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domingo, noviembre 24, 2024

Capital se suma al club de subsidios al transporte

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JAIME Y MACRI POR LA MISMA VÍA

La ley de ampliación del subte porteño se armó sobre la base del modelo de la Nación. El negocio de Metrovías y Alstom. Marcelo Larraquy.

Crítica de la Argentina (28-05-08)

Mauricio Macri reproduce el modelo de la Nación. En la nueva ley de subtes, aprobada en consenso con el kirchnerismo, se observa la matriz: la Ciudad ingresa al club de repartidores de subsidios para el concesionario “amigo” e impide el aporte de capital privado para ejecutar las obras de las nuevas líneas, que implicaba asociarlos como nuevos concesionarios de las líneas H, G, F e I.

Es decir: la Ciudad se endeudará en 2.250 millones de dólares, hará los túneles, construirá las estaciones, implementará la señalización, comprará el material rodante y, una vez que la cinta roja esté cortada, cederá y subsidiará al operador de la línea. Metrovías corre con ventaja porque ya tiene el know how del negocio.

Objeción: la ley admite el gerenciamiento estatal del subte. Aunque sería raro. El antecedente es la nueva línea H, que en principio iba a ser operada por el municipio, pero fue cedida por la Ciudad en forma precaria a Metrovías.

Con su promesa electoral de construir 10 kilómetros de subte por año, Macri intentó lograr una financiación autónoma vía Banco Ciudad. La realidad lo obligó a pedir un crédito al BID –con el aval del Estado– para respaldar el proyecto, y también a un acuerdo político con la Nación. También lo obligó a respetar las reglas de juego preexistentes de la reformulación keynesiana de Julio De Vido y Ricardo Jaime (secretario de Transporte): el subsidio estatal.

Las omisiones de la ley son parte del acuerdo con la Nación. “La nueva ley debería reclamar el control y la administración del subte para la Ciudad. Los porteños nos vamos a endeudar para mejorar un servicio que hoy está colapsado y no vamos a poder controlar”, se inquieta Julio Balbi, director del Ente Regulador de Servicios Públicos.

La lectura del macrismo es más positiva. “Los cambios en la ley son una revalorización del Estado. La Ciudad ahora puede endeudarse para realizar la obra completa. El subsidio fue incorporado pero no es obligatorio. Aunque quizá sea necesario para tener una tarifa accesible”, refiere un vocero oficial.

El legislador porteño Martín Hourest también rebatió la ley: “Metrovías ya recibe 270 millones al año en subsidios de la Nación y no los invierte como debería en mantenimiento y seguridad. Nosotros vamos a subsidiar a un operador privado que encima no controlamos”, indicó a este diario.

De todos modos, nada está cerrado. La ejecución del préstamo del BID está detenida. “Sin préstamo, no hay obra posible. El panorama financiero cambió en los últimos tres meses y no por responsabilidad de la Ciudad”, indicó una fuente del Ministerio de Desarrollo Urbano.

Las actuales líneas de subte son controladas y subsidiadas por la Secretaría de Transporte de Jaime. La Ciudad pidió la transferencia, pero la Nación no cede el negocio. Jaime es la autoridad de aplicación de todo lo que hace Metrovías en el subsuelo porteño. Es el inspector y también el benefactor que eleva el subsidio según le reclama Metrovías, aduciendo “aumento de los costos de explotación”. En diciembre de 2005, la empresa de Roggio compró en forma directa 80 coches Alstom para la línea D –a u$s2.400.000 cada uno–, que pagó la Secretaría de Transporte. Coincidencia: Jaime también cerró trato con Alstom para el tren bala.

Pese a que existe una ley que autoriza al ente porteño al control del subte, en los hechos el ente es un televidente activo: anota las deficiencias del subte, saca fotos, abre expedientes, efectúa reclamos y confecciona multas que fueron avaladas por la máxima autoridad judicial de la Ciudad y ya superan el millón de pesos.

Pero Metrovías no le reconoce autoridad al ente ni paga sus multas. Sólo acepta los controles de la CNRT, que depende de Jaime. La Auditoría General de la Nación también elaboró informes críticos sobre el tenue rigor de los controles de la Nación, pero la AGN es como un oyente de radio: sus denuncias no alcanzan a conmover a la dupla Jaime-Metrovías.

El año pasado se gestó una pequeña escaramuza porque el ente denunció que el subte podría convertirse en un “nuevo Cromagnon”. La posibilidad de una nueva tragedia tuvo impacto mediático, pero se activó la red de protección nacional: Benito Roggio –accionista mayoritario de Metrovías– transmitió su molestia a Alberto Fernández y éste se la comunicó al ente: “Me parece bien todo lo que están haciendo, pero levanten un poco el pie del acelerador”, dijo, según revelaron a este diario fuentes porteñas. Por otra parte, en sintonía con Jaime, Macri no aprecia al ente porteño como instrumento de control. Incluso lo había hecho desaparecer en las modificaciones de la ley de subte, aunque finalmente subsistirá para calcular el sistema tarifario.

Si bien la Ciudad perdió entusiasmo para reclamar la autonomía de gestión del subte (a cambio de poder realizar las obras con aval de la Nación), sí ejecutará las obras que pagarán sus vecinos. El proceso de licitación quedará en manos de SBASE (Subterráneos de Buenos Aires), una S.A. del estado municipal. En 2006, SBASE fue objetada por la Auditoría de la Ciudad por pagar –con dinero público– obras de mantenimiento que correspondían a Metrovías. En la gestión Ibarra-Telerman el titular era Edgardo Kutner, un ex empleado del propio Roggio.

En la gestión PRO, fue reemplazado por Jorge Irigoin, un ex gerente de SOCMA y de Siemens, y colocado en SBASE por sugerencia de Franco Macri. Algunos mal predispuestos suponen que Siemens podría contar con información preferencial cuando se licite la electrificación de las nuevas líneas. Pero son detalles.

Córdoba tendría su metro

El 5 de junio se iniciará la licitación del subte en Córdoba, que tendrá 2 líneas. Fue anunciado ayer por Ricardo Jaime, oriundo de esa provincia. Ya hay un anteproyecto del Consorcio Metro Córdoba, integrado por las empresas Iecsa, de Angelo Calcaterra (primo de Mauricio Macri), la italiana Ghella y Alstom Transport, que ganó la licitación del tren bala. Presupuesto inicial: 1.100 millones de dólares.

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