– Asociaciones de consumidores piden un boicot para controlar los precios de los cortes vacunos en Argentina.
En Argentina, asociaciones de consumidores llamaron a los ciudadanos a dejar de comer bifes, chuletas y tiras de asado por una semana… para lograr que bajen los precios.
El boicot tiene por fin, ejercer presión para que se controlen los aumentos en los precios de los cortes de carne, que se han disparado en más de 25% en los últimos 15 días.
Para el país que es el principal consumidor mundial de productos vacunos, la propuesta implica un cambio de hábitos, aunque sólo sea por siete días.
«Buscamos que los consumidores tomen una posición activa frente al aumento desmesurado. Ellos tienen un poder muy importante, aunque normalmente en Argentina no se ejerce, que es el de decidir no comprar», dijo a BBC Mundo el dirigente socialista Héctor Polino, ex diputado e impulsor de la medida a través de la Asociación de Consumidores Libres.
La propuesta busca así anticiparse a lo que podría ser una crisis mayor: la pérdida definitiva de poder de compra ante una inflación incesante en el rubro de los alimentos.
«Si el lomo aumenta a 70 pesos (unos US$18) el kilo, muchos de los que hoy lo consumen simplemente tendrán que dejar de comprarlo porque no podrán pagarlo. Aunque no sé si el boicot es la salida, la política de precios de la carne se ha convertido en un problema para el bolsillo», reconoció ante BBC Mundo un portavoz del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCV).
Desabastecimiento
Los datos oficiales del cuestionado Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) arrojan un incremento de 7% en la carne en lo que va del año. Pero en las estimaciones de consultoras privadas, el principal alimento de la dieta argentina se consigue a precios 40 a 50% más altos que los de diciembre pasado.
Según los expertos, hay una razón que explicaría los incrementos: la falta de hacienda suficiente para satisfacer la demanda del mercado interno.
De acuerdo a las estadísticas del agro, el stock vacuno en 2009 fue de unos 50 millones de cabezas, 2 millones de animales menos que el año anterior.
Y en un país que lleva a la mesa 75 kilos de derivados vacunos por habitante al año (en un promedio que, sin embargo, no refleja las diferencias de consumo de los distintos sectores sociales), la carne que hay hoy disponible obligaría a recortar la ingesta media a 50 kilos.
Las razones para explicar el fenómeno son variadas, desde la merma en el nacimiento de terneros por la sequía de los últimos dos años hasta el proceso de «sojización» del campo, por el que muchas hectáreas que antes se destinaban a la ganadería ahora se usan para plantar la más redituable soja.
Pero, al mismo tiempo, las estadísticas de consumo en Argentina marcan un aumento de la demanda en carnicerías y supermercados. Analistas consultados por BBC Mundo lo adjudican, entre otras razones, a un incremento relativo del poder de compra de los sectores sociales más pobres, que accedieron a subsidios o planes asistenciales del gobierno.
Mayor demanda y menor oferta: la crisis de la carne está servida.
¿Cambio de dieta?
Por eso, el gobierno decidió intervenir en el flujo de exportaciones cárnicas, lo que produjo reacciones airadas entre los empresarios del sector.
Se espera que, en estos días, el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, anuncie además un acuerdo de precios máximos para algunos de los cortes más populares, como el asado.
Muchos señalan que las menciones dietarias de la presidenta Cristina Fernández en discursos recientes no fueron azarosas: la mandataria invitó a comer pollo, porque es más sano, y carne porcina, por sus propiedades afrodisíacas.
«La ingesta de cerdo mejora la actividad sexual… No es un dato menor, y es mucho más gratificante comerse un cerdito a la parrilla que tomar Viagra», expresó la presidenta, en un acto en la Casa Rosada.
Batalla del tomate
En las carnicerías, en tanto, los primeros resultados del boicot fueron medianamente exitosos: en una recorrida de BBC Mundo, los comerciantes confirmaron que las ventas habían disminuido en un 20 a 30%.
«Sabemos que el boicot no está destinado a nosotros, sino a los grandes frigoríficos y a aquellos que son formadores de precios, pero igual nos afecta. Nosotros no podemos absorber los aumentos que nos imponen, cuando nos venden una media res que antes costaba 7 pesos (algo menos de US$2) a más del doble», señaló Abel Fernández, responsable de un local en el barrio porteño de Palermo.
Como antecedente, los grupos de consumidores en pie de guerra tienen la «batalla del tomate»: una medida similar impulsada en 2008 ante un aumento abrupto del precio del fruto rojo. En cuestión de días, el valor del kilo se triplicó y la reacción en cadena de los consumidores logró que la mercancía volviera a sus valores normales en las verdulerías.
Sin embargo, para el consultor agropecuario Arturo Navarro, el boicot vacuno no será suficiente si no se implementan políticas de largo plazo para modificar la dieta argentina.
En tanto, empresarios de la carne anticiparon que los precios de sus productos bajarían recién en unos cinco años, el tiempo que les llevará recomponer la diezmada hacienda.
– BBC Mundo.com – 17.02.10