Los niveles de concentración de dióxido de carbono en el aire están en sus mayores niveles observados en los últimos 650.000 años.
El dióxido de carbono (CO2) es un gas incoloro, denso y poco reactivo. Forma parte de la composición de la capa de la atmósfera más próxima a la Tierra (tropósfera) y que se miden en partes por millón (ppm) y produce lo que globalmente se conoce como cambio climático.
El CO2 troposférico aumenta por la actividad humana como la deforestación, los incendios forestales y la quema de combustibles fósiles, como por las emisiones emitidas producto de procesos naturales como la respiración o las erupciones volcánicas.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en su informe del año 2007concluía informando que “el calentamiento global es inequívoco y en un porcentaje altamente probable se debía a la acción humana», más en concreto, al aumento de las concentraciones en la atmósfera de gases de efecto invernadero (GEI), como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso es debido por “el empleo de combustibles fósiles, los cambios en el uso de la tierra y determinadas prácticas agrícolas”.
El dióxido de carbono (CO2) aumentó un 147%, el metano (CH4) un 259%, y el óxido nitroso (N2O) un 123%, según datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Estos incrementos hacen que el cambio climático sea más agudo, que las temperaturas suban y que los fenómenos meteorológicos extremos se multipliquen.
El CO2 es particularmente dañino en un contexto de calentamiento global porque permanece en la atmósfera durante siglos y en los océanos por más tiempo.
Los instrumentos de medición y los observatorios de la NASA son claros al respecto: En 2005 estas concentraciones rondaban las 370 partes por millón (ppm) a más y en 2019 han ascendido a 415 ppm, una vez eliminada la media cíclica medioambiental, según los datos del Observatorio Mauna Loa ubicado en Hawái, mucho más que en cualquier otro momento de los últimos millones de años. En las últimas dos décadas se ha disparado tanto la distribución global como las concentraciones territoriales del CO2 troposférico, ambas situándose por encima de las 400 ppm detectado por la Sonda Infrarroja Atmosférica (AIRS por su sigla en inglés) de la NASA.
El clima cambia, la acción del ser humano lo modifica
“Los satélites que orbitan la Tierra y otros avances tecnológicos han permitido a los científicos tener una visión global; han recolectado muchos tipos de información diferentes sobre nuestro planeta y su clima a escala global. Este conjunto de datos, reunido durante muchos años, revela signos de un clima cambiante”, según la NASA.
“El clima de la Tierra ha cambiado a través de la historia. En los últimos 650.000 años, se han dado siete ciclos de avances y retrocesos glaciales, con el abrupto final de la última era de hielo hace alrededor de 7.000 años, lo que marcó el comienzo de la era climática moderna y de la civilización humana. La mayoría de estos cambios climáticos se atribuyen a variaciones muy pequeñas en la órbita de la Tierra, las cuales alteran la cantidad de energía solar que recibe nuestro planeta. La evidencia científica sobre el calentamiento del sistema climático es inequívoca”.
“A mediados del siglo XIX se demostró que el dióxido de carbono y otros gases atrapan el calor. Su capacidad para afectar la transferencia de la energía infrarroja a través de la atmósfera es la base científica de muchos instrumentos que ha puesto en vuelo la NASA. No cabe duda de que el aumento de los niveles de los gases de efecto invernadero debe provocar que, como respuesta, la Tierra se caliente”.
“Los núcleos de hielo extraídos de Groenlandia, la Antártida y los glaciares de montañas tropicales muestran que el clima de la Tierra responde a cambios en los niveles de los gases de efecto invernadero. Asimismo, se puede hallar evidencia antigua en anillos de árboles, sedimentos oceánicos, arrecifes de coral y capas de rocas sedimentarias. Esta evidencia del clima antiguo, o paleoclima, revela que el actual calentamiento está ocurriendo aproximadamente diez veces más rápido que la tasa promedio de calentamiento que se dio tras las épocas glaciales”.
Conclusión
Los Gobiernos deben hacer más para revertir la dependencia de la energía proveniente de los combustibles fósiles, en línea con el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático de 2015. Los científicos ruegan a los gobiernos de todo el mundo que tomen las decisiones correctas y que lo hagan ya.
Sin una acción más ambiciosa para hacer frente a los gases de efecto invernadero, las consecuencias del cambio climático sobre la vida en la Tierra serán cada vez más destructivas e irreversibles.
– Imagen de portada: Niveles de concentración de dióxido de carbono- imagen NASA.
– Fuente: NASA/AAPN
– El autor es Presidente / Asociación Amigos de los Parques Nacionales (AAPN)
Experto Comisiones Mundial de Áreas Protegidas (WCPA) y,
Educación y Comunicación (CEC)
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)