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miércoles, octubre 9, 2024

Chile presentó “Los cuentos de Pedro Urdemales” en el Infinito

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Anoche vi las obras “Suerte de minas” (Tucumán) y las historias de un pícaro del folclore chileno en el Encuentro Escénico Teatro Infinito que se realiza en Salta por el 12º Aniversario del Salón Auditórium Dr. Rafael Villagrán, cuya directora, Ana María Parodi, ha logrado mantener, levantar y dar continuidad a lo largo de todos estos años. Hoy habrá más función de “Los cuentos de P. U.” a las 20 hs. en reemplazo de “Una mujer sentada” (obra que no llegó por cuestiones de salud de una actriz).

Eduardo Reyes Salas, actor y director de la Compañía Teatro Búfalo, es un comediante habilidoso, no sólo por la técnica que sobresale en el dúctil manejo de su cuerpo, sino porque sabe qué hacer – en el preciso momento- para atrapar al público de manera constante.

Pedro Urdemales es un pícaro que se lleva de trofeo cada engañifa de la que saca bastante provecho. Es un personaje de bajos recursos, un pobre, que usa la picardía para cambiar su posición , adquirir dinero y sobrevivir. Cansado de su mishiadura, saca provecho de cuanta persona “tonta” puede, para quitarle sus dinerillos de manera “legal”. Anda Urdemales escapando del diablo al que también logró engañar, aunque en cada acto Pedro carga su consciencia y esta pesa más que su porpia fortuna adquirida a fuerza de estafas.

reyes_salas.jpgUrdemales tiene su paralelo en la literatura española con El Buscón y Lazarillo de Tormes; y en la literatura argentina, con Vizcacha, gaucho degradado, quien interpreta que para sus propios fines conviene trampear y engañar a los demás. Es cínico, antisocial, ladrón y aprovechador. En la realidad estos estereotipos sociales tienen su representante en lo que los argentinos denominamos “viveza criolla”, un rasgo muy típico nuestro. La viveza criolla es frecuentada por todas las clases sociales: quien la ejerce se llama “vivo” y lo que hace son “avivadas”. Su comportamiento se basa en la mala fe, el engaño y la inmoralidad.

Jauretche retrató a un sujeto de “medio pelo” (En su libro El medio pelo) al que llamó “tilingo”, alguien que no está conforme con nada ni siquiera con él mismo. Lo único que lo hace feliz es su apariencia, mostrarle a los otros sus conquistas materiales. Sufre del complejo de inferioridad, la que oculta a favor de la ganada superioridad que le da su fachada. El tilingo vive de su “parada”.

El fanfarrón porteño viene representado de la mano de Isidoro Cañones, personaje de la historieta de Patoruzú.

La cuestión es que estos “vivos” necesitan un escenario, un acto, un guión y un gesto para demostrar su viveza criolla.

Este tipo de personajillos parecen convivir en el globo, tanto en la ficción como en la realidad. Urdemales no es la excepción, y hoy lo conocemos en esta obra teatral en la que Reyes Salas se convierte en un gran narrador, capaz de representar múltiples personajes en un ambiente lúgubre que subraya su gestualidad, sus contornos musculares, la voz que sale como si viniera del Averno y una marejada de acciones desopilantes que se combinan con un lenguaje que va de lo anacrónico a lo superficial con soltura inigualable.

El tratamiento de la deshonestidad no consiste sólo en engañar al otro para tomar sus “bienes” sino, en ocupar cargos de manera ilegítima sacando provecho de las circunstancias, es decir, cargos inmerecidos. Esta herencia se nota en el espectro político.

Y Urdemales -cuenta la leyenda- anda por ahí siendo político o actor, es la anécdota final…

Recordemos que el teatro es el arte del engaño, que consiste en hacer creer al espectador que lo que ve es real. Con esto juega el actor, junto a su partenaire que le hace los sonidos de su travesía en vivo, cuando pregunta “ven el cuchillo?” y la gente responde que “sí”, pero el actor descubre el engaño diciendo “no está ahí, gente!”. El teatro te hace ver el mundo que representa, ese es su gran engaño. Esto me recuerda al Quijote, quien nos mostró el mundo que él imaginaba. Un gran actor el Quijote.

Estos tipos sociales (el pícaro, el vivo, el fanfarrón, el tilingo; ¿el político?) seducen con su palabrería, su inescrupulosa manera de ser, su contagiosa artificialidad y representan, en palabras de Jauretche, una “máquina de defraudación”.

Eduardo Reyes Salas con su obra rinde homenaje a las personas que viven en la calle. Teatro de excelente factura artística

Un apartado para Suerte de minas

Ana Cecilia Perea, Micaela Rojas, Abril d Oliveira e Ignacio Hael actúan suerte.jpgen “Suerte de minas”, creación colectiva sobre idea original de Viviana Perea. Si bien el espectáculo resalta el humor, se vuelca más hacia la risa fácil y el show. La consigna estar bien si te separas, si eres gorda, si eres estúpida… se privilegia por sobre la construcción del ser interior. Los juegos con el público por parte de Argentina Mina (Ignacio Hael) y la actuación de “la gordita” salvan la obra del desastre. Los tipos femeninos que desarrolla a través de monólogos se basan en la superficialidad y pone el acento en remakes televisivos. Demasiado playback.

– Fotos tomadas por Salta 21

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