Como sucedió con otras obras de la música universal, el estreno de la ópera fue un fracaso aunque luego fue reconocida como la obra maestra del prolífico Rossini, cualidad que mantiene hasta hoy. La obra es hilarante y la melodías rossinianas tienen espontaneidad y finura.
Apareció en escena por tercera vez en estos ultimo seis años Erzhan Kulibaev, el magnífico violinista nacido en Kazajistan y radicado en Madrid. Ya he hablado largamente de su enorme talento.
La perfección del 443 está destinada a un solista de alto tango y la orquesta local lo tiene en la figura de Cecilia Borzone, cuyo fraseo, ataques, ligaduras, cortes y lectura fueron deslumbrantes. Su entendimiento con el maestro visitante fue irreprochable y la compañía de un ripieno de veinte músicos brindó un marco lujoso para su inobjetable solo.
La obra es una de las escritas catorce años antes de su traslado definitivo a Leipzig, aunque ya revela el profundo conocimiento que Bach tenía del complicado contrapunto barroco. Hay una frase filosófica que dice todo: “la música de Bach da la idea del orden supremo de las cosas”.
Irreprochable la marcación de Yeny Delgado que llevó a la orquesta a una ejecución de una partitura más que interesante pensada para los diferentes cuadros del argumento, sabiamente ejecutados por el Ballet Folclórico.
Me permito breves comentarios. Este concierto didáctico me retrotrajo a la adolescencia cuando asistí a conciertos similares dados por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Tucumán bajo la dirección del inolvidable maestro Carlo Felix Cillario.
La semana pasada Klara Min se lució con Mozart y allí surgió la inevitable pregunta: cómo será su tarea en páginas del Romanticismo? No podía ser diferente. Su personalidad se deja adivinar en un gesto elegante, de alta mirada que conoce su arsenal de posibilidades ante un público que no la conocía ni de nombre.
Fueron páginas en las que arpegios, pizzicatos, glissandos ascendentes y descendentes fueron los principales medios con los cuales la intérprete transmitió su dulzura, su musicalidad, su etéreo toque en un breve repertorio mediante el cual fuimos apreciando su virtuosismo y los progresos técnicos de un instrumento muy atractivo.
Esta noche escuchamos dos muestras de esa escuela. La primera el concierto de Mozart con una iluminada pianista, la surcoreana Klara Min, de renombre en el mundo, sobre todo en Berlín y Nueva York donde vive.