Histriónico y multifacético, el conductor impuso su estilo verborrágico en un país pacato. Pasó por el Parakultural y logró convertirse en el primer notero gay de la televisión, atrevido y malhablado.
Ronnie Arias nunca se detiene. Hace 30 años que viene en ascenso. Cantó, actuó, fue productor creativo de Susana Jiménez y Cris Morena. Les puso la voz a los alemanes bolones de Supermatch. Con la Radio Energy logró que la música electrónica deje de ser grasa y se hizo famoso. Luego le llegaría E! Entertainment, Kaos en la Ciudad y mucho más. Es imposible pensar en Ronnie Arias sin pensar en las paradojas del destino, de dónde salió, con qué yuntas anduvo y qué valores representa.
Se hizo de abajo, se fue de la casa a los 16, se cultivó en el under, mordió el polvo y nadó en el fango. Fue y volvió. ¿Qué extraño fenómeno hace que en un país pacato como el nuestro el primer notero gay de la tele, atrevido y malhablado, hoy sea uno de los tipos más auspiciados por las primeras marcas? Hoy es una de las personas más reconocidas y convocadas del medio, además de uno de los conductores de eventos más requeridos y mejor pagos. ¿Cómo logró este niño pobre convertirse hoy en referente de glamour y moda sin dejar de generar contenido?
¿Cómo explicarías que alguien con tu pasado esté tan identificado con la tecnología? Tenés, además, una marca muy importante que te sponsorea en la radio y en tv.
– Yo amo la tecnología, una vez entrevistando a Luis Alberto Spinetta en la década del ’80, me dijo que Sony es Dios… Hoy dios es Apple, Nokia. Hice de la tecnología una parte de mi vida. No sé cómo. Me interesa. Es el futuro, por donde va a pasar todo. La tv es un medio de comunicación antiguo y obsoleto. Todo pasa por la computadora. La radio, en ese sentido, ya le ganó a la tv.
Para mucha gente la tecnología puede representar ostentación, status, posicionamiento… ¿vos desde dónde le entraste?
– Sos libre. Cuando vos generás tu propio contenido nadie te edita, vos hacés lo que querés, decís lo querés, contás lo que querés. Eso me gusta de la tecnología. En 140 caracteres te digo lo mismo que te puedo decir en persona, pero reducido. Es un ejercicio para la mente y para todo. Creo que lo que permite la tecnología es el contacto con gente que no voy a ver nunca Yo me levanto y trabajo dos horas en la compu. Me meto en twitter. No tengo facebook, aunque tengo una fan page para comunicarme con los oyentes y para pelearme con la gente de facebook.. En twitter también discuto…
Ahora los blogs también habilitaron a la gente y llamativamente a los pibes a mostrar y hablar abiertamente su sexualidad. Vos fuiste pionero en esto.
– Más o menos. El Ronnie Arias de Kaos era un puto in your face, un personaje que iba con la homosexualidad al frente. Le decía conchuda a Mirtha, iba a la cárcel y yo les preguntaba cómo garchaban entre ellos. Se metía en el ejército y hablaba cosas terribles, cosas que nadie hablaba hasta el momento…
Me gusta esta idea de “un gay in your face”.
– Me gusta “puto”…
Vos lo podés decir porque sos el entrevistado. La reportera no puede decir malas palabras… ja, ja.
– A lo que me refiero con “puto” es que yo me peleo cuando “puto” es édem a “sorete”, a “mierda”… Yo les digo “decí culo roto que nos abarca a todos”. Fernando Peña generó en la gente lo de: “Decime puto lindo”. El decía está buenísima la palabra puto pero usala para decirme puto te quiero.
P ero la gente te grita pelado y no p…
– Porque creo que lo generé desde el afecto. Además Juan Castro fue muy generoso. Juan me hizo y me crió. Él le dio autoridad a mi personaje en Kaos hablando en la apertura y cierre de mis informes. Él me convirtió en pelado y no en puto. Después la TV intentó convertirme en el puto de la televisión, pero es algo contra lo que yo tuve que remar.
Fuiste el primero igual.
– Fui el primer gay que hizo de gay. Hubo actores antes que hacían de gay, pero eran heteros. La seguidilla fue así. Juan Castro lo confesó en Sábado Bus, Ronnie Arias en Kaos y Fernando Peña en la radio. Y yo trabajé con los dos. Fuimos la Santísima Trinidad de la homosexualidad. Juan fue el inteligente, el hermoso, el perfecto. El espíritu santo. Juan: Jesucristo que murió por nosotros. Peña fue el pecador; fue todos lo pecados del mundo. Y yo fui el hijo gay que toda madre soñó tener.
¿Cómo era Fernando fuera del aire?
– Yo lo conocía desde chico, antes del personaje. Era la persona más calida y cariñosa. Creo que la gente que se droga de grande la caga y Fernando tuvo ese problema.
Me gusta que lo digas. Todo el mundo lo ve rebelde sin causa, un provocador, una persona casi agresiva.
– ¿Casi agresiva? Muy agresiva. Fernando se volvió loco. El personaje de Dick Alfredo se lo comió. Era Milagros López y se lo comió el personaje de Dick. Yo creo que a él, en mi opinión personal, haber visto la participación de Gastón Trezeguet en Gran Hermano le quemó la cabeza. Él quiso hacer un reality de su vida.
Ustedes, a pesar de todo, siempre estuvieron el uno para el otro. A lo mejor a través de los medios él ejercía un maltrato sobre vos, ¿que sucedía en la vida real?
– Él me dejaba mensajes en el teléfono y me decía te amo. Cuando seamos viejos vamos a terminar viviendo juntos. Él tenía más miedo a la muerte que vos y que yo. Él jugaba, pero no se quería morir.
¿Y juan?
– Creo que Juan sí se quería morir. Ésa es la diferencia entre los dos.
¿Qué extrañás de Juan?
– Verlo. Ver a Juan producía todas las sensaciones del mundo. Ver a Fernando producía todos los miedos del mundo… (risas). Juan se comunicaba desde el afecto, Fernando desde la repulsión, y yo decía lo que todo el mundo pensaba. Fuimos, en definitiva, creo, los que abrimos la puerta para salir a jugar.
¿Cómo definirías la huella o el camino que se inició con Fabián Poloseki y Juan Castro, que les sirvió de modelo o inspiración a tantos programas periodísticos?
– Hoy ya lo hace cualquiera. Está tan manoseado el género vivencial. Eso fue lo que impusieron ellos y seguimos haciendo nosotros. A veces te dan ganas de llorar de la impotencia.
Y a vos te toca hoy hacer ese género en La Liga.
– Sí. Género al que amo. A mí la calle me gusta. Pero que esté tan manoseado, que se busque el impacto desde la violencia visual y no desde los sentimientos. El impacto le quita valor y me angustia ser un poco el pregonero del género.
¿Crees que Juan tuvo reconocimiento?
– No. Porque en ese momento lo que formaba la media del medio no lo permitía.
Todos hablan de lo que él hizo pero nunca fue reconocido ni siquiera por uno de estos “premios gauchescos”.
– Estamos rodeados de viejos vinagres… todo alrededor (risas). Creo que ése es el problema, pero como amamos esto…
Quiero volver a eso de que vos con Juan y Peña “abrieron la puerta para salir a jugar”. Quizá también fue una puerta que, una vez abierta, permitía ver más allá de con quién alguien se acostaba, si no qué tenía para decir, para dar, qué necesitaba. Desde ese lugar, ¿creés que contribuyeron para que hoy se pueda discutir socialmente la ley de matrimonio gay?
– No sé. Creo que eso es algo que trae la cultura occidental norteamericana y europea, es algo que trae aparejado la ley de herencia que no existe en el país. Creo que lo que nosotros hicimos también tiene que ver con lo general. Pasaba en España, pasaba en Inglaterra con Graham Norton, en EE.UU. con Ellen de Generes. El matrimonio gay tiene que ver con lo que se vive en el mundo.
Pero acá o en cualquier lugar del mundo las leyes se deberían condecir con las necesidades concretas de la sociedad.
– Sí, pero acá hay una ley de mierda que hace que si vos sos la segunda mujer de un tipo no veas un mango. Tiene que ver con la ley de herencias. La ley de matrimonio gay sería una ley casi inservible si uno pudiera compartir la vida con quien quisiera.
¿Pero no te parece que te da la posibilidad de igualdad? El mismo derecho que cualquier ciudadano. Yo no estoy casada, no entiendo por qué alguien querría casarse, pero simplemente quiero saber que tengo derecho a hacerlo. Tu libertad es tan importante como la herencia.
– Y más cuando pagás tantos impuestos como pagamos nosotros. Yo digo: “Ahh!, yo soy un ciudadano de segunda, entonces no pago más los impuestos, hasta que no me reconozcan como un ciudadano de primera”. Si vos fueras lesbiana, que adoptás o que tuviste un hijo con tu pareja lesbiana, que fuiste madre de vientre, te morís y la otra mina pierde a su hijo. Hace falta una ley de herencia que te valorice frente a la sociedad. La ley de matrimonio hace que te den una libreta. A mí me encantaría casarme con Pablo. Estamos juntos hace 15 años.
¿Por qué para vos es importante casarte, cuando para mí no lo es?
– Porque no hay una ley que diga que yo pueda compartir todo con Pablo sin que mis viejos o que los viejos de él…
¿Decís que depende de la buena voluntad de la familia?
– Exacto. Cuando murió mi viejo, apareció la primera esposa de mi viejo que era bígamo y todo fue a parar a la primera hija. Mi vieja, de 23 años, se quedó sola conmigo, mis cuatro hermanas y sin nada. El testamento no existe. Hoy por hoy sólo podés donar el 25 o 30 por ciento de lo que tenés a la persona que vos amás y lo demás va sí o sí a la familia. Encima si tu familia apela, gana. ¿Y si tu familia te dijo toda tu vida puto de mierda? Hoy por hoy yo quiero elegir quién es mi familia.
¿Adoptarías?
– Al principio decía que no. Pienso en las frustraciones que yo sufrí. Pero creo que hoy estoy preparado para tener un hijo. Creo que antes de tener un hijo hay que tener un perro, aunque suene horrible. Mi perra Yaya me enseñó a ser tolerante, a ser un poco mejor persona, a comprender. Un día cuando ya estaba vieja me di cuenta de que ella me había armado un esquema de vida. Me había sacado de todo, de mi vida de quemado drogadicto, me había generado una responsabilidad. Pero sí, hoy me gustaría tener un hijo. La nena es más linda de vestir que un varón.
¿Va a quedar solo en un deseo?
– Creo que Pablo no está preparado. Está más preparado para casarse que para tener hijos. Además él siempre me dice “¡primero los papeles!”. Volviendo al tema del matrimonio, creo que va a quedar cajoneado en el Congreso. Creo que todavía somos muy pacatos…
No sé si compartís conmigo que la gente está saliendo, de alguna manera, a defender y a pedir las leyes que creen que los representan. La marcha por un cambio de ley de drogas, el matrimonio gay, la ley de aborto, la ley de medios, todas leyes que representan las necesidades en la vida cotidiana. ¿Qué te parecen estas manifestaciones civiles reclamando por sus derechos?
– ¡Que existe la democracia! ¡Por fin el Congreso está trabajando! La gente se olvida de que todos pensamos diferente. A todos nos hace falta algo que defender. Antes se quejaban cuando no se podía decir nada. Ahora que todo el mundo puede decir lo que se le canta las pelotas también nos quejamos, ¡dejémonos de joder! El problema es que a veces esas personas que aplican las leyes responden a ciertos intereses que son una mierda, pero bueno, eso ya es otro tema. Lo importante es que se generen leyes y que cambien. Hoy por hoy no pensamos lo mismo que en los ’60, no vivimos lo mismo. La dictadura está muerta gracias a Dios. Si bien existen fachos, no hay un brazo armado que los represente.
Hablando de la dictadura, en esa época hacías teatro. ¿Era por opción u obligación?
– Siempre hice teatro por opción. Yo era un niño artista. Mi vieja es una bailarina frustrada en mí. Mi viejo, primo de Pepe Arias, era director de teatro. Y el marido de mi vieja, mi viejo del alma, músico. Con él conocí el jazz, el tango y el bolero. Alguien de la familia tenía que hacer algo con eso. En la dictadura podías actuar en barcitos o en pubs donde uno hacía pequeños shows y yo tenía mi propia banda. Las chicas del coro eran Divina Gloria y Victoria Suz. Cantábamos temas propios.
¿Te tenías que cuidar de algo en particular? ¿Lo viviste como una época peligrosa?
– No, no, estaba en un ambiente de mariquitas y no de intelectuales. Cuando me veían vestido por la calle me cagaban a trompadas. A mí la poli en la calle me pegaba por marica. En el ’78 era cadete en el microcentro y no la vi. Yo nunca me enteré de nada hasta que me enteré. Trabajaba de cadete en Diagonal Sur y Perú. Hacía bancos en Plaza de Mayo y nunca vi a las famosas “locas de la Plaza de Mayo”. Creo que estaba aislado como nos pasa a los argentinos: hasta que no me tocara directamente. Tenía 16 años, y hasta los 18 no tomé contacto con la realidad. Fue con la colimba cuando empiezo a ver lo que pasaba.
Saltemos en el tiempo. Llegan los ’80, la democracia, y seguías en el teatro under.
– Yo entro en un ambiente de intelectuales en el ’80. Hacíamos Los Peinado Yolli con Divina Gloria, Tino Tinto y Batato Barea, un semillero increíble anterior al Parakultural. En Divo, Diva. Los primeros boliches gay. Te estoy hablando del ’83.
¿Qué te dejó tu paso por el Parakultural?
– Medio cerebro quemado, ja, ja.
A ver si entiendo esto: te hiciste de abajo, te fuiste de tu casa a los 16 y dejaste los estudios, trabajaste en el under, pasaste hambre, atravesaste tus problemas con las drogas, saliste del fango. ¿Cómo se hace para ser hoy uno de los tipos más glamorosos?
–Eso siempre. Incluso en la pobreza total: “Antes muerta que sencilla” (risas). A nosotros en la pobreza nos regalaban ropa los vecinos y yo me la cosía para achupinármela. El look fue siempre importante en mí. En Kaos yo entraba más por los ojos que por lo que decía. Una vez en la cárcel de Olmos yo fui con una polera rosa. Y la productora me dijo: ¡¡¡Ronnie, te van a matar!!!
¿Qué representa tu guardarropas?
– A mí mismo. Creo que lo esencial es invisible a los ojos. Pero todo entra por la vista.
¿Qué te gustaría que diga la gente de vos?
– Siempre quise ser fino y europeo. Soy un corcho erótico. Soy una máquina de frases ridículas. Pero quisiera que la gente diga: “Qué flaco que era!!! (risas).
Ronnie es flaco. Y si quiere puede ser alto. Puede hacer lo que quiera. Él es exquisito. La charla también. Me dejaría, recién después de tres horas, para salir corriendo a la radio, de donde saldría corriendo para ir a grabar una nota para la tele, de donde saldría corriendo para ir a entrenar. Ronnie nunca para.
– Por Carla Czudnowsky – Periodista – El Argentino