δ f la cantidad de plusvalía que no se atrapa completamente y que se genera, pero que no se acumula.
Otro de los parámetros es el referido al capital constante y a lo que se destina a salarios (c k + c v). En virtud de que el capital constante está integrado por mercancías que sufren de una pérdida incierta en la equivalencia entre sus insumos y el dinero, y de que los salarios son homologables a valores de cambio, la ecuación debiera ser: [(c k – “Δ h”) + (c v – Δ j)]. Es empleada la “h” porque la g es para la cuota de beneficio, y eludimos la “i” a causa de que es una vocal que es el signo para los números imaginarios.
A su vez, la antigua fórmula padece otra sisada que es viable de calcular de manera aproximada: [(pl + Δ pl) – (“Δ f”)] / [(c k – “Δ h”) + (c v – “Δ j”)] – [Δ m]. Es esquivada la “k”, porque ya fue inserta en la ecuación; se elude la l a raíz de que puede ser “sinónimo” de ucro.
La fórmula puede ser como la detallamos o puede ser una ecuación matricial, de las que gustaba Piero Sraffa, sin más sustancia que la intimidación al lector con artificios matemáticos sin fundamentos agudos (http://www.salta21.com/Piero-Sraffa-y-el-barbado-de.html), o en el sólido estilo de Anwar Shaikh.
Lo que implica que en el orden burgués, es suscitado plusvalor, sin que ella pueda recuperarse en un 100 %. Asimismo, no se produce capital (fijo, circulante y fijo–circulante), sin derroche; hasta las mercancías que consumen los oprimidos, tienen en su ponderación, una merma, por lo que la plusvalía que se les sangra es mayor que la que sería de otra guisa. En complemento, no se realiza la tasa de ganancia sin una pérdida.
En el “statu quo” burgués, no se modelan valores de uso, y no se traduce la plusvalía en ganancia, con una eficiencia idéntica al 100 % y la cuota de lucro no pauta el movimiento del capital, sin un derroche.
No obstante, la vieja tasa de beneficio se aprecia como una fórmula propuesta para condiciones ideales en la dinámica del régimen burgués, en la que las mercancías pueden equipararse al 100 % en dinero, y en la que el plusvalor se convierte al 100 % en lucro. En esas condiciones ideales, perfectas, se mantendría la antigua cuota de ganancia y las ecuaciones vinculadas a la tasa de plusvalía, entre otras.
However, hay que aceptar que tales condiciones ideales, abstractas, de “modelo” matemático puro, chocan con lo que el mismo Karl opina, cuando informa que los precios divergen de los valores y que por ende, el valor no se traduce al 100 % en dinero.
La cuota de beneficio directa, matricial (Shaikh) o no –Marx–, sería: Tg = [pl / (c k + c v)].
La cuota de lucro con imponderables, quedaría: Δ Tg = [(pl + (“Δ pl”) – (Δ f)] / [(c k – “Δ h”) + (c v – Δ j)] – [“Δ m”]
Un problema adicional lo es el del descenso de la cuota de beneficio.
Si estamos seguros de que el plusvalor no puede homologarse al 100 % en moneda, pero desconocemos el porcentaje exacto y no lo podemos averiguar porque es una cantidad que el sistema vuelve indeterminable, es factible que la caída de la tasa de lucro, al acunar montos imponderables, no pueda detectarse en un 100 % de eficacia, excepto por estimaciones…
No podríamos comparar con un 100 % de certeza, cuánto bajó la cuota de ganancia con respecto al descenso anterior. Eso a su vez, implica que sería imposible determinar con un 100 % de seguridad, si la tasa de beneficio está cayendo o no.
Lo precedente significa que el clinamen de la cuota de lucro es un descenso que lo es como “tendencia”, porque no únicamente, no acontece de manera automática, sin elementos que estabilicen la tasa de ganancia, como lo intuyó el melancólico poeta solitario Karl, sino que la caída se puede evaluar secularmente. En menos de un siglo, el descenso de la cuota de lucro es muy complicado de establecer con alguna certidumbre de importancia. Es que la baja de la tasa de beneficio, con los componentes que la sisan, ocasiona que la caída sea menor, más laberíntica de lo que está implícito en la fórmula “arcaica” y menos perceptible.
No apreciamos ningún inconveniente en lo que enarbolamos, ni lo que decimos es la confesión de las contradicciones en las que aparcan los marxistas que sostienen obcecadamente, la vigencia de la cuota de ganancia y la de su descenso.
Lo que concretamos fue introducir factores incuantificables, “borrosos”, sin divisorias claras, con discontinuidades Y contigüidades, para “transformar” la vieja tasa de beneficio, en una expresión con elementos de incertidumbre, a tono con un Paradigma de la Complejidad, aunque no a lo Morin, ni a lo Guattari –http://www.youtube.com/watch?v=HkqmpcOHk1Y–, ni a lo Negri [http://www.tvpublica.com.ar/articulo/entrevista-a-toni-negri/ (el que fue, casi desde siempre, un furioso anti marxista que, por el marketineo y macaneo cultural, figuró como “vedette” marxista), sino de acuerdo a Karl. A su poesía, que será protestada por no ser cuantificable. Por no ser de procedimientos económicos rigurosos, al estilo de las pobres carreras de “Ciencias” Económicas, que lanzan al mercado, talibanes para evaluar, calcular lo que es imposible de reducir a parámetros econométricos, salvo con un porcentaje de indeterminación que ignoramos si es grande o pequeño, pero que está ahí para decirnos que no todo lo económico, es economía y que no todo lo social, humano, puede esmerilarse a cifras. A dinero. A dinero y precio.
Habiendo mandado sendos e–mails a los Doctores Rafael Henao, de Colombia, y a Paulo Alves de Lima Filho, de São Paulo, Brasil, el profesor colombiano me dijo, el 21 de noviembre a las 11, 53 hs., cuando caí paciente con dolores que ninguno ve, en un Hospital, por lo que parece que fue fiebre amarilla y que no pasó a mayores, a raíz de que desde 2009, estaba vacunado contra la enfermedad tropical…, que era impostergable contar con lo enmarañado de las innumerables ramas de la producción, que se entretejen en “red”:
Es así que “… la producción (global … aumentó) considerablemente.
Si … muchas actividades productivas (decaen) … , otras (entran con ímpetu) … y … poder (en el) mercado.
(En el plano) micro y sectorial, (quizá sea computable) … , la disminución y pérdida (global) de (lucros), pero, (en el) nivel … macro, debemos encontrar una metodología más convincente para (detectar esa baja). La innovación, que cada vez es más (sustancial), está arrojando altas (cuotas) de lucro que pueden compensar las pérdidas de aquellas actividades …” en las que es oneroso mudar la plusvalía en ganancia al 100 %.
“Otro aspecto que se debe mirar, sobre todo en estas economías que vienen …” desenvolviéndose en entramados de producción con una fuerte tecnificación, “… es que si el mercado se está estrechando … para (algunas) actividades, se está ampliando … para la informalidad, para el rebusque, para la supervivencia …” Y como sabe Ud., eso es un componente que retrasa el “clinamen” de las tasas zonales y mundial de beneficios.
– Glosa5: Parte de lo enunciado en cuatro, abarca a las asociaciones en las que hubo economía, sea que las comunas se manejaran con el intercambio de dones, con la búsqueda de lo necesario sin preocuparse de administrar la luz diurna, con los costos en tiempo y labores o con los gastos funcionando en calidad de norma valor…, tal que la riqueza no se indujo sin pérdidas [López, Octubre de 2013: 137–138 (mi última obra no libro y que no libro).
Por eso, los ecotipos que asomaron desde que existió lo económico en cualquiera de los aspectos que señalamos, fueron sociedades en las que los valores de uso se produjeron con derroche.
Agregado6: ¿Implica que en el socialismo o en el comunismo, el tesoro será suscitado sin “entropía” en su génesis? Probablemente, no, pero en asociaciones en las que los agentes estén emancipados y tranquilos, las pérdidas para inducir valores de uso serán quizá, las que se enlacen con la entropía termodinámica y un poco más que ello.
Puede que por igual, no se pueda eliminar la incertidumbre de lo que es derrochado en la producción de riqueza. However, es factible que la ignorancia en torno a lo que se pierde en la modelación de valores de uso no sea tan inmanejable e importante, como lo fue hasta ahora.
Las cantidades sisadas no podrán ser tabuladas en horas, a causa de que no dependeremos de “khrónos”, ni en dinero ni en precio, en virtud de que habrán sido eliminados.
¿Cómo se calculará lo que es derrochado? Tal cual lo abocetó en una ocasión el General, los que afronten esa cuestión, son los que darán una respuesta.
Desvío o clinamen
Anticipamos que abandonaríamos, al menos, momentáneamente, en un tiempo sin futuro, término u oposición, o sea, por un “lapso” que suele calificarse de indeterminado, la escritura, lo académico, lo universitario, el Discursoamo y de Amo de lo intelectual – http://www.salta21.com/Poemario-clandestino-los-escritos.html.
Pareciera que contradecimos lo que adelantamos, pero lo que acontece es que los textos que se están diseminado desde 2013, son las obras que quedaron pendientes de esparcir previo a que eligiera, por dolores insondables, no hablar ni escribir. En ninguna lengua; con ningún recurso, enuncié en alguna ocasión.
De cualquier forma, diseminar luego del “final” lo que correspondía que se publicara antes y que es esparcido después de lo que debiera llegar a una conclusión, es una estrategia consciente para que haya, no deje de existir, una rapsodia bohemia que prolonga un ocaso que arriba queda, tranquilamente, a su final. Como en una despedida que se extiende. Tal cual Jacques-Marie, lo habría buscado con su Seminario. Libro 25 al que denominó El momento de concluir, para seguir con al menos, dos obras más.
A pesar de lo anunciado, ¿qué es un final? ¿Es sin más ni más, lo que termina? ¿Y qué es lo que acaba? ¿Lo que se dice que termina, en el final?
La paradoja de enunciar que habrá un ocaso, diciendo que existirá un final mientras lo que acaba no termina, ¿no nos autoriza a ir allende el ocaso? ¿No habría distintas clases de finales?
¿No existen “espesores” en los tiempos de “un” final o de lo que así se nombra?
Lo que termina o lo que se acaba, ¿implica o se complica con una senda, con un camino que se bloquea e impide ir más allá? Más allá; ¿más allá?
¿Es una renuncia? ¿Es la declaración de una promesa como renuncia, cuando se dice “expreso que no diré nada, luego de enunciar que esta oración es el final”?
Aprendí que hay estados de ánimo, sin Generales, sin Estado tampoco, del alma o de eso que encarcelamos así, como declama Gelman, en conexión con lo que se siente que es un ocaso, varios finales.
En noviembre de 2013, me ubico de manera distinta con respecto de lo que imaginaba que era mi declive, a como me encontraba en el instante en que proferí que terminaba con un final.
Había enunciado que no sabía si iba a re comenzar. Quizá, esté re iniciando otros devenires, en antiguos movimientos. ¿Por qué no? Porque ¿no?…
¿No pueden re comenzarse el ocaso, los finales? ¿Tales re inicios de lo que acaba, no se incluiría en los finales? ¿No serían parte de lo que acaba?
Lo que me ofreció la entrevista en la que decía que mis poemas eran lo último de mí que se publicaría, es que hay disímiles tipos de ocasos y formas en que algo se termina.
Mi final no fue como lo confesé. ¿Eso es todo? Lo ignoro.
A propósito y alterando el registro de lo que adelantamos, en el Seminario 25, además de sentenciar lúcidamente que el Fantasma es aquello a lo que se tiende en cuanto ideal o que es una aspiración, Émile dice que errar, contradecirse, equivocarse, es provechoso, sano y “normal”:
“… Quisiera equivocar … y (usar) la escritura para (equivocarme) … (Necesitamos) … del equívoco en el análisis …” Es que el terapeuta es un “retórico”; es “… un ‘retor’ … que ‘retorifica’ …”, que plantea un desafío, un reto y “… que rectifica …” Pero en simultáneo, el psicoanalista es “… un reto R …”, en el sentido múltiple de que el analista desafía lo Real en el paciente, sacándolo de sus seguridades, de sus “… rectas …”, y en el aspecto de que el psicoanalista es lo que obliga al paciente, a mirar cara a cara su R, su Real. El analista es lo Real para el paciente, lo que explicita su R.
Por su lado, el psicoanalista y el Psicoanálisis, “retorifican”.
Y yo retorifico con Émile, lo Real del prusiano y la R de quienes lo convirtieron en un “perro muerto” –esa R podría ser, agrego, la de la “Revolución” (la R de las insurgencias que nos zurfilan y que aplastamos en nosotros mismos, en un asalto comandado por los Militares más reaccionarios, conservadores, autoritarios y fascistas que se levantan dentro de nosotros y que son, tristemente…, nosotros).
Llego aquí para equivocarme, con relación al juicio de gente como los leninistas, los no marxistas, los anti marxistas, los superadores de Karl, los marxistas de puñal, los Weber, los Guattari, los Toni Negri, entre otros, acerca de lo que fue un Marx posible. Lo Real de Karl y la “R” de los que lo quieren olvidar.
Procuramos articular, en medio de tantas erres, “retorificaciones”, de polisemias y de yerros, uno o varios ensueños, de Inconsciente emancipatorio, que anidarían en cierto rechazado por su yerno von Westphalen, a causa de la hija, de Jenny, a quien Marx se atrevió a solicitar en matrimonio, para escándalo del padre de la novia.
En el Inconsciente, y más si es como el de Karl…, se nos revela “… que no se sueña únicamente cuando se duerme …”
Lacan, Jacques-Marie Émile (Marzo de 2005 y): El Seminario. Libro 25. Es momento de concluir. 1977–1978, p. 2. Traducción que figura en
http://www.agrupaciondco.com.ar/biblioteca/Lacan%2C%20Jacques%20-%20Obras%20Completas/30%20Seminario%2025.pdf
[http://www.agrupaciondco.com.ar/biblioteca/index.php?dir=Lacan%2C+Jacques+-+Obras+Completas (home)], entre otras páginas web. Junio de 2012.
Oscuridades; claridades. La espalda de Marx…
Estimados Lectores:
En las fotos, en cualquiera de ellas en las que se asome de frente o más o menos, en una posición de esta guisa, como en aquellas fotos que le tomaron al amigo de Engels, con todas las resonancias de la palabra tomaron…, se «oculta» la espalda, que es como nuestro otro lado, del cual no queda sino fantasear y elaborar Fantasmas, en el sentido en que se define en la nota que apostillo.
Declarando y declamando que uno de los horizontes del artículo era plantear visiones distintas a lo que se esparció incansablemente, incluyéndome, alrededor de la regla valor, de la cuota de lucro y de su tendencia a la baja, lo que me interesaba era esgrimir que en un pensador como Marx, habrá siempre más de lo que aflora en la superficie de sus fotos que enfocan su rostro y una mano metida en su frack, como si Heinrich fuese Napoleón.
Quedará su espalda, lo que no se ve en tales fotos y que hay que alucinar, inventar. Que es aquello que denominé en otras obras anti libros, como «irracionemas», locuremas, «chiflademas». Y es que los textos, la escritura del suegro de Aveling, no eran de una pieza, unívocos, sin desniveles, sino que eran estratos, «hojaldres», arlequines de Picasso.
De ahí, que por el carácter del Objeto mismo de nuestras pesadas y monótonas elucubraciones, el hablar en redor de Marx, no pueda ser tampoco, una escritura simple, lineal, sencilla, carente de «estratos». En virtud de que el Objeto de investigación es emarañado, las cosas dichas –Bourdieu– sobre él, acerca de Karl, deben ser intrincadas.
Por eso, aquí se podría repetir lo que alguna vez, tipeó Pizarnik, en tono de advertencia, sobre que ella no hablaría, escribiría como los otros (http://www.youtube.com/watch?v=xqQvBUwSdvk). En lo que hace a Marx, no podré tipear lo que se dijo como fue enunciado.
Lo anterior, nos conduce a los lugares de enunciación desde los cuales hablo.
Si, en la escala en que intentamos desmarcar a Heinrich de lo que se lo obligó a proferir y que consideramos que no es el Marx que nos agrada…, decimos lo que enunciamos, buscando ser lectores atentos de Karl.
Efectuamos una decodificación que se encuentra en el espacio del síntoma, de los dolores que ninguno ve, de las angustias, de las fiebres que se desatan. Implementamos una «lectura sintomal» (Althusser) de un nombre que provoca desconyunturas, síntomas, vaivenes, desencajes, rescatando una que otra idea oxidada, olvidada, para re elaborar un Marx posible.
Pero los «topos» de enunciación desde los cuales hablamos, no siempre están claros, seguros y tal cual lo dijo Alejandra, respecto a alguien que le solicitaba amablemente, que le explicara qué procuraba con sus versos, quizá ella también necesite alguien que le esclarezca qué es lo que deseó ventilar. Bien; a mí, sin ánimo de comparación y en cuanto soy un lector sintomal de Heinrich y de unos cuantos más…, me haría falta que alguien que vislumbrase mejor que yo, aclarase qué diántres es lo que intento enunciar en mis cosas dichas –y no es un macaneo… (¿por qué se habría que alucinar que sé completamente, lo que querría ventilar y que domino los espacios de enunciación desde los que hablo?).
Para despedirme, repetiría una sección de un bello y conmovedor poema de Gelman: «… yo no sé nada; no veo nada … Soy menos real que la mesa donde como …» –http://www.youtube.com/watch?v=GVNbaiWPJ1w.
Extravíos (en el múltiple significado de ser lo que se pierde y en el de ser lo que está loco, fuera de sí, extraviado o perdido):
Hablamos
a sombras
que no escuchan
y que se apropiaron
de nuestros
ojos,
pulmones,
respiración,
luego
de ser asfixiados
con la débil
luz
de estrellas
infinitas
Aun sin el valor…
Apostilla fuera de glosa:
En una de sus cartas, Marx enuncia respecto de sí, una cuestión que estremece y que es que, a pesar que él, Karl, no haya dicho jamás una palabra sobre el valor y lo que se asocia con ello –la ley del valor y la cuota de lucro–, su análisis psicoanalítico sobre el capitalismo, seguiría siendo útil.
Démosle pues, la razón a los economistas como Sraffa en torno a que la tasa de ganancia como la hipotizó Marx, guarda inexactitudes que se enmiendan con matrices; otorguémosle, la certeza a los economistas que desde principios del Siglo XX, vienen riéndose de la norma valor. Karl mismo lo había previsto…
Eso no quita, que lo que permanezca del estudio del orden burgués, siga vigente, aunque haya economistas que digan que si se abandona la ley del valor y la cuota de beneficio, se derrumba todo lo que Marx enunció del capitalismo, que para millones es un economista de la época de Juan Manuel de Rosas o de los gauchos estilo «Juan Moreira».
Karl demandaba una revolución que era en desmedro de las clases y del resto de los segmentos colectivos; que era contra el Estado; que era en desmedro del empleo del dinero y de tabular el mundo, en precios; que era contra el tiempo o en desmedro de lo temporal, en cuanto prisión; que era contra la existencia de estructuras que limiten o estructuren a los individuos; etc. Era La Revolución. Pero no por absoluta y global, menos provisoria e inestable.
En el Anti–Dühring, se expresa que puede que los hombres sean nomás, una porquería, a causa de que acudimos a medios violentos para amansarnos y porque no dejamos de ser animales. Animales feroces (el empresario de Manchester, antecesor de Nietzsche…).
Previo a continuar, habría que decir que no leninistas y comunistas consejistas como Paul Mattick, eran de la opinión de que la norma valor era ley del valor de cambio y en consecuencia, una regla para calibrar las mercancías altamente desplegadas. Esto es, que la norma en juego era una ley del valor de cambio que se aplica únicamente, en el orden burgués [Mattick, Paul (1975): Marx y Keynes. Los límites de la economía mixta. México, Ediciones Era].
Continuemos.
Los que declaran caduco al amigo de Engels, se expresan como los pacientes en terapia, según enuncia Lacan:
en las sesiones en que nos aburre con su letanías, el analizado asume rápidamente, que “… posee (una cierta emancipación) …” No se percata que de la libertad de la que se cree garante, es una andrajosa emancipación “… de que (al menos, en la situación de terapia,) puede hablar como un (Opresor) …” y que por consiguiente, eso que el paciente alucina que es poder decir lo que se le viene en gana, exige de parte del analista, un inmenso trabajo para que el analizado no se encierre “… con el deseo del Amo …”, ni con “… las relaciones (entre Opresor) y Esclavo …”
Quizá con esa faena hercúlea, el psicoanalista “… desencadene (el) movimiento …” por el cual el paciente no coloque al analista en el lugar incómodo del «sujeto supuesto saber» y así, pueda emanciparse de los Amos: de él como paciente, que puede anhelar buscar ser un Opresor; del terapeuta que idénticamente, puede desear ser un aspirante a Déspota, lo que incentiva en el analizado, su sumisión al psicoanalista como Tirano que conoce y que oprime con lo que sabe.
En la sesión, el paciente debe cortar con la interacción que ocasiona que se quede atrapado en la dialéctica del Amo y del Esclavo, interacción que es confortante.
Aun así, la liberación, si es de lo que se trata…, no está garantizada –reconstrucción de una página compleja. Ir a Lacan, Jacques-Marie Émile (Marzo de 2005 q): El Seminario. Libro 17. El reverso del Psicoanálisis. 1969–1970, p. 19. En http://www.agrupaciondco.com.ar/biblioteca/Lacan%2C%20Jacques%20-%20Obras%20Completas/20%20Seminario%2017.pdf [en (http://www.agrupaciondco.com.ar/biblioteca/index.php?dir=Lacan%2C+Jacques+-+Obras+Completas)].
No vendré yo entonces, ni a ser analista que oprime, ni paciente que desea una emancipación asegurada, ni a bendecir, desde ningún «lugar de enunciación»…, cierta dialéctica entre Amos y Esclamos -no hay lapsus; dije Esclamos porque casi todo oprimido es un Tirano en potencia [y el «odio de clases» leninista, no hace mucho para evitarlo… (http://www.youtube.com/watch?v=lHL6Vczh2NE&list=PL0110AAFE50D0834A)].