La carta
Su Santidad Papa Francisco
Quien suscribe, Andrés Suriani, en mi calidad de ciudadano argentino y particularmente como vecino y representante de la Ciudad de Salta en mi condición de Concejal de la misma, tengo el honor de dirigirme a Ud. con el objeto de precisarle información concerniente a la resolución que prontamente adoptará el máximo tribunal de justicia de la Nación Argentina con respecto a la demanda judicial que se solicita se declare la inconstitucionalidad de la educación religiosa en los establecimientos públicos de enseñanza en la Provincia de Salta, reclamo judicial formulado por la organización ADP – Asociación por los Derechos Civiles- ONG con sede en Buenos Aires que en su historial denota una negación permanente a cualquier manifestación religiosa, valiéndose de un par de padres de alumnos salteños para legitimar su pretensión.
Como es de su conocimiento, la provincia de Salta vive una profunda religiosidad, que no solo se cultiva en el fuero interno de las personas sino que trasciende a los diversos ámbitos de la interrelación humana, la religión como ordenadora social, del credo que fuere, constituye una fibra íntima de la identidad salteña. Esta religiosidad se manifiesta en numerosas celebraciones católicas que a lo largo del año se realizan en nuestra Provincia, debiendo señalar principalmente a nuestros santos patronos el Señor y la Virgen del Milagro, convocatoria multitudinaria reconocida mundialmente. Claro está que además existen múltiples festividades de los diversos credos, con gran adhesión y presencia en nuestra provincia.
Pero al margen de ese innegable fervor latente de religiosidad que vive la comunidad salteña, deseo expresar mi convicción de que toda minoría, de la índole que fuere, merece el respeto y resguardo de sus derechos, pero ello no implica que se puede aceptar que bajo esos pretextos dichas minorías impongan sus concepciones a toda una comunidad.
Si bien rigen contundentes normas legales de orden constitucional, en el plano federal y local, que le aseguran el derecho a los niños a recibir educación religiosa en los establecimientos públicos de enseñanza y el pueblo salteño en su inmensa mayoría desea que esta se mantenga como una obligación del Estado, se produjo una gran desinformación con respecto al litigio legal que debe resolver la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y a la par también existe un claro intento de muchos medios de comunicación y factores de poder que pretenden ocultar y relativizar la gran trascendencia que tendrá dicha cuestión. Toda esta situación de peligro concreto para la integridad de nuestros valores religiosos hizo que se produzca una importante repercusión social de particulares y diversas organizaciones que desean que se mantenga la educación religiosa en los establecimientos públicos.
Por medio de la presente misiva es que transmito a Su Santidad, las diversas actividades, convocatorias y actos de difusión que estamos haciendo constantemente con el objeto de que operadores judiciales que no dimensionan la realidad religiosa de un pueblo, hagan lugar al pedido de unos pocos padres de alumnos y logren su cometido, impidiendo que miles de chicos salteños que asisten a la escuela pública reciban la educación religiosa que sus padres desean.
Es mi anhelo, y el de miles de salteños, que los ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, quienes deben determinar lo incuestionable y sagrado del derecho que tienen nuestros estudiantes a recibir educación religiosa tengan absoluta comprensión de la importancia de la formación en valores religiosos para los niños salteños, lo cual está respaldado en la Constitución de la Prov. de Salta que en su Art. 49 consagra el derecho a los padres para que sus hijos reciban en la escuela pública la educación religiosa que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
En el convencimiento de que dichos funcionarios judiciales tengan cabal dimensión de lo que están definiendo con sus votos, es que espero que la presente comunicación obtenga eco y coincidencia en el pensamiento del Santo Padre.
Con los mejores deseos para Su Santidad, me despido respetuosamente.
Andrés Suriani